Una esperanza llamada Daniel

Víctor Zurrunero
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Ajamil de Cameros registra el primer nacimiento en 34 años, con el hijo de una joven pareja, que se fue a vivir al municipio en 2017.

En la imagen, Débora y Francisco con el pequeño Daniel. - Foto: El Día

Como tantos otros municipios del mundo rural, Ajamil de Cameros ha ido perdiendo población de manera paulatina pero constante, en las últimas décadas. Para este pueblo, ubicado a unos 40 minutos de Logroño, reducir el número de habitantes supone un riesgo de desaparición. Aunque, sus vecinos luchan cada día para que la localidad progrese y la comarca mantenga sus servicios. 

Por eso,  el nacimiento de Daniel ha supuesto todos un rayo de esperanza de cara al futuro de la localidad.  No en vano,  hacía 34 años que no se registraba un niño como nacido en Ajamil. Con apenas cuatro meses, el bebé se ha convertido en la estrella del pueblo y todos los vecinos están como locos con el pequeño.

Sus padres, Débora y Francisco, dejaron Logroño para irse a vivir a Ajamil hace cuatro años. Hasta entonces, iban al pueblo algunos fines de semana o en vacaciones, ya que la familia de Débora es de allí.  Una oportunidad laboral  les hizo plantearse hacer las maletas y empezar una nueva vida en la localidad. La economía de la zona se sustenta principalmente en la ganadería y la agricultura. Por aquel entonces, uno de los ganaderos de la localidad se jubilaba y «nos comentaron la posibilidad de comprarle las vacas», recuerda Débora. 

El cambio de residencia supuso para esta joven pareja una giro de 180 grados en su estilo de vida. Además, para Francisco significó entrar de lleno en una profesión que desconocía totalmente. En ese momento, «mi novio no tenía ninguna experiencia», detalla  Débora, quien agradece el apoyo y los consejos de José Antonio, el ganadero que les vendió las reses, para que su pareja fuera aprendiendo el oficio de la ganadería. 

Una modo de vida, hasta entonces desconocido para Fracisco, pero del que ha terminando enamorándose. «Él es de Logroño, subimos a Ajamil y ya no quiere bajar», afirma Débora, mientras reconoce que fue ella  la que tuvo mas reticencias a la hora de cambiar de vida y vivir en el pueblo. «Él lo llevó bien, pero yo era más reticente porque pensaba que iba a ser duro».

Pero pronto se acostumbró al ritmo del día a día en una pequeña localidad y ahora no lo cambiaría. «Nosotros estamos encantados». 

Entre las ventajas de la vida en el medio rural, que han podido comprobar durante estos primeros años viviendo en Ajamil, destacan  «la tranquilidad porque no hay ruidos y se duerme mucho mejor». Aunque Débora reconoce que echa de menos quedar por las tardes con sus amigas de Logroño. 

Pero en conjunto, «estamos contentos de venirnos a vivir aquí», afirma, ya que consideran que ha sido una buena decisión, también pensando en la crianza del pequeño Daniel. Cuando sea más mayor,  piensan llevarlo al colegio de San Román de Cameros, que espera  se pueda mantener con los niños que hay en la comarca. Además, Débora vería con buenos ojos que su hijo quisiera seguir con la ganadería cuando fuera mayor. 

Para toda la localidad, la llegada de Daniel ha supuesto una enorme alegría, como relata el teniente alcalde del municipio, Eduardo García, que destaca que «es un aliciente para seguir esforzándonos y trabajando», para que Ajamil continue avanzando y tenga mejores servicios. Por eso, expresa su deseo de que «más personas se animen» a vivir en el pueblo y que el caso de Débora y Francisco sirva de  ejemplo «de que no es tan complicado».