Parecía que el 4-M no iba a llegar nunca, con una campaña que arrancó de forma oficiosa el 10 de marzo, cuando la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, anunció el adelanto electoral para evitar una moción de censura como la que Ciudadanos y PSOE habían presentado horas antes en Murcia, pero la fiesta de la democracia ya está aquí. Más de cinco millones de ciudadanos están llamados hoy a las urnas en unos comicios autonómicos que se interpretarán en clave nacional, como se ha visto en las últimas semanas, donde la polarización y la crispación han alcanzado niveles nunca antes vistos en la política española, en una batalla ideológica -con dos bloques enfrentados- que ha arrinconado a las propuestas, las grandes olvidadas por los partidos.

Cuando el terremoto murciano sacudió Madrid, el PP admitió que la decisión de su líder regional y candidata era una operación de alto riesgo, pues se podía morir de éxito, es decir, Ayuso podía ganar en las urnas a costa de sus rivales del centro derecha, Vox y Ciudadanos, lo que le dificultaría alcanzar los 69 escaños de la mayoría absoluta. Pero las sucesivas encuestas publicadas estas semanas han ido alejando esta opción, dando a la baronesa popular como clara vencedora de las elecciones y con opciones de gobernar, condicionadas, eso sí, al apoyo de la formación de Santiago Abascal. No obstante, esos sondeos también han vaticinado la igualdad entre los bloques (PP, Vox y Cs por un lado; y PSOE, Unidas Podemos y Más Madrid por el otro). Una paridad que podrían romper los indecisos que, según los estudios sociológicos, rondan el 20 por ciento de los electores. Estos serán los que decidan si la balanza se inclina a la derecha o a la izquierda en un resultado que se prevé ajustado en la suma de los escaños de estos dos bloques, algo que ha ocurrido tradicionalmente en esta Comunidad. 

Además, en las urnas se comprobará el resultado de la polarización de la campaña entre Vox y Podemos, cuyos líderes han calentado los comicios, mientras que el PP llevaba la contienda a terreno nacional, el PSOE giraba desde la moderación al abrazo a Pablo Iglesias, Más Madrid crecía en las encuestas y Ciudadanos intentaba destacar para asegurarse la supervivencia no solo en la Asamblea, sino también en toda España.

Contra Sánchez

Tras anunciar las elecciones, la presidenta madrileña se lanzó de inmediato con el lema «socialismo o libertad», que con la entrada de Pablo Iglesias en liza se convirtió en «comunismo o libertad», tratando de rentabilizar así el tirón que le ha proporcionado su gestión económica durante la pandemia, más permisiva que en otras comunidades. Pese a la irrupción del líder morado, Ayuso tenía claro desde el principio que iba a confrontar con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con quien lleva rivalizando desde el inicio de la crisis sanitaria y a quien ha culpado de aprovechar cualquier situación para «atacar» a Madrid. De hecho, el incremento de la presencia del líder socialista en actos y ruedas de prensa al inicio de la campaña, le dio mayor pié a la popular a plantear esta confrontación en clave nacional.

Madrid decide su futuro en unos comicios en clave nacional - Foto: Alejandro MartÁ­nez Vélez EuropCon este movimiento, además, orillaba al candidato socialista, Ángel Gabilondo, que sorprendió hace una semana al tender la mano a Iglesias, tras negar cualquier posibilidad de pacto días antes. Esta unión de la izquierda «para frenar al fascismo» como proclaman sus líderes, es una de las imágenes que deja la campaña, pues históricamente los partidos progresistas en Madrid habían preferido hacer la guerra por su cuenta. Sin embargo, la polarización de Vox y, principalmente, los sondeos que indican que solo la suma de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos podría desbancar a Ayuso del poder ha llevado a los líderes de la izquierda a olvidar sus diferencias. De hecho, el riesgo que corren los socialistas en estos comicios es que los de Mónica García se queden a pocos escaños o, incluso, logren el sorpasso, como ya auguran algunos sondeos, y que la suma de las otras dos fuerzas progresistas sea mayor que los apoyos de Gabilondo, lo que dibujaría una alternativa distinta y colocaría a este partido en una difícil situación.

En el otro lado del espectro ideológico, Vox, absoluto protagonista de la campaña no tanto por sus actos como por los ataques de los adversarios que plantearon incluso un cordón sanitario contra la formación que encabeza en Madrid rocío Monasterio, aspira a lograr un resultado que le permita convertirse en llave de la gobernabilidad.

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