La desigualdad del formato daba ventaja al presidente del Gobierno, cuya disponibilidad de tiempo era ilimitada, mientras que Núñez Feijóo dispuso de quince minutos más una breve réplica.

El líder del PP supo gestionar esa circunstancia. E incluso la desproporción le favoreció ante quienes tienden a solidarizarse con la parte acosada y menos guarnecida en un debate a dos. De hecho, llegó a parecer que el presidente (templanza) era Feijóo y el aspirante (agresividad), Sánchez. O sea, que fue el debate bipartidista de los papeles cambiados, aunque las intervenciones de otros portavoces lo convirtieran en un mini-debate sobre el estado de la Nación.

El tono empleado por Núñez Feijóo jugó a favor de su causa. Y con la ayuda del presidente se convirtió en alternativa verosímil, confirmando así la tendencia reflejada en todas las encuestas. La agresividad del presidente del Gobierno empañó su mayor conocimiento de los datos que circulan a escala nacional e internacional sobre el tema inicialmente propuesto: la crisis energética y su contexto.

En el contexto nacional está más vivo que nunca el enfrentamiento Gobierno-PP por cuenta de la siempre aplazada renovación del CGPJ. Y ahí el titular se lo llevó Feijóo cuando, en respuesta a la insinuación de Sánchez de que el PP presiona a los vocales caducados, el líder de la oposición acusó al presidente de insultar a la democracia y a los jueces que, según Sánchez, estarían sirviendo los intereses de un partido.

Por lo demás, vimos un intercambio de argumentos ya expuestos con anterioridad por uno y por otro. Que Sánchez tache de "insolvente" al líder del PP o que este señale por enésima vez la querencia de aquel por la mentira y el insulto no es nada nuevo. Y lo mismo puede decirse de las recurrentes alusiones del PP a las amistades peligrosas del Gobierno o las del Gobierno a la supuesta entrega del PP a los intereses de las grandes empresas energéticas.

En este sentido, los dos son algo cansinos. Pero me malicio que es deliberada la confrontación. Se ve claro en la pendiente renovación del CGPJ y el Tribunal Constitucional. Al PP le viene bien el Filibusterismo legal del PSOE para cambiar las reglas del juego sobre la marcha como pretexto para justificar la posición obstruccionista del PP. Y al Gobierno le viene bien el obstruccionismo del PP para alimentar su discurso de que incumple sus deberes constitucionales sin arrimar el hombro en temas de Estado y tareas de interés general.

Todo lo cual no impidió la mano tendida de Sánchez al principal partido de la oposición y la disposición de este a cooperar en la gestión en temas que mejoren la vida de la gente. Pero el cinismo no cotiza, qué le vamos a hacer.