El noble edificio que se erige en el número 8 de la logroñesa Vara de Rey despide el 2021 recordando que una década atrás cesó en su actividad como sucursal del Banco de España. El último día que los empleados de la entidad bancaria terminaron con las operaciones de canje de pesetas a euros fue un 31 de mayo de 2011. Un día después sus puertas cerraron a cal y canto, poniendo fin a 54 años de actividad en la capital riojana.

En el inmueble no hubo actividad durante casi dos años. Un periodo en el que se urdieron las negociaciones que llevaron al cambio de titularidad, del Ministerio de  Hacienda entonces dirigido por Cristóbal Montoro, al Gobierno de La Rioja, que presidía el popular Pedro Sanz, quien celebró la cesión del edificio emblemático como compensación por el artículo 46 del Estatuto de Autonomía. 

Aunque aún presida sobre su acceso principal el distintivo del Banco de España, el uso que recibe en la actualidad es diametralmente distinto. La que fuera sucursal bancaria hoy es la Dirección General de Salud Pública, Consumo y Cuidados del Gobierno de La Rioja, aunque con carácter provisional.

En los planes del Ejecutivo riojano no está mantener la actividad administrativa en estas instalaciones a medio plazo. La idea en la que se está trabajando es en sacar a contratación un concurso de ideas en el que se concrete el uso definitivo que se va a dar al inmueble que permita optimizar todo el espacio que ahora está infrautilizado. Y es que, la superficie es demasiada para la actividad que ahora se desarrolla. En sus 753 metros cuadrados por planta de superficie (es un edificio de planta baja, tres de alzada, semisótano y entrecubierta), solo están los trabajadores dependientes de la Dirección General de Salud Pública, que coordina Pello Latasa. 

trazado ferroviario. La delegación logroñesa del Banco de España se inauguró en 1957. El edificio que preside la confluencia de las calles Gran Vía y Vara de Rey fue diseñado por el arquitecto José Yarnoz Larrosa.  Se construyó sobre terrenos procedentes de la parcelación llevada a cabo por el traslado del ferrocarril, que hasta 1958 estuvo circulando por la céntrica avenida.

A lo largo de la parte superior de la fachada principal se alinean ocho pilastras rectangulares y capitel corintio. Estos elementos se prolongan por el resto del inmueble, de corte cuadrangular, que marca también la disposición de su interior, con un patio central en la planta baja sobre el que se erige un gran lucernario. El mármol y la madera rematan el revestimiento del interior, que se completa con espacios de oficinas.