Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Evasión o victoria

26/11/2021

Existe el mito de que el deporte es una actividad intrínsecamente meritocrática y por tanto, la mejor forma de selección posible para las universidades americanas. Otros consideran que es la puerta trasera por donde entran las élites al ser la práctica deportiva una actividad de ricos.

El éxito deportivo no depende solo del talento individual. Las variables que intervienen en la victoria de un deportista de élite son tan diversas, que la capacidad personal es una de ellas, entre otros factores. La suerte, el sacrificio, el orgullo, la vanidad y desde luego el tesón explican con la misma fuerza por qué un deportista consigue el triunfo. Todo lo dicho vale para cualquier acción humana digna de ser relatada.

Lo curioso es que las Olimpiadas han conseguido elevar a culto ancestral el hecho que es más importante competir que ganar o dicho de otra manera, que lo relevante es participar. Esta afirmación es ingenua. En el plano moral, la intención puede ser tan relevante como la propia acción; pero en el mundo real el resultado lo es todo.

En Europa nos pueden tanto los prejuicios, que vemos la política norteamericana desde un sesgo demócrata; solo distinguimos entre buenos y malos políticos sin atender a las políticas que ejecutan. Se recibió con cariño a Joe Biden, porque no era Trump y por ser demócrata. Es difícil saber por qué ambas cosas son buenas para el continente, ya que nuestros intereses hace tiempo que divergen de los americanos y no digamos de nuestras políticas.

Los políticos modernos se definen por un amor enfermizo a su opinión. No comprenden que haya gente que no coincida con ellos y confunden acción con eficiencia, cuando en el fondo solo les preocupa el relato. A Trump le importaba no parecer débil mientras que a Biden quiere demostrar lo inteligente que es; a ambos les gusta el sonido de su voz.

La retirada de Afganistán y el acuerdo Aukus confirma que a Joe Biden le preocupa un pimiento la sensibilidad europea y sus aliados, porque solo piensa en Asia. Para desgracia nuestra Trump fue sincero cuando dijo en la OTAN que la UE debía madurar y asumir sus propias responsabilidades. Europa vive engañada al despreciar la fuerza y la disuasión como vestigios del pasado, pues es el discurso de los débiles. La política exterior no vive de las buenas palabras. El pacifismo radical nos ha transformado en un pigmeo internacional.