Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


El voto del miedo

24/05/2023

Hace unos días, durante su mitin en la abarrotada plaza de toros de Valencia, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, pidió el voto útil para su partido, un clásico en las campañas electorales. El presidente del Gobierno, Pedo Sánchez, en el suyo de Santander, revivió otro mandamiento que no puede faltar en una campaña electoral, la apelación al voto del miedo. Son dos recursos con los que los estrategas de campaña tratan de decantar el voto de los indecisos a pesar de que cada vez más se pone en cuestión que estos mítines sean capaces de alterar la intención de voto de los ciudadanos. Pero por si acaso, en una situación en la que los gobiernos autonómicos y municipales se pueden decantar por unos centenares de voto, los líderes nacionales están obligados a intentarlo todo.

 

Al PSOE la apelación al voto del miedo en la campaña de las elecciones andaluzas pasada le salió mal, por no decir muy mal. El ¡que viene la ultraderecha! no caló entre los votantes, o caló tanto que prefirieron hacer un voto útil para frenar a Vox y otorgaron una impensable mayoría absoluta a Juan Manuel Moreno Bonilla que no habían detectado ni las encuesta realizadas a favor de obra. Si en aquella ocasión se trataba de un miedo difuso, a la vista de lo ajustado que pueden estar los resultados en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos, el líder de Vox, Santiago Abascal, ha declarado que venderán caros sus apoyos y no van a ser el coche escoba del PP. En esta ocasión, además Feijóo y Abascal coinciden en un punto esencial, la 'derogación del sanchismo'.con el anuncio de que abrogarán las principales leyes de carácter progresista que el gobierno de coalición y sus socios parlamentarios han sacado adelante con la geometría variable, la ley de eutanasia, la del aborto, la de educación, al de ciencia las leyes de igualdad sexual y sobre todo las leyes que han favorecido la reforma laboral y la ley de pensiones.

 

Leyes que han supuesto la ampliación de derechos -que no es obligatorio utilizar- y han mejorado las condiciones de vida de muchas personas, pero que al no haber sido aprobadas por consenso entre la derecha y la izquierda, porque afectan a cuestiones en las que el conflicto ideológico está muy presente, están sometidas a la posibilidad de que sean anuladas por un próximo gobierno del PP y más si en el mes de diciembre necesita de la muleta de Vox para que Feijóo ocupe La Moncloa en la única oportunidad de que va a disponer como ya le ha advertido la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aunque el propio Feijóo lo tiene asumido y así lo ha verbalizado. Esta es otra versión del voto del miedo, al que el líder del PP no puede apelar, el que desea para que los resultados de su partido sean tangibles en la recuperación del poder territorial y en grandes capitales de provincia, para alejar de su espalda el aliento de Ayuso.

 

Tras la polémica por la inclusión de condenados por terrorismo con la sentencia cumplida en las listas de EH Bildu, la posibilidad del acuerdo entre el PP y Vox allá donde se necesiten para gobernar está más cerca, pese a la discrepancia acerca de la ilegalización del partido independentista. El PP ha perdido el miedo a que los votantes le puedan castigar por la posible dependencia de la ultraderecha.