¿Quién dijo miedo?

Bárbara Moreno
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Roca Rey levantó a toda la plaza por sus pases de valor. Y Diego Urdiales levantó el vello de la piel al público por sus naturales inenarrables

¿Quién dijo miedo?

Con las entradas casi en su totalidad vendidas, comenzó la tarde alegre ya con el pasodoble del Zapato de Oro, la gente cantando y el aplauso para la banda de música. Y a partir de ahí, se desató una tarde que concluyó con toda la plaza en pie y petición incluso de rabo para Roca Rey y cientos de jóvenes siguiendo al torero en su salida a hombros por la Puerta Grande.

Roca Rey demostró su inmenso valor poniéndose en sitios más que peligrosos a milímetros de los pitones en especial de su segundo toro, levantando no solo pasiones sino también a toda la plaza. YDiego Urdiales, firmó una faena con su propio sello, que levantó los vellos de la piel  no solo a los más puristas sino también al público en general, en especial por su inenarrables naturales.

La tarde fue de menos a más, con un público entregado para ver faenas y divertirse. Y ya con el arranque de los primeros aplausos para el quite de Emilio de Justo y Diego Urdiales. Fue todo un regalo para los aficionados, porque está claro que los quites gustan, y fue precisamente lo que faltó en el mano a mano del día anterior. El brindis del arnedano fue para el periodista Pablo García Mancha. El público, en todo momento con Urdiales bramaban cada pase, incluso en los difíciles de la izquierda. Pero tras una estocada fallida, Luminoso, el toro, tardó en caer, y el público se enfrió tanto que no solo hubo unos cuantos pañuelos blancos, sino que solo se ovacionó al de Arnedo para que saludara.

Con Emilio de Justo, uno de los toreros que más están toreando esta temporada, los espectadores estuvieron con él y con el toro colaborador y noble en todo momento y tras una buena estocada, la gente bramó la petición de oreja con pañuelo en mano, y tras la tardanza del presidente, el policía Nacional Manolo González, la gente se enfrió para pedir la segunda. Y en la primera vuelta al ruedo de la tarde, el torero probó el zurracapote riojano, ante algún grito que otro de alguna mujer que le llamó ´Joselito´y ciertamente es que De Justo se parece al diestro madrileño.

  Y para abrir faena al tercero, el sello Roca Rey, con estatuarios con pases cambiados, ese cite de lejos que levanta pasiones. Es el indiscutible torero del valor. Y aun con la espada desprendida en el animal, el público gritó y grito con pañuelo en mano la petición de la primera y segunda oreja. Y entre el público, tres banderas de Perú. 

El público siguió apoyando a Urdiales con aplausos de alta intensidad en el brindis. Yen una faena con una, dos, tres, cuatro, cinco y seis tandas de oro, hizo vibrar al tendido en cada pase. ¡Qué naturales, que pureza!, si hubiera existido un aplausómetro en La Ribera, en ese momento hubiera estallado. Ya la hora del tercio de muerte, la plaza enmudeció, la gente pedía silencio y cerraba los ojos intentando empujar la espada de Diego contra su fiera para poder pedir con orgullo las dos orejas que se merecía. Pero, con una media estocada y varios descabellos... se perdió el trofeo. Yaún así hubo petición de oreja, y aplausos de consolación para que Urdiales saludase. 

Emilio de Justo le brindó el toro a Diego Urdiales, y la gente lo aplaudió con gran entusiasmo, es lo que cada uno de los asistentes de La Ribera hubieran hecho si hubieran sido los siguientes en la terna, rendirse al torero clásico y a lamentar su mala suerte en estos San Mateos. Y tras pitos al presidente por la petición de oreja que no se concedió a Emilio de Justo... la plaza se rindió al peruano, que aún con la Puerta Grande en su bolsillo por su primer toro, salió a por todas en su segundo toreando de rodillas, pasándose al toro muy ceñido, siempre jugando con el miedo que fue lo que más levantó la plaza. Y terminó como empezó, de rodillas, y con un silencio atroz del público en cada una de las bernardinas que esperó. El público se rindió pidiendo hasta el rabo.

En el callejón se pudo ver en esta tercera tarde de toros al alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, que estuvo en el burladero de la empresa junto a los hermanos Chopera y Roberto Jiménez, torero de Valladolid apoderado de Roca Rey.  Se volvió a ver al presidente de la hostelería riojana, Francisco Martínez Berges y al el presidente de la Hotelería riojana, Demetrio Domínguez. 

En el tendido, el concejal del PP Conrado Escobar, la familia Callaghan de Arnedo, la familia Morón, los Vivanco, en esta ocasión Ana Verano, ataviada con una gigante flor muy favorecedora en el pelo.

 

Una tarde que crea más afición joven

Hacía tiempos que no se veía a tanta gente joven en los tendidos de la plaza de La Ribera, «algo que no pasa solo en esta plaza, sino en todas las de España», comentaban en el burladero de prensa periodistas taurinos de medios nacionales que se recorren las plazas del país. 

Y como ejemplo, la imagen que se podía ver en plaza ayer. Le pese a quien le pese, cientos de jóvenes estaban sentados en La Ribera. Le pese a quien le pese, cientos de jóvenes vibraron ayer con el toreo clásico de Urdiales. Le pese a quien le pese, cientos de jóvenes se levantaron gritando con manos en alto por el espectáculo que dio Roca Rey en especial con su segundo toro. Ypese a quién le pese, cientos de jóvenes bajaron ayer a la Puerta Grande para ver salir en hombros, aplaudir, gritar y hasta cantar al torero que les levantó de las sillas, a Roca Rey, al que le dedicaron hasta canciones como si de un ídolo de masas se tratara, como si su equipo de fútbol hubiera acabado de ganar la copa de Europa y este chico, de casi 25 años, hubiera sido el pichichi que les había llevado a la victoria con un gol en el minuto 89, justo antes de la prórroga. 

Y al final, en la vuelta al ruedo de Roca Rey, para muestra un botón: un niño de unos siete años cogió capote de juguete en mano y le dio unos pases ante un torero que le agradeció el gesto, y un tendido que jaleó al chico.

La tarde de ayer es la que crea más afición joven, y la que llena las plazas del futuro.