Y Mecano comenzó a reinar en España

M.R.Y. (spc)
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'Maquillaje' fue el primer paso para que los hermanos Cano y Ana Torroja alcanzaran la cima de un éxito que se prolongó una década tras la que dejaron 'huérfanos' a millones de personas

Y Mecano comenzó a reinar en España

1982 estaba marcado en el calendario como el año de España. Era el del Mundial de Fútbol, la oportunidad de que el país pudiera dar una buena imagen al exterior una vez consolidada la transición a la democracia. Siete años habían pasado desde la muerte de Franco, cinco desde las primeras elecciones democráticas y apenas un año antes había tenido lugar un intento de golpe de Estado. Pero nada podía empañar la gran cita con el deporte rey, el primer gran acontecimiento en el país tras la dictadura gracias al que se modernizaron las infraestructuras de varias de las ciudades sede de un torneo cuyo símbolo eterno fue Naranjito.

Poco importó el nuevo fiasco de la Roja  -no llegó ni a pasar de ronda-. Lo realmente importante era que España comenzaba a entrar en la modernidad y en una época de cambios que se materializó a finales de año, cuando Felipe González ganó sus primeras elecciones generales, iniciando una década y media de Gobiernos socialistas.

Eran los tiempos en los que la Movida madrileña empezó a consolidarse y, como tal, Bailando de Alaska y los Pegamoides -que ese mismo año se disolverían para dar paso a Alaska y Dinarama- se convirtió en uno de los éxitos del verano. Pero, mientras unos se iban, otros llegaban. Y lo hacían con fuerza. Un trío compuesto por dos hermanos y una vocalista empezaba a hacerse su hueco con la otra canción más destacada de las vacaciones: Maquillaje, el principio del gran boom de Mecano.

Con un pegadizo «sombra aquí, sombra allá», Ana Torroja invitaba a los españoles a arreglarse para ir a cualquier sitio, incluso para ir sin invitación a un festejo ajeno, como había reivindicado meses antes con otro éxito -Me colé en una fiesta- para compartir tiempo con «mucha niña mona, pero ninguna sola» en la que había «coca-cola para todos y algo de comer». 

Con letras sencillas y rimas un tanto simples, Mecano ya se había presentado en sociedad un año antes con Perdido en mi habitación, y en 1983 volvía a firmar la canción del verano con Barco a Venus. Más estival fue, en 1984 su Hawaii Bombay, esos «dos paraísos que a veces yo me monto en mi piso», aunque su éxito de ese año fue Aire.

Mecano se iba consolidando y su estilo creativo comenzó a cambiar, con José María Cano tomando las riendas con joyas como Cruz de navajas, Me cuesta tanto olvidarte o la también canción del verano, esta vez de 1987, Hijo de la Luna, todos ellos ya más orientados al pop y con los que se hicieron hueco en el mercado latinoamericano y europeo.

El cénit del trío llegó en 1988, con Descanso dominical, un ambicioso disco con 1.300.000 copias vendidas solo en España, hasta ahora el más vendido por un grupo en el país.  Un álbum con temazos como Eugenio Salvador Dalí, Mujer contra mujer o No hay marcha en Nueva York -y los jamones son de York-.

Pero dicen que todo lo bueno se acaba, y el ocaso de Mecano llegó apenas comenzó la década de los 90 con Aidalai, el inicio del adiós, tras el que el grupo anunció un descanso de tres años que se prolongó seis. Volvió con Ana/Jose/Nacho, un regreso esperado por sus seguidores, pero en el que sus integrantes constataron su falta de ilusión por un grupo que con solo 11 años de trayectoria es una leyenda del país.