"La Rioja ha pasado de ser una región próspera a marginal"

Francisco Martín Losa
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Empresario, exdirector de operaciones y cofundador del Grupo Clavijo y exmiembro de la Cámara de Comercio, Gregorio Clavijo Lumbreras 'se confiesa' en la sección Encuentro de El Día de La Rioja

Gregorio Clavijo es un gran lector. - Foto: Ingrid

Hay demasiada vida en los personajes que se asoman a esta ventana del periódico para que se les pueda fijar en unos caracteres del ordenador y unas frases, aunque sean verdaderas. Esta advertencia no debiera caer en saco roto. Son riojanos y riojanas que no andan detrás de los focos mediáticos pero en su vida profesional ha dejado huella en la sociedad. Gregorio Clavijo Lumbreras ha escrito una biografía a caballo entre la constancia y la superación, que le ha permitido, con caídas y levantadas, plantarse ante la adversidad con más fuerza, lo que hace honor a un merecido prestigio. Ha sido un profesional de primera clase que, junto a sus hermanos Miguel y Rubén, crearon una empresa que se puso al mundo por montera hasta la sonora y millonaria venta una multinacional china. A los 63 años, recién cumplidos, se ha encerrado en el cuartel de las inversiones mientras sus hermanos andan por otros derroteros empresariales. La vida es una carrera de fondo que, a Gregorio, no se le hace corta ni larga. Lo importante será huir de la utopía para acercarse a su interesante autorretrato.

 

NIETO DE UN FUSILADO DE LA GUERRA. En nuestro país existe el vicio de ponderar y situar a las personas desde sus orígenes y por sus credos. «Nacido en Lardero el 1 de enero de 1959 y mis padres descienden también del mismo pueblo, con dos apellidos muy típicos de la tierra: Clavijo y Lumbreras. Mi padre Miguel falleció en 2015. Tuvo una vida muy dura y yo me llamo Gregorio por mi abuelo». Sin conocerle por la edad, tiene memoria para su recuerdo, pasando página con total mesura, sin olvidar, pero con firmeza. «Fue un obrero metalúrgico que trabaja en López Romero, un hombre con inquietudes culturales. El primer receptor de radio, que entró en Lardero, lo trajo mi abuelo. Era un hombre que no tenía una significación política marcada, aunque, según gente que convivió con él, simpatizaba con UGT sin ninguna relación ni afiliación, más allá de caerle bien. Estalla la Guerra Civil, mi padre tenía tres años y medio. Y, ¿qué ocurre? En agosto del 36, van a mi casa y lo detienen porque, aseguran que encabezaba una célula comunista y recibía instrucciones cifradas por la radio. La verdad es que venía mucha gente para escuchar las noticias y el devenir de la guerra y todo eso. Lo que fue, como en el 90 por ciento de los casos, víctima de las envidias. Era muy inteligente». Ya se puede advertir una emoción permanente al recordar lo acontecido, sobre todo, cuando a su abuela Victoria, que bajaba a la Industrial a llevarle comida y ropa, donde estaba preso, le comunican que no puede entrar, que su marido no está, que lo puede encontrar en la tapia del cementerio de Logroño. Era un 9 de octubre de 1936. «Total, que soy nieto de un fusilado de la guerra».

 

EL EJEMPLO DE SU PADRE. A pesar de tan dolorosa tragedia, nuestro protagonista habla con una aterradora sinceridad: «Viuda y con dos hijos, mi abuela se echa al monte, a recoger carbón, lo que sea. Por eso, a mi familia nos conocen como 'los carboneros' y mi abuela era Victoria 'la carbonera'». Las cosas vienen como vienen y no como uno quisiera que fueran. «Mi padre Miguel empieza una vida dura, llena de privaciones, conoce a los delatores, yo también los he conocido, no tiene ánimo de venganza, pero demuestra más cojones que todos juntos», relata Gregorio. Saca aliento y fuerzas donde las haya. Su obsesión es trabajar y progresar. Va a la escuela y con 14 años, su madre lo baja a Logroño y le pide trabajo a Estanislao López Romero, un hombre extraordinario, que tenía el taller en la calle Fundición. Quiere ser tornero y empieza bajo las órdenes de un oficial, Ignacio Sarabia que, junto a su esposa Amelia, lo reciben como un hijo. No se conforma y, de noche, estudia en la Escuela Industrial oficialía y maestría del torno, ajuste y delineación y, arañando todos los segundos de un día, logra la titulación de técnico de radio en Prieto. Le cae en el calendario la fecha de la mili que empieza en Vitoria y termina en Algeciras, con mil peripecias y decepciones vividas. Hasta se trajo un trozo de Gibraltar y solía decir: «Si todos los que han pasado por Algeciras hubieran hecho como yo, el Peñón ya no estaba ahí. Al regreso, estuvo en varios talleres y al final, se establece con Pablo Bretón. Luego, se puso por su cuenta. Para no tener estudios, era un orfebre de la mecánica». DOS

 

MONOS DE TRABAJO DE QUITA Y PON. Es una conversación a chorros y hay que dar un salto. Su padre comenzó a fabricar cerraduras del bote de conservas de toda la vida. Gregorio bajaba los sábados y muchos domingos, mientras seguía con su bachiller, aprendiendo, a su vez, a escribir a máquina, 250 pulsaciones, francés e inglés en el Centro de Idiomas, que gestionaba Ibercaja en San Antón. Permaneció en el Instituto Marqués de la Ensenada, ahora Sagasta, hasta que, en 1971, se trasladó al Hermanos D'Elhuyar. «Me tocó inaugurarlo y todos los años nos juntamos los miembros de la primera promoción por Nochebuena y, luego, una comida en primavera, que se suspendió por la pandemia pero el año pasado, en octubre, lo repetimos y este 2022 es el 50 aniversario». En el mundo de la realidad, pasan también malos tragos. Vino una crisis muy fuerte en la conserva, sobre todo, en Novella, Alicante, ese nombre lo tiene clavado a fuego, no le pagaban los trabajos y su padre acabó cerrando. «Se arruinó, pero hubo gente que le dejó dinero y comenzó de nuevo. Como decía, hay que hacer cosas para los que tienen dinero y pagan, que son los agricultores y ganaderos. Empezamos con aparatos de fumigar, molinos y, poco a poco, fue despegando. Era un visionario. Yo he sido buen estudiante y, con las notas, tenía un regalo de fin de curso: dos monos de trabajo de quita y pon».

 

LE TIRABAN LAS LETRAS Y ACABÓ INGENIERO TÉCNICO. Eso de estar en el momento justo, en el lugar indicado y tomar una decisión que marca para siempre, le ocurre a nuestro personaje. «Siempre he sido un tío de Letras, toda mi vida, que es lo que me ha gustado. Cuando llega la hora de ir a la Universidad, mi padre me pregunta: '¿Y si haces peritaje?'; y me matriculé en ingeniería técnica en Logroño. El primer año me dieron un repaso de narices, así que tuve que espabilar y meter horas. La Escuela tenía un profesorado de lujo, como enseñantes y formadores de personas. Recuerdo a Nicolás González Bellido, Andrés Castellanos, Ricardo Bartolomé, alias 'El Bartolo', qué señor, Emilio Jiménez y a Carlos Molina, que vive todavía y mantengo una gran amistad con él; le saludé hace cuatro días y le sigo tratándole de usted». Acaba ingeniería y el taller familiar le estaba esperando, esta vez, de seguido. Talleres Clavijo dio un gran salto en 1977, con el traslado a unos pabellones en Lardero de 1.500 metros cuadrados. Implicado de pleno en la empresa, un día llega la sugestiva tentación que no puede rechazar: le llaman de JAE. En casa, se impone la generosidad y la grandeza del padre. «Me pide que vaya a la empresa y me presentan a Alfonso Lanza, que ha fallecido recientemente, un gran señor, con aquel porte. Me puso un plano para interpretarlo: 'Si quieres, te contratamos, 85.000 pesetas netas'. La cosa me atraía mucho, mi hermano Miguel ya estaba en el taller y mi padre, sintiendo la marcha, se alegra también y acepto la oferta. No pegué ojo».

 

JAE, UN NUEVO MUNDO Y SU SALIDA. La emoción del cambio no puede quedar en pura emoción sino en realidades, estrategias y personas que Gregorio pone en marcha desde su nuevo puesto en noviembre de 1985: «Empecé a disfrutar con la entrada en JAE, Permolca y, todo lo que le rodeaba; era un universo, el mundo fascinante del automóvil porque Permolca participaba en los modelos de coches que iban a salir al mercado en dos o tres años. Me permitió ir a los centros europeos de primer nivel y tenía 27 cuando viajé en avión con Alfonso Lanza y su hijo Alfonso. Después de mi padre, es el hombre que más me ha determinado personal y profesionalmente en mi vida, generoso hasta decir basta con sus empleado». En un momento dado, Permolca se vende a una multinacional, pero JAE no entra en la operación y a Gregorio le ofrecen la dirección de JAE con carta blanca. Tenía 31 años. Hoy día no basta con dirigir una empresa; hay que gestionar la incertidumbre y el futuro con talento, autoridad y compromiso. Cambia el nombre por JAE Ingeniería y Desarrollos y le da la vuelta a todo, como a un calcetín. «Fueron unos años preciosos, de mucho trabajo, con el acierto de rodearme de magníficos colaboradores, como José Luis Bretón, su hijo Emilio, Pedro Blanco, Jaime Caballero, actual concejal del Ayuntamiento de Logroño, o Pablo Marina, a los que les transmití ilusión y una forma de trabajo con la preocupación de la formación». El 30 de junio de 2011 se produce su salida de JAE, día de San Marcial, patrono de Lardero, su pueblo.

 

UN AVISO QUE LE CAMBIARÁ LA VIDA. En la vida hay tarjetas blancas y tarjetas negras, por supuesto. Gregorio lo siente en sus propias carnes. «En febrero de 2011 me someto a una operación en la base del cerebro, un tumor benigno, y estuve varios días en la UCI. Entonces iba a 250. Esto me golpea anímicamente, soy consciente de mi vulnerabilidad y no es que tuviera miedo, porque su madre tenía capacidad para sacar adelante a nuestras dos hijas, pero me sumió en un estado de depresión. Paralelamente, toda la gestión financiera, que realizo en JAE, la traslado a Clavijo, a pesar de que era mi hermano Miguel quien llevaba estupendamente la gestión de Clavijo. Pierdo el gusto, comer no me sabía a nada y empiezo a tener cuadros de ansiedad. Sigo yendo por JAE, mi cuerpo no responde y soy yo quien corta por lo sano. Hablo con Alfonso Lanza y Eduardo Bustamante, los propietarios, les expongo la situación, los dos me dan todo tipo de opciones, vacaciones pagadas, lo que quiera. Cortar es cortar y pido la baja voluntaria. Los dos se portaron como auténticos caballeros».

 

EL PASO DEL TIEMPO ES UN ARMA PODEROSA. Se toma un año sabático, en el dique seco, se dedica a leer, estudiar y piensa en montar una asesoría: A todo esto, la empresa Clavijo ha tenido un enorme recorrido donde sus hermanos Miguel y Rubén son los artífices, grandes personas y grandes técnicos pero, a partir de 1996, el trabajo va a menos, la clientela se va extinguiendo por razones biológicas, se van jubilando. Rubén, que tiene una cabeza prodigiosa, piensa que las instalaciones se pueden aprovechar para fabricar cubas que transporten piensos. Se involucran en ese negocio y deciden ampliar las instalaciones. Miran, por supuesto, en La Rioja, se patean Albelda, Fuenmayor, les ofrecen El Sequero a precios intocables y topan con el alcalde de Viana, Gregorio Galilea, que no piensa en las elecciones próximas sino en las próximas generaciones, les enseña unas fincas y compran 20.000 metros, al borde de la carretera de Mendavia, junto a Bodegas Rioja Vega.

 

LA HORA DEL FUTURO CLAVIJO. Creo que Gregorio, con sus hermanos, no hay nada que no haya querido hacer. «Nos viene una crisis en 2006, con la carestía del combustible y mi hermano Rubén ha visto algo como seguidores solares y, ni cortos ni perezosos, nos lanzamos a fabricar seguidores de placas solares, no de 10 kilovatios, como el resto sino de 25. Salimos con una aceptación impresionante». Y van por donde va el mercado, con un despegue brutal hasta que el presidente Zapatero cambia la ley, pero ese contratiempo les permite crear un departamento serio de ingeniería y de los 60 trabajadores, 20 eran ingenieros. Metido en la empresa, se va a Estados Unidos y se reestructura la fábrica con Miguel, como gerente; Rubén, que tiene alma comercial, se va a dedicar a tope y Gregorio es responsable de operaciones, ingeniería y compras. Empieza a salir al exterior. Se abre sede en Chile, en EEUU y México. Posteriormente se incorpora Cristina, la hija de su hermano Miguel, brillantísima y autora del desarrollo, primero en Chile, luego en Miami, México y Argentina. La revista Solar Magazine la considera como el primer fabricante de seguidores solares, con instalaciones en 26 países.

 

PRIMEROS TANTEOS Y VENTA A CHINA. Todo cambia a una velocidad vertiginosa y el mundo de la empresa no es una excepción. Llega un punto en que no pueden hacer obras pequeñas y necesitan crecer. Aparece el fondo Qualitas, que ha estado en Garnica, detectan dos empresas en Valencia, camino de una fusión, se cae un fabricante en Pamplona pero entran con todo y en enero de 2017 se firma, perdiendo independencia, con el traslado del CEO a Madrid pero los tres hermanos mantienen el control. Afuera, está el mercado: «Asistimos en 2017 a la Feria de Munich y una multinacional china, Trina Solar, productor de placas buscaba un fabricante de seguidores solares. Tenía un convenio de colaboración con Huwei y quería una oferta global. Se dan una vuelta y ven que nosotros disponemos del elemento diferenciador con presencia internacional, un producto de primera línea y somos líderes en Sudamérica. A los chinos, no les costaba nada levantar una fábrica, lo que no tenían era tiempo. Hablamos pero no hay acuerdo. Al final, nos ponen una oferta de compra y en diciembre se firma un protocolo de venta del 51 por ciento y el 49 restante en 2020 con el compromiso de instalar el modelo chino y fui bajando al trabajo hasta junio de 2021 en que me desligo de NClave Group, que es su nueva denominación», rememora Gregorio.

 

LA 'NUEVA' PROFESIÓN. Ha llegado a un dominio de sí mismo, casi magistral, a los 60. Sus hermanos han constituido una ingeniería, haciendo muy bien lo que saben hacer, todo en un paquete y con la obra llave en mano. «Los últimos años en la empresa fueron terribles, me consumieron mucha energía. Ahora tengo mi despacho en casa, sigo con mis inversiones y mi tiempo lo ocupo en otras personas, analizando compañías que tienen que ver con la robótica, con la alimentación que están elaborando cultivos hipodrónicos, la informática de las criptomonedas es el futuro, la biotecnología que desarrolla vacunas, analizo empresas y su solvencia. Si veo que es el momento, entro o salgo, todo con prudencia. Es mi nueva profesión y cubro parte de mi tiempo con mis libros; toda la casa está a tope, con mi cocina y con la formación». Nuestro personaje achaca que no se ha sabido gestionar el talento ni la experiencia: «Enseguida, cogen a éste de 52 años, se lo cepillan para meter a gente sin experiencia que, en la mayoría de las veces, es una operación ruinosa. En lugar de retener al empleado, negociar media jornada y enseñar al nuevo, lo ponen en la calle. Todos hemos aprendido a base de tropezones y errores y ése es ahora mi segundo cometido, es decir, trasladar a la sociedad, parece un poco pretencioso, los conocimientos que he adquirido a lo largo de una vida profesional». La música suena bien, a ver cómo es la letra. «Estoy integrado en una organización nacional, SECOT, apolítica y aconfesional donde hombres y mujeres que hemos tenido responsabilidades empresariales, asesoramos, de forma voluntaria y altruista, a un emprendedor que tiene una idea, nos la expone y, como un niño que empieza andar, le llevamos de la mano, le ayudamos a definir su plan de negocio y analizamos si va a tener éxito o no, sin pretender usurpar la actividad de una asesoría».

 

LA GRAN LUCHA DE LA ENERGÍA. Conocer la situación de la energía y su futuro nos trae a todos a mal traer. Nuestro protagonista está convencido de que las renovables son rentables y me da una lección sobre vatios, costes de producción, kilovatios, la intervención del Gobierno, las eléctricas, las licencias que conceden las comunidades autónomas, que hacen lo que les da la gana -dice-, con una anarquía total, la demanda de fotovoltáicas, los derechos de emisión de CO2, la subida de la luz, el déficit tarifario, la contaminación del gas y los expolíticos que ocupan puestos en los consejos de administración de las eléctricas. «Hay oposición paisajística, pero hay oposición a las placas, a la eólicas, a las nucleares y yo, a un ecologista le pregunto ¿con qué quieres que nos calentemos? Hay un hecho innegable, que hay una gran demanda en la sociedad y en la industria. Lo que no tenemos es leña para calentarnos y dejaríamos los montes de Ortigosa a Soria pelados en dos años». A toda costa, le pido que se moje por la instalación de centrales nucleares y defiende mantenerlas, porque es en lo que cree. «Favorable cien por cien por una sencilla razón: las centrales españolas están construidas en los años setenta. Ahora mismo, te cuesta construir una nuclear cinco años. Lo que se propugna son centrales pequeñas, pequeños grupos de potencia ubicados en los núcleos en los que se consume, nucleares con materiales y sistemas muy seguros, como ha programado Francia. En Europa, el lobby ecologista es muy importante. Hay que ir a un mix de nuclear, renovables y energía hidráulica. Los precios de la energía han venido para quedarse».

 

LO QUE PUDO SER Y NO ES. La vida puede ser larga, como el amor, si no se marchita, pero el espacio en el periódico es el que es y hay que dejar media relato de Gregorio sin salir a la luz. «La Rioja la veo como un desierto. Los gobiernos anteriores y el actual no han tenido una visión estratégica. No hemos salido de los zapatos, el vino y las alcachofas de La Ribera, que están muy bien, y hay que quitarse el sombrero por esos empresarios, pero no hemos sido incapaces de crear un parque tecnológico, cuando se pudo levantar en 2007. La Rioja ha pasado de ser una región próspera y dinámica hasta 2010, a una región marginal y no saldremos del furgón de cola en la mayoría de los indicadores. Me paseo por los polígonos de El Sequero y La Portada y lo que veo son hierbajos de metro y medio en los sitios que debieran estar ocupados por los coches de los trabajadores de la empresa de turno. Compañías emblemáticas, que lo fueron, se han ido a pique, aunque hay que salvar excepciones». No está de acuerdo con la gestión de los fondos europeos, porque hay que dejarlos gestionar a quien entienda. Hace tiempo le tentaron para dirigir la Ader, pero lo rechazó amablemente y no es izquierdas, ni de derechas. Sus dos hijas, Elena y Laura, son su motor, los dos turbos que tiene, cuando se levanta por la mañana, y nunca dejará de agradecer lo suficiente a su madre, que siempre ha estado junto a su padre y a sus hermanos Miguel, Rubén y María Luz, su apoyo en los momentos difíciles. Acumula méritos sin empacho con papeles y hechos y, sin querer hay muchas personas que pueden entenderle. Esto es lo que ha dado de sí uno de mis encuentros. Largo y extenso, un rato.