f.a / logroño
El secretario general de UGT, Jesús Izquierdo, apunta que el curso se inicia con varias incógnitas, como la evolución de la inflación, y estima que «es momento» para adoptar medidas que frenen el precio de la energía y, aunque valora las decisiones adoptadas por el Gobierno, entiende que no son suficientes.
«Es momento de subir los salarios», considera Izquierdo, que argumenta que los empresarios «deben ser conscientes de que pueden repercutir el aumento del IPC al coste de sus productos», y los trabajadores «debemos recuperar el poder adquisitivo que estamos perdiendo». Avanza que por ello «van a pelear» en los próximos meses, un aspecto en el que coincide con su homólogo de CCOO,Jorge Ruano. «Hay que actuar sobre las causas de la subida de los precios y garantizar el poder adquisitivo de los hogares con subidas del salario mínimo, de los sueldos negociados en convenio y de las pensiones», apunta el secretario general de CCOO, sindicato que insiste «en la importancia de pactar unas subidas iniciales en tres años, entre el 3,5% y 4% para este, y una revisión con la inflación para que al final del ciclo se recupere el 100% de la subida del IPC».
Los más perjudicados. Respecto a los sectores que se verán más afectados, los economistas Ernesto Gómez y Eduardo Rodríguez Osés coinciden en la importante afección que sufrirán las actividades con alta dependencia energética y vinculadas al consumo. El profesor de la UR alerta también sobre la crisis del sector ganadero, que amenaza con su desmantelamiento, lo que no es óbice para que el presidente del Colegio de Economistas sea optimista sobre el desempeño del «potente» sector agroalimentario.
«Esta situación, de la que no están exentos los ciudadanos, afecta en particular a las pymes, que no tienen capacidad financiera para aguantar situaciones difíciles», destaca el presidente de la patronal, Jaime García Calzada, que apunta que el sector de componentes del automóvil seguirá atravesando su particular calvario. Algo, que como recuerda el secretario general de UGT, no es nuevo, ya que se suma a la falta de chips, que afecta desde hace dos años a un sector sumido en un cambio del paradigma de la movilidad.