La Rioja necesita familias para acoger a menores

Víctor Zurrunero
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Un total de 170 menores están tutelados por la Comunidad Autónoma y unas 90 familias tienen alguno en acogimiento, la mayoría con una relación de parentesco.

El juzgado ha fallado a favor del hombre, padre de tres hijos. - Foto: Ingrid

En la región, un total de 170 menores están tutelados por la Comunidad Autónoma y 91 familias están acogiendo a alguno de ellos en La Rioja. De ellas, 68 pertenecen a su entorno familiar y normalmente se trata de abuelos, pero también pueden ser tíos o incluso hermanos. Además, hay 23, que se denominan de acogimiento familiar ajeno, cuando no existe relación de parentesco con el menor. «Se trata de familias que dentro de su proyecto vital deciden acoger menores», explica el director general de Servicios Sociales, Pablo González.

«Siempre estamos a falta de más familias disponibles y hacemos campañas de captación y sensibilización», afirma González que detalla que hay perfiles de familias más necesarios en estos momentos.  Entre ellos están las familias acogedoras de urgencia, para un periodo de unas semanas o unos meses, cuando se produce una situación de desamparo urgente, mientras se valora el caso a largo plazo. 

También se necesitan familias que puedan acoger a menores con necesidades especiales o que tengan alguna discapacidad. Otros perfiles son aquellos para la acogida de una grupo de hermanos o para niños mayores de 10 años, aunque sea para los fines de semana o vacaciones. 

«Es un muestra de generosidad que unas personas decidan acoger a un menor y ofrecerle lo mejor que tienen», destaca González que transmite el agradecimiento de la Consejería de Servicios Sociales y de toda la sociedad porque prestan un servicio fantástico». 

Situación de desamparo. La causa más habitual por la que un menor tiene que salir del domicilio familiar es la existencia de una situación de negligencia en su cuidado, aunque también se producen otros como los malos tratos. «Normalmente se detecta esta situación por los servicios educativos o los servicios sociales municipales», debido a que son los más cercanos. Una vez detectada la situación se interviene. «En un primer momento se intenta solucionar con apoyos», afirma González. 

Cuando la situación no se revierte y el menor tiene que abandonar el domicilio, «se puede necesitar una familia de acogida», apunta González. En un primer momento se busca en la familia extensa y luego a una familia ajena. Por último, se recurre a un centro residencial. La Rioja, dispone de la residencia La Cometa, para niños de  hasta los 6 años y la residencia Iregua, que acoge a menores hasta los 14 años. Además, cuenta con varios pisos tutelados. 

El primer paso para ser familia de acogida es ponerse en contacto con la Consejería de Servicios Sociales para concertar una entrevista informativa con el servicio de acogimiento familiar. Un encuentro que sirve como una primera toma de contacto y en la que se les explica en qué consiste el proceso. 

Si una vez conocido los detalles, deciden continuar adelante, reciben una formación de una 10 horas en la que se profundiza en el proceso. «Se les aclara mucho más  el proceso o qué pueden esperar, porque muchas veces las personas no tienen muy claro de qué se trata», describe González. 

El siguiente paso es realizar una solicitud de valoración, «ya que necesitan tener una certificado de aptitud para ser familias acogedoras», detalla González que explica que desde la Consejería, y en conjunto con Cruz Roja se realiza la valoración. Una vez se ha superado el proceso, las familias se mantienen a la espera, «y cuando surge una necesidad se les avisa». Es entonces cuando se le asigna un menor para que esté en acogimiento familiar.

Durante todo el tiempo, las familias de acogidas tiene un seguimiento, «con apoyo a todos los niveles desde la Consejería». Una labor que desarrollan en colaboración con Cruz Roja, con el que existe un programa en el que contribuyen en el seguimiento a las familias de acogida y se ofrece también un apoyo psicológico. 

 

"Para mí es como un hermano más". Alejandra Murua tenía 11 años y su hermano 13,  cuando sus padres decidieron formar parte del programa de acogida familiar. Desde entonces han pasado casi 8 años y en su casa han tenido ya 3 niños en régimen de acogimiento. «Para  mí es como tener un hermano más», afirma y asegura que «desde que llegan a casa, son uno más de la familia, y cuando se van sigo queriéndoles como un hermano». 

Verónica Calle es su madre, y considera que esta experiencia le aporta a sus hijos «unos valores sociales que les hace que sean más generosos» además de conocer otras realidades que suceden en su mismo país, «porque a veces pensamos que estas cosas ocurren lejos de nosotros». 

Algo en lo que coincide Alejandra, quien destaca que les hace ser conscientes de que hay niños que sufren esas situaciones y «que nosotros podemos ofrecerles nuestro cariño». Por eso, es una experiencia que recomienda, «es muy gratificante».

Verónica recuerda que cuando estudiaba el bachillerato tuvo la oportunidad de ir de voluntaria a la residencia Iregua y «me impactó mucho». Años después, su marido y ella decidieron convertirse en familia de acogida tras acudir a unas jornadas de formación y sensibilización en el Colegio de Médicos. «Desde el minuto uno nos convencimos. Nos pareció una idea muy enriquecedora para nosotros y nuestros hijos, que aprenden que hay que colaborar y participar en la sociedad».

«Les acoges con mucho cariño y quieres darles todo lo que puedas, no solo en el sentido económico», afirma Verónica, «porque ellos buscan la sensación de seguridad, que hay alguien con el que pueden contar».  Asegura que recomienda «totalmente la experiencia» y le gustaría que la gente conociera esta posibilidad que «es muy gratificante, muy positiva y aporta mucho». Aunque tampoco oculta que tiene su parte dura. «Cuando los niños se van, tienes que asumir esas despedida», por eso agradece que «últimamente se permita mantener cierto contacto».