La producción del champiñón riojano, afectada por una espora

Pablo Sáenz
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El 100% de las explotaciones del sector están afectadas por el Dactylium, una espora que merma hasta un tercio sus producciones y ante la que se investigan nuevos fungicidas

El presidente de Unichamp, Carlos Sáenz, muestra los efectos del Dactylum. - Foto: Ingrid

El gremio de champiñoneros de La Rioja hace frente a uno de los mayores retos de los últimos años que ha puesto en jaque su estabilidad económica. La enfermedad del 'pelo' afecta desde hace tres meses al 100% de las explotaciones riojanas y su producción se verá reducida «entre un 20 y un 30 por ciento» este año. Se trata de un mal que, si bien «no afecta de ninguna manera a la calidad del producto que se comercializa, reduce nuestra producción», explica Carlos Sáenz, presidente de la planta de compostaje Unichamp y agricultor de Ausejo. De hecho, este impacto pone en riesgo la rentabilidad de los productores y numerosos puestos de trabajo en plantas, explotaciones y fábricas.

El dactylium dendroides, popularmente conocido como 'pelo', es una espora que germina en la tierra de cobertura donde crecen estos hongos y que se propaga por el aire. Visualmente se aprecian manchas blancas de pelos diminutos que se expanden sobre la tierra, restando espacio de germinación para el champiñón. «Donde hay pelo, no crece el champiñón», advierte el agricultor ausejano. Si bien «es una enfermedad que ha existido siempre», este año se ha expandido de manera inusual. De hecho, su impacto no se limita a los cultivos riojanos. En Castilla-La Mancha las explotaciones de Cuenca y Albacete presentan la misma afección. «En Francia e Italia también ocurrió lo mismo. En Francia utilizaban el mismo fungicida que nosotros y hace tres años el dactylium se hizo resistente», señala Carlos.

El presidente de Unichamp explica que «el champiñón es muy delicado a las condiciones meteorológicas» y estas esporas «aparecen con la humedad y el calor. Así como «el cierzo es muy bueno», el bochorno «es lo peor que hay» para este hongo. Por ello, el gremio de cultivadores achaca al clima los motivos de su actual propagación. Por otro lado, Sáenz indica que antes tenían los riesgos controlados debido al uso de un fungicida preventivo que evitaba su aparición, por lo que también barajan la posibilidad de que se trate de «una nueva cepa del dactylium que se ha hecho resistente al producto».

LA SEGUNDA ECONOMÍA. Los cultivos de champiñón representan la segunda economía dentro del sector primario riojano, seguido del vino. Según las estadísticas del Ministerio de Agricultura y la Consejería de Agricultura de La Rioja, en la Comunidad se producen 71 millones de kilos de este hongo al año, con un valor de materia prima de 92 millones de euros.

A nivel de familias, son más de 3.000 las personas que se dedican a estas explotaciones en la Comunidad, donde están registrados 250 cultivos. La mayoría de estas plantaciones se encuentran en Ausejo, Autol y Pradejón –el municipio con mayor concentración de estos cultivos del mundo– aunque también hay algunas en Cornago, El Redal, Corera, Galilea o Aldeanueva de Ebro, entre otras localidades. En mayor o menor medida todos se están viendo afectados por el dactylium.

En Pradejón hay cultivadores que han dejado de sembrar «porque no reciben beneficios», advierte Jorge Heras, presidente de Champra, una de las plantas de compostaje de la localidad. El agricultor pradejonero señala que tienen dos socios que no van a sembrar. En lo que a su producción particular respecta, este cultivador lamenta que tendrá un 10% menos que el resto de campañas anteriores. «Económicamente afecta directamente, es una pasada. Si coges seis kilos y necesitas cinco para cubrir gastos, el pelo se come los kilos del beneficio», comenta, y añade que «ahora mismo cubrimos gastos pero no obtenemos ganancias». Las consecuencias ya son notorias en la planta de compostaje de Pradejón pues, tal y como indica Heras, han bajado un kilo la producción media respecto a años anteriores.

Al no sumar los kilos habituales, los beneficios brutos se ven tan reducidos que algunos champiñoneros no llegan ni a cubrir los gastos de la campaña. En esta línea, Carlos Sáenz advierte que hay que tener en cuenta que «este año las materias primas, electricidad y gasoil han sufrido un incremento de coste muy grande», algo que les sitúa en la cuerda floja.

TRES MESES DE LUCHA. Los primeros casos de 'pelo' en esta campaña se dieron a mediados de septiembre y desde entonces su propagación ha ido en aumento. Después de tres meses lidiando con la enfermedad, el sector celebra que «ahora parece que se está controlando. No sabemos si es porque al llover se ha limpiado el ambiente de esporas o porque hemos llevado a cabo medidas de higiene y prevención más exhaustivas para evitar su propagación», comenta el presidente de Unichamp. No obstante, las consecuencias y su impacto son irreversibles en esta campaña. De hecho, los profesionales del Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón de La Rioja (Ctich) mantienen un estrecho contacto con la Consejería de Agricultura con el objetivo de dar con un producto nuevo que ponga solución al problema. Por su parte, el presidente de Champra advierte que trabajan con alimentos y «no se puede aplicar cualquier producto», algo que dificulta la obtención de una materia prima permitida y eficaz contra el 'pelo'.

Hasta que den con un nuevo fungicida preventivo que contenga la aparición de esta espora, que tanto preocupa al sector, se limitarán a «cercar las manchas de pelo con sal para que no se extiendan», advierte Sáenz. Este remedio no pone solución a su problema pero evita que, dentro de lo posible, la enfermedad no se coma la tierra que necesita el champiñón para crecer.