Los nubarrones que envuelven el horizonte económico desde hace meses, se están dejando notar en todos los sectores productivos del país, y especialmente, en el sector inmobiliario.
Después de siete años de aumento ininterrumpido de la compraventa de viviendas, La Rioja registró un descenso de casi un 9% en el pasado mes de julio con respecto al año anterior. Y ese descenso solo ha sido un aviso de lo que está por venir, según los expertos económicos.
La subida del euríbor por parte del Banco Central Europeo, -que no es más ni menos que el precio del dinero que se prestan los bancos entre sí y que redunda directamente en el precio final de préstamos e hipotecas- amenaza con ralentizar la compra de viviendas en La Rioja así como en el resto de España. No en vano, el tipo de interés se situó en septiembre en el 2,563% mientras que en agosto se colocaba en el 1,250%.
Uno de los sectores más sensibles a las fluctuaciones financieras es el inmobiliario. Por ello, Óscar Martínez, presidente de la Asociación de Inmobiliarias de La Rioja (AIR), asegura que el descenso en la venta de viviendas en la región ya se venía advirtiendo durante todo el verano. «El mercado se está ralentizando y la tendencia es que siga así en los próximos meses», indica Martínez.
A pesar de que la situación económica es inestable y poco predecible, las inmobiliarias no esperan una caída significativa del precio de los pisos. «Las viviendas que están en precio no bajarán especialmente, pero aquellas cuyos propietarios hayan elevado su valor de venta por encima del mercado tendrán que bajar de precio si quieren venderse», asevera.
Uno de los factores que, según Martínez, impedirá que los precios se desplomen es que en La Rioja se construye poca vivienda. «No hay suelo para construir y tampoco hay mucha vivienda de alquiler», sugiere. En La Rioja, el precio medio del alquiler ronda los 600 de euros. «Por debajo de esto, es complicado encontrar un piso de tres habitaciones, a pesar de que la mayoría de familias que buscan una vivienda en alquiler manejan un presupuesto de 450 y 500 euros», señala.
El idilio entre recuperación económica y sector inmobiliario no iba a ser eterno. Así de claro lo tenía el propio presidente de la Asociación de la Construcción,Promociones y Afines de la Rioja (CPAR), Juan Ramón Líebana. «Ya sabíamos que la situación de bonanza no iba a durar siempre», asegura, «especialmente porque los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania son evidentes y eso supone una dificultad añadida a las que ya atraviesa el sector tras el parón por la pandemia».
Lo que más produce inquietud al sector de la construcción es la inflación. "Como a cualquier empresa nos está complicando el día a día la subida de los precios del combustibles y materiales", asegura Liébana, "aun así, somos un sector fuerte con una oferta y demanda bien alineadas".
Retrasar la compra. Comprar una vivienda es una decisión que afectará a los próximos 15 o 20 años en la vida de una persona. Es, por tanto, una decisión importante y que debe ser meditada. Por ello, Francisco Joaquín Cortés, profesor de Economía de UNIR apunta a que «no es el mejor momento para comprar una vivienda por lo que, si es posible, sería mejor posponer esa decisión hasta que haya una coyuntura económica más estable».
Pero la inestabilidad es díficil de determinar cuándo terminará. Cortés explica que, ante una situación de inflación continuada como la que vive España y Europa, la subida del euríbor se utiliza para controlar esa inflación. «Lo que ocurre es que se trata de una inflación por una crisis de oferta de materias primas influida por la guerra en Ucrania y es más complicada de conenter».
Inflación e inestabilidad provocarán que la gente se lo piense dos veces antes de comprar una casa. «Y ante una menor demanda de vivienda, el precio bajará», afirma el profesor que lanza un último consejo: «si no es posible retrasar la compra, lo ideal es negociar el préstamo a un tipo fijo, para evitar los efectos de posibles subidas».