"Percibimos que sigue la crisis y en algunos casos empeora"

Gustavo Basurto
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El presidente del Banco de Alimentos de La Rioja asegura que el nuevo modelo de la recaudación de la Gran Recogida, de entrega de dinero en vez de alimentos, le permite una mejor planificación a la entidad

José Manuel Pascual-Salcedo, en el almacén del Banco de Alimentos. - Foto: Ingrid

Preside un banco que no cobra intereses, sino que administra la solidaridad de la sociedad riojana entre los más necesitados. José Manuel Pascual-Salcedo dirige una entidad que reparte al año un millón y medio de kilos de alimentos.

Más de 10.200 personas pudieron satisfacer sus necesidades básicas de alimentación en 2020 en La Rioja y seguramente unas 12.000 lo harán este año gracias a la solidaridad de los riojanos, pero también al empeño y a la dedicación altruista de los voluntarios que gestionan y atienden el banco más desinteresado que hay, el de Alimentos. 
No corren buenos tiempos para  las capas más desfavorecidas de la sociedad, pero la labor social de esta entidad y la de otras cuantas asociaciones benéficas con las que colabora en el reparto de comida hacen que nadie en la región tenga que pasar hambre. Su presidente, José Manuel Pascual-Salcedo, voluntario, como las otras 24 personas que colaboran a diario en el Banco de Alimentos, explica en una entrevista con El Día de La Rioja el funcionamiento de la entidad y sus impresiones sobre el impacto de la pandemia en los familias que sufren la pobreza.

 

¿Cómo llega uno a ser presidente del Banco de Alimentos?
En mi caso, de la forma más insospechada. Al jubilarme, el anterior presidente, Faustino, que ha fallecido ya, me animó a incorporarme. Aquí estamos casi todos jubilados, porque somos los que podemos entregar nuestro tiempo y además lo hacemos con ganas. Ha sido un proceso de evolución. Cuando falleció Faustino me eligieron y aquí  estoy desde hace ya siete años.

 

Acaban de realizar la Gran Recogida de 2021. ¿Cómo ha ido?
Las cifras no están cerradas, pero desde la Federación Española de Bancos de Alimentos dieron unos datos hace unos días que eran indicativos de que ha habido un bajón global. Pero también es cierto que el año pasado fue extraordinario, con una recaudación en toda España impresionante, por lo que era muy difícil igualar aquellas cifras.

 

¿A qué lo atribuyen?
Quizás a que la pandemia no termina de marcharse, al encarecimiento de la vida en general, a que hay muchas campañas...no lo sé, pero parece que los datos indican que la recaudación será de un 20 o un 30 por ciento menor que la del año pasado. Pero no es preocupante; sigue siendo muy buen resultado, porque, insisto, el resultado de 2020, que en La Rioja permitió recaudar 381.000 euros, fue extraordinario.  

 

¿El ímpetu solidario del año pasado, alentado por la pandemia, ha perdido fuelle?
No. Estoy convencido de que no. Los riojanos son muy solidarios, pero me da la sensación de que hay también un poco de desánimo en la sociedad, pero es una valoración mía.

 

La covid ya impuso en 2020 el formato de donación de dinero en vez de alimentos, como se hacía antes. ¿Esa fórmula se mantendrá?
Seguramente sí, porque nos aporta la posibilidad de comprar lo que necesitamos cuando lo necesitamos. Y ha demostrado ser una ventaja impresionante, porque nos permite dar mejores alimentos, con más calidad y sin problemas de caducidad. Hemos podido atender mucho mejor a la gente, con lo cual posiblemente esta nueva fórmula se quede, aunque no está decidido, porque también es cierto que hemos visto reticencias en la gente a la hora de entregar dinero en caja (de los supermercados). En general, la gente prefería entregar alimentos, pero queremos aclarar que nosotros seguimos recibiendo alimentos. El dinero no lo tocamos para nada, se queda en los comercios y a cambio nosotros recibimos alimentos.

 

Ustedes son un termómetro muy fiable de la salud de las economías más modestas. ¿Cómo están las cosas por lo que perciben?
Lo que hemos podido pulsar es que este año sigue la crisis económica que empezó en 2020 como consecuencia del coronavirus y en algunos casos está empeorando. Sigue haciendo falta ayuda, porque hay familias que lo pasan mal y eso no ha bajado. Es más, este año ha aumentado el número de beneficiarios de alimentos un poco con respecto a 2020, que a su vez fue peor que 2019.

 

¿En cuánto se ha incrementado?
El año 2020 lo cerramos con 10.240  personas y este año a finales del tercer trimestre íbamos por 11.300. La cifra la cerraremos a finales de año.

 

Sin embargo, en los últimos meses el paro ha ido bajando.
Es buena señal, pero hay familias en las que se da una cierta inercia. Será bueno que siga bajando el paro y la gente empiece a ganar más, porque  hay personas que incluso trabajando necesitan ayuda, porque no les da para mantener una familia.

 

Cuando no es una crisis económica es una pandemia, e incluso en momentos de bonanza económica no desaparece del todo la pobreza. ¿Tiene esperanzas de que en un futuro el Banco ya no sea necesario?
Sí. Para empezar, dependemos de la evolución de la pandemia, porque si volvemos a cerrar la sociedad, esto se hunde. Pero creo que no será así y que vamos aguantando; aunque no está todo abierto, los negocios se van moviendo y espero que poco a poco vaya todo a mejor y la economía vuelva a su cauce. Yo no sé si como Banco de Alimentos desapareceremos del todo, supongo que no, pero espero que reduzcamos nuestra actuación; pero no creo que vaya a ser inmediato.

 

Organizaciones benéficas detectan perfiles nuevos de pobreza, personas que hace poco tenían una situación estable y ahora se ven abocados a pedir ayuda.
Esa impresión nos llega de forma indirecta, a través de esas entidades con las que trabajamos y con las que tenemos mucho contacto. Lo que nos dicen es que hace 15 años eran mayoritariamente inmigrantes y gente muy necesitada, y que en estos momentos hay muchas familias que hace poco estaban bien y ahora se encuentran en una pobreza que les resulta vergonzante y que incluso tratan de ocultar. 

 

Hay servicios sociales, organizaciones benéficas, entre ellas ustedes. Aun así, ¿hay gente en La Rioja que literalmente pasa hambre?
Hace poco me comentaba el presidente de la Cocina Económica que en La Rioja el que pasa hambre es porque quiere y yo creo que es verdad. Hay medios más que de sobra para cubrir esa necesidad, porque está la Cocina Económica, Cáritas, Cruz Roja y otras entidades. 

 

¿La ayuda que proporcionan entidades benéficas como la suya significa que hay carencias en los servicios sociales públicos oficiales?
No, no; hacen una labor extraordinaria. Todas estas entidades y nosotros también vamos muy de la mano de los servicios sociales públicos, que son, de alguna forma, los que hacen la labor de coordinación. Tienen los trabajadores sociales, que son los que hacen la valoración, y esa es una labor muy importante. Creo que hemos llegado a un equilibrio muy interesante. 

 

¿Cómo ha evolucionado la demanda de alimentos desde que el Banco echó a andar hace 20 años?
El año pasado cumplimos 25 años desde la fundación del Banco de Alimentos, aunque el comienzo efectivo fue hace 20 años. La entrega de alimentos sigue siendo más o menos igual; al fin y al cabo, somos un almacén puro y simple, que prepara pedidos y los entrega a quienes lo demandan. Sí han cambiado las técnicas, la forma de control de los almacenes y las cantidades. Creo que el primer año de funcionamiento del Banco dieron unos 20.000 kilos y ahora estamos dando casi un millón y medio de kilos de alimentos anualmente en La Rioja. Hay controles escrupulosos de las existencias, con unos procesos informáticos fenomenales que nos permiten no tener pérdidas por fechas de caducidad. Tenemos más profesionalidad y unos voluntarios que lo llevan con un entusiasmo fantástico.

 

¿Cómo estamos de solidaridad en La Rioja respecto a otras regiones?
Recibimos datos de la Federación de las grandes recogidas y puedo asegurar que los riojanos estamos en los primeros puestos en España y los españoles somos de los mejores en Europa. No voy a decir que seamos los que más, pero con seguridad estamos entre las cinco comunidades más generosas. 

 

¿Se dan casos de picaresca, gente que trata de aprovecharse de los alimentos sin tener necesidad?
Por desgracia siempre hay alguno. Y luchamos contra ello porque crea desconfianza y nos hace mucho daño. Es un porcentaje mínimo, pero a veces nos llegan noticias de que aparecen alimentos en buen estado que hemos repartido nosotros tirados en un contenedor. Procuramos combatirlo y creemos que lo hemos reducido bastante, pero eliminarlo del todo es complicado. 

 

Cuando llega la Gran Recogida ustedes piden voluntarios esporádicos, pero el resto del año hay actividad que sostener. ¿Tienen suficientes manos para el día a día?
Somos 25 voluntarios fijos. Hace un año y medio estábamos 60 y tuvimos que reducir el número fundamentalmente por la pandemia. En algunos casos, porque son personas en una situación más vulnerable ante el virus, y también para poder mantener la distancia de seguridad y demás medidas sanitarias. Con esos 25 voluntarios vamos un poco justos para el día a día y hay puestos que necesitaríamos reforzar en labores de gestión. En lo que es propiamente la labor del Banco de Alimentos de almacenamiento y entrega estamos bien, aunque si hubiera alguno más no pasaba nada.

 

¿Para ser voluntario exigen un compromiso de regularidad?
Sí, necesitamos un compromiso regular. Si alguien dice que solo puede venir un día a la semana, dos o tres, bien, pero tiene que cumplir. También hay gente que viene todos los días. Creo que es algo que engancha, pero hay personas que no pueden aportar más que un día o dos. Aquí  hay muchas posibilidades de trabajar, desde estar en el almacén preparando paquetes a estar haciendo gestiones.  Tenemos que procurar tener una plantilla equilibrada para poder planificar el trabajo. 

 

¿Hay un relevo generacional en el voluntariado del Banco?
Lo estamos pulsando en las campañas, como la Gran Recogida. Ahí necesitamos a la gente joven y colaboran. Da gusto verlo y se agradece, porque aportan vida y alegría.

 

¿Hay otras necesidades, infraestructuras, material, vehículos...?
En cuanto a instalaciones no podemos quejarnos, porque estamos bien dotados. Para no mermar recursos y dinero para poder entregar alimentos, siempre estamos mendigando de todo. Todo lo que se puede ver en este despacho y en las oficinas son artículos donados. Para nuestras instalaciones no compramos prácticamente nada, salvo cosas de mantenimiento urgente. Gracias también a la generosidad de entidades públicas y privadas y de asociaciones, que nos han donado cosas, estamos muy bien cubiertos y tenemos unas instalaciones muy dignas. Lo que necesitamos son más recursos y más alimentos para atender a más gente si fuese posible.

 

¿Se queda corto el Banco en su labor de entrega de alimentos por falta de medios?
No; nosotros damos alimentos a todas las entidades que reparten, pero cuanto más tengamos, podemos incrementar la cantidad por persona. El ratio que nosotros valoramos es el número de kilos por persona y año. Ahora creo que andamos cerca de los 135 kilos por persona al año, que es un buen ratio, pero si pudiéramos llegar a 150 sería fantástico, o mejorar aún la calidad de los alimentos.

 

¿Qué piden a las administraciones?
Que las subvenciones de la Comunidad autónoma y del Ayuntamiento de Logroño se revisen al alza, porque la vida sube y las ayudas, que son generosas, están estabilizadas desde hace muchos años. Sé que es complicado, porque estamos todos en la misma situación, pero esta sería lo único que les pediría.

 

El aumento del coste de la vida afecta a las familias. ¿También al Banco de Alimentos?
Los precios se están disparando. El dinero que se entrega en la Gran Recogida lo cambiamos por alimentos, con lo cual dependemos de los precios de mercado.

 

Además de las recogidas de alimentos, ustedes reciben donaciones de dinero. ¿Han decaído también?
Ha decaído un poco, pero la gente sigue siendo generosa. No nos podemos quejar y podemos atender las necesidades. 

 

¿Sienten el cariño de la sociedad hacia el Banco de Alimentos?
Sí, podemos presumir de ello. Tenemos la percepción de que somos apreciados y nos importa mucho dar una sensación de seguridad y de transparencia.

 

Además de procurar alimentos a personas sin recursos, el Banco lucha contra el despilfarro alimentario. ¿Va calando ese mensaje o aún tiramos mucha comida?
Se podría mejorar bastante. Hay estadísticas de la FAO que dicen que el punto de toda la cadena en el que más alimentos se pierden es el de las familias. Y muchas veces es por falta de planificación, por las compras de impulso, comprar cosas que no se necesitan. Hace falta todavía concienciación y nosotros procuramos llevarla a los colegios con un equipo de voluntarios que dan charlas y con un concurso escolar para animarles a no despilfarrar alimentos.