Nada será igual

Agencias - SPC
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El sector se rebela ante la crisis del coronavirus, que puede sentar un antes y un después en las formas de vestir y de consumir

Nada será igual

Es obvio que con todos los comercios y las fábricas cerradas, la crisis del coronavirus afectará a la industria de la moda. Hacer frente a la pandemia, se torna imprescindible, una situación ante la que se rebela, con pundonor, y lucha por reinventarse y sobrevivir, grandes retos en los que necesita el apoyo institucional y nuevos hábitos de consumo sin hipocresia, alejados del fraude de la globalización.

¿La crisis de la COVID-19 afectará a la forma de vestirnos? ¿Cómo será la moda? ¿Cómo luciremos los modelos? El gallego José Castro fue todo un visionario al diseñar una colección de otoño invierno en 2008-2009 en la Semana de París con elegantes modelos plastificados y burbujas. 

Este desfile pre COVID-19 mostró un riguroso negro con algún toque de color en azul añil, burdeos y dorados. Sofisticados conjuntoscon un gran toque conceptual. Dos siluetas forradas en plástico con las prendas, y otro totalmente esférico por el que caminaba la modelo. 

Unas piezas que dejaban ver los glamurosos diseños que había en su interior, y que a la vez protegían de cualquier amenaza medioambiental, incluido cualquier virus. ¿Es así como luciremos la moda del coronavirus? Quién sabe. 

Lo que sí está claro es que los diseñadores han levantado el hacha de guerra y critican los hábitos de consumo existentes. Modesto Lomba, Dolores Cortés, Roberto Verino y Héctor Jareño, entre otros se muestran, en una conversación telemática, convencidos de que tras esta crisis el sector debe cambiar, y debe hacerlo con las administraciones implicadas, tanto la española como la europea, para aportar soluciones eficaces al sector. «No pedimos ayudas, sí cambios en la normativa», y señalan, por ejemplo, que la Ley de Contratación debería poner en valor lo fabricado en el continente, ya que las condiciones laborales no son iguales en Europa que en Asia.

«¿Vamos a olvidar lo que estamos viviendo, por lo que estamos pasando?, se pregunta Modesto Lomba, presidente de la Asociación Creadores de Moda de España (ACME), quien añade que la globalización que parecía «fantástica, ha pinchado. Es un fraude. Se ha vuelto en nuestra contra». Ahora bien, el confinamiento nos debe servir para hacer un ejercicio de «reflexión, mirarnos al espejo y decidir si estamos dispuestos a cambiar».

La moda lleva años lamentando la externalización de la producción, un hecho que hoy ha puesto en evidencia la destrucción de la histórica industria textil de la que disponía España, que son puestos de trabajo, añade la diseñadora de baño Dolores Cortés. Y, precisamente, esto lo que provoca es que «dependamos muchísimo del exterior y en situaciones extremas podamos tener desabastecimiento», ahonda.

Producto español

Esta crisis es un aviso, la producción fuera de España sale cara, «merma la economía». Con esta lección aprendida es el momento de «revitalizar» la industria, añade el asturiano Héctor Jareño, de la firma Relliquiae, quien considera que la moda necesita un plan que pase por «recuperar los oficios, la fabricación local y hacer hincapié en la artesanía contemporánea, la base del consumo responsable».

Lomba añade que la globalización ha servido para que «algunos ganen mucho dinero con falta de ética», lo que les convierte en «cómplices al trabajar en países donde las condiciones laborales no son las de España ni las de Europa». «China es la fábrica del mundo», donde confeccionan sus prendas incluso las marcas más prestigiosas, confiesa Cortés.

«Sin talento y sin consumo desaparece la riqueza del país y nuestro modo de vida tal y como lo tenemos», explica Jareño, que recuerda que el estado de bienestar se nutre de los impuestos, de ahí que sea importante producir en España y consumir lo nuestro», incide.