No solo 'la mujer de'

Charo Barrios
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Emilia Cortés acaba de publicar 'Zenobia Camprubí. La llama viva', un libro en el que hace una radiografía de la que fuera esposa y musa del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez

No solo ‘la mujer de’

Profesora de la UNED, donde enseña Lengua y Literatura españolas, Emilia Cortés lleva años empeñada en recuperar la figura de Zenobia Camprubí. «Su personalidad te atrapa, es carismática, sencilla, entregada, inteligente, intuitiva, deseas llegar al fondo y conocerla. No olvidemos su alegría de vivir, de gran importancia en la vida de todos», comenta la autora de Zenobia Camprubí. La llama viva (Alianza Editorial).

Para la inmensa mayoría, fue la mujer detrás de un gran hombre, Juan Ramón Jiménez. Y lo es. Pero es mucho más. Frecuentemente se la define como una mujer moderna, adelantada a su tiempo. Cortés repasa: no pensaba en casarse, creía que podía ser feliz sin un hombre a su lado; conoció al poeta un mes antes de cumplir 26 años y ya tenía una vida organizada.

Los años en Nueva York (1904-1909) hicieron de ella una joven independiente y muy sociable. Activa, inquieta, trabajadora y con mucha iniciativa, había lanzado un negocio de exportación a EEUU que daría lugar a la tienda Arte Popular Español abierta en Madrid en 1928.  

Volcada en la infancia, a su regreso de Norteamérica creó una escuela en La Rábida para enseñar a los hijos de los trabajadores. Cuando estalló la contienda, este amor por los niños la llevó a acoger, al lado del poeta, a 12 chiquillos. 

Tenía un corazón de oro y ayudaba a los más necesitados. Así, formó parte de los Roperos de las Calatravas, de Santa Cecilia y de Santa Rita... Colaboró con la Junta para Ampliación de Estudios; fundó junto a María de Maetzu La Enfermera a Domicilio y el Lyceum Club femenino. Profesora en las Universidades de Maryland y Puerto Rico, es autora de unos Diarios, de artículos y escritos varios, de un extensísimo Epistolario… «Zenobia es una excelente integrante de la Edad de Plata de la cultura española», resume su biógrafa, que añade:«El trabajo que más la satisfizo fue su labor diaria en la obra de Juan Ramón».

Una pareja difícil

Los comienzos de la pareja fueron, subraya Cortés, muy, muy difíciles. Eran dos personas completamente diferentes que tuvieron que adaptarse. El trabajo de traducción de la obra de Tagore, que realizaron en colaboración, fue decisivo para que se frecuentasen y se viesen a diario, además de escribirse todos los días, cartas que, en numerosas ocasiones, los llevaban a malentendidos. Finalmente se decidieron y se casaron en Nueva York.

Llevaron una vida errante, para disgusto de Juan Ramón, muy apegado a sus raíces. «Solo tenemos que recordar cómo el sol, las noches estrelladas, los árboles... la vegetación en general de Coral Gables le hacen evocar Moguer». Dice Cortés que fue Zenobia quien decidió cada traslado, pensando siempre en el literato. «No logró hacer el último que tanto ansió: España».

No, Juan Ramón no habría podido vivir solo o con otro tipo de mujer, su delicada salud, física y mental, no se lo habría permitido. Una mujer menos responsable que Zenobia habría sido algo muy negativo para él. «Zenobia era muy consciente de lo que tenía entre manos y de lo que ella suponía en la vida del poeta, de lo que la necesitaba». Esa fue, sin duda, su gran obra.