Precios altos y falta de madera ponen en jaque al sector

Gustavo Basurto
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Empresas riojanas del embalaje y la carpintería pierden rentabilidad y carga de trabajo y repercuten ya a sus clientes los sobrecostes. EEUU y China acaparan materia prima e inflan la burbuja

Un operario de Embalajes Novalgos, de Cenicero, manipula palés con una carretilla elevadora. - Foto: Ingrid

Ciudadanos y empresas se rascan en estos días el bolsillo con los encarecimientos récord en la electricidad, el gas y la gasolina. Pero hay otras ‘burbujas’ que han disparado los precios de materias primas como la madera o el acero hasta niveles desconocidos y que ponen en jaque a fabricantes de productos que utilizan esas materias primas. Es el caso de empresas riojanas del embalaje y de la carpintería, que sufren, como en el resto del país y de Europa, subidas desproporcionadas de la madera de hasta un 400% y desabastecimiento. 

El problema, de repercusión mundial, ha obligado a los productores, grandes, medianos y pequeños, a asumir en sus balances esos sobrecostes durante un tiempo, aunque la burbuja especulativa es de tal calibre que se han visto obligados a empezar a repercutirlo en el precio final del producto acabado que ofrecen a sus clientes.

«La subida de precios ya se adivinaba a finales de 2020, pero ha sido descomunal desde enero de este año», comenta Sergio Oliván, directivo de Carpintería Paco, referente en el sector en La Rioja por su volumen de producción, que cita incrementos de hasta el 400% en algunos tipos de madera.

Un contratiempo que también confirma Francisco Novalgos, gerente de Embalajes Novalgos, con fábrica en Cenicero y dedicada a la producción de palés, que cifra el encarecimiento de la materia prima en casi un 100% en un año. 

«La cosa no pinta nada bien. La madera está al triple del precio que el año pasado», remarca José Ramón Calzada, de la empresa familiar Embalajes Ona, de Calahorra, otra firma riojana que se nutre de esta materia prima para su producción, y que sufre, además, como el resto, otra escalada de precios fuera de lo común que afecta al acero, que ha cuadruplicado su valor, y que repercute en otro sobrecoste derivado de los clavos que emplean en la fabricación. Algo parecido ocurre con el plástico, empleado también para embalar productos.

¿A qué responde esta escalada sideral de precios, acompañada de dificultades para aprovisionarse de materia prima? Los expertos hablan de movimientos especulativos generados por los gigantes mundiales como China, pero sobre todo de Estados Unidos, donde la construcción de viviendas, fabricadas tradicionalmente en gran media con madera, vive momentos de euforia a raíz de la pandemia. 

 

La ‘tormenta perfecta’. A este factor macroeconómico se le suman otros de ámbito más doméstico; sumados, conforman una especie de ‘tormenta perfecta’ que ha colocado los costes de adquisición de la madera en niveles inéditos y la escasez de producto como un enorme problema.

Por un lado, está la plaga de hongos que afecta desde hace años a los bosques vascos, tradicionalmente suministradores de empresas riojanas, como el caso de Embalajes Ona, lo que ha hecho que las autoridades de esa Comunidad hayan restringido la salida de madera hacia otras regiones para no desabastecer su propia industria.

A ello se une la poca salida de madera de las masas forestales navarras, debido a que la pandemia de la covid ha dificultado el trabajo de los taladores de árboles. Por si no fuera suficiente, el exceso de lluvia de meses atrás ha dejado embarrados los montes y ha impedido el acceso de maquinaria.

«Nunca se ha vivido nada parecido», comenta Francisco Novalgos, que apunta que todo este encarecimiento de las materias primas (madera, acero y plástico) ha hecho que el precio medio del palé haya subido casi un 50% en unos cuatro meses. El más estandarizado, el denominado europalé, sale hoy en día por unos 14 euros.

El problema no está únicamente el precio alto de la madera. La escasez obliga, en el caso de Embalajes Novalgos, a trabajar sobre pedido y sin apenas stock y a realizar continuos reajustes en las máquinas para adaptarlas a cada tipo de producto, con menores tiradas, lo que conlleva más costes de producción. En su caso, el pino que utilizan para fabricar los palés proviene de montes españoles y de Francia, pero en el país vecino los chinos acaparan buena parte del mercado. 

Otra vía de entrada de madera son los puertos del Levante, con mucho tronco de los bosques de Sudamérica, que ahora ha dejado de llegar porque lo adquiere casi todo Estados Unidos, lo que ha llevado a los productores levantinos, con empresas de grandes dimensiones en el sector del embalaje, a «buscarse la vida» en el País Vasco, Galicia y Francia. 

Las consecuencias, en el caso de Novalgos, son más gastos de producción, dificultades para garantizar plazos ciertos de entrega de los palés a los clientes e imposibilidad de aumentar mano de obra. En esta fábrica de Cenicero trabajan 17 personas, pero la demanda permitiría reforzar plantilla. «Podríamos meter otro turno de trabajo, pero tenemos que ajustarnos a lo que hay porque no hay madera», se lamenta Francisco Novalgos, que destaca la gran demanda de palés y de nuevos clientes que tienen, a la que no pueden responder. De sus instalaciones salen cada día unos 4.000 palés.

El encarecimiento de las materias primas ha ido, en un principio, a las espaldas de los fabricantes de producto, «pero llega un momento en que es inviable seguir asumiéndolo», asevera Juan Carlos Calzada. La empresa de su familia, que produce en Calahorra embalaje a medida, sobre todo cajas para vidrio y pequeñas máquinas, ha tenido que recortar desde este mes su jornada semanal, de forma que de cinco días han pasado a cuatro por la falta de stock de madera.

productos más caros. También en Carpintería Paco, una empresa con 28 trabajadores en plantilla, un tamaño considerable para el sector, han asumido a su costa el ‘subidón’ de los precios de la madera, el acero y el plástico, pero tanto ellos como el resto de empresas de este segmento decidieron el pasado mes empezar a repercutirlo en los precios que ofrecen a sus clientes. 

«Vamos a ver cómo repercute esto en el mercado cuando un constructor o un particular vea que tienes que subirle el precio, pongamos por caso un 20 o un 25 por ciento», señala Sergio Oliván, que no duda en situar la fuente del problema en un movimiento especulativo con origen en EEUU.

En el caso de su empresa, aunque la facturación ha crecido más de un 15 por ciento en el primer semestre del año, el margen bruto de beneficio se ha reducido. «Esto es algo como para estudiarlo en las facultades de economía», remarca este empresario, cuya producción, en la que hay desde puertas a armarios, mobiliario a medida, escaleras y revestimientos, va dirigida en un 30% a la exportación en una treintena de países. 

España -explica Oliván- es compradora de madera, procedente sobre todo de África, Sudamerica, Polonia y el norte de Europa, pero ahora Estados Unidos se queda prácticamente con todo.