"Me gusta que mi película sirva de espejo para cada persona"

Juana Samanes
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Innovadora. Con su primer filme se ha puesto el listón muy alto porque ha logrado un producto muy original que plantea muchos desafíos al espectador

"Me gusta que mi película sirva de espejo para cada persona"

En los últimos años la falta de creatividad ha dado como resultado que una parte de los estrenos que llegan a la gran pantalla son remakes o secuelas de películas que fueron un éxito. Por esa razón resulta una bocanada de aire fresco que un largometraje sea original, en forma y fondo, y plantee ciertos retos al espectador. Eso ha conseguido Nuria Giménez Lorang con My Mexican Bretzel en el que, con formato de documental, y a través de cintas caseras, ha narrado una historia de amor al estilo de las de Douglas Sirk. 

 A partir de unas cintas de cine caseras ha elaborado la historia de una pareja acomodada, que discurre a lo largo de los años 40, 50 y 60. ¿Qué le resultó más complicado: escribir el texto, decidir que fuera muda o que el montaje de las imágenes empleadas tuviera sentido?

La decisión de que fuera una película muda la tenía clara desde el principio pero, no me gusta descartar nada, y grabé al principio la película con voz y constaté que no funcionaba. A nivel de montaje, ha sido un proceso largo, porque tenía 29 horas de material grabado. 

Por lo que dice, el proceso de elaborar esta película ha sido muy laborioso. ¿Cuánto ha tardado?

He tardado siete años, porque a medida que iba seleccionando imágenes, y escribiendo textos con total libertad, iba teniendo más claro lo que quería hacer.

¿Sintió en algún momento algún tipo de pudor al utilizar unas imágenes caseras, hechas para verse en la intimidad, con la familia y no accesibles al gran público?

Tenía cierto pudor y pedí permiso a la persona que debía y fue muy generosa, pero ese pudor no me frenó el deseo de hacerla, también porque nunca pensé que esta película iba a tener tal grado de aceptación y la iba a contemplar tanta gente. Pero, además, de alguna manera, reflejo en Vivian, la esposa de la película, esa amenaza que ella siente a su intimidad ante la cámara de su marido que la graba y yo también la ejerzo manipulando un material ajeno.

Ha afirmado sobre este largometraje que «la mentira es otra cara de la verdad» y, de alguna forma, la cámara ofrece una visión distorsionada de la realidad.

Efectivamente, al seleccionar imágenes del material que tenía descarté una parte de la realidad. Lo que no quieres enseñar lo ocultas.

Su filme tiene secretos que nadie debería desvelar porque si lo hacen despojan en parte de la magia del cine.

Ha sido algo que me ha fascinado: las diferentes reacciones que provoca la película en los espectadores. Hay una voluntad de creer y vivir una experiencia nueva.

Aparentemente, tiene formato de documental pero es una historia de amor llena de recovecos. ¿Qué pretendía con este trabajo tan inclasificable?

No pretendía nada en concreto, quería acabar una pieza audiovisual, dar salida a cosas que me obsesionaban y jugar mucho con las imágenes y la historia. A mí me gusta que cada persona que vea la cinta decida con qué se queda. Hay gente a la que le llegan unas cosas y a otras algo totalmente diferente. Me gusta que mi película sirva de espejo para cada persona y cada una le dé su propia interpretación. 

My Mexican Bretzel está viéndose en todo el mundo. ¿Dónde está teniendo mejor recepción?

Me ha sorprendido gratamente que se haya visto en países como México, Canadá, Argentina, Chile, en Rusia, China, Japón. Casi donde más dificultades he tenido para que se viera es en Europa, aunque en Alemania recientemente me han dado un premio por él.