Darío Gómez tendrá que esperar

M. A. G-S.
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Una tacada de ocho tantos mete a Altuna en la final del Manomanista pese a la resistencia del ezcarayense (22-15)

Darío Gómez. - Foto: Clara Larrea

Primero Elezkano y después Darío Gómez no pudieron evitar que 65 años después dos guipuzcoanos, Erik Jaka y Jokin Altuna, copen una final manista. El 22-15 con el que se impuso el delantero de Amezketa deja a La Rioja a la espera de que uno de los nuestros se vuelva a colar en la final de la especialidad más prestigiosa, aquella en la que Barberito I se coronó con polémica en 1953 (dos años antes de que Soroa y Arriarán II, campeón a la postre, protagonizarán el último derbi guipuzcoano).

Darío lo tuvo en su mano pero Altuna reaccionó a tiempo para desfondar al ezcarayense. Su mérito fue enorme. Enredó al de Amezketa lo suficiente como para poner en tela de juicio el favoritismo del campeón en 2018.

Fue una refriega intensa, en la que Darío respondió con altura a las voleas y sotomanos que le propuso el genio de Amezketa. Altuna está a veintidós tantos de colgarse su segunda txapela del Manomanista, pero para llegar a la final tuvo que luchar lo indecible.

Cerró el partido con una tacada final de ocho tantos, cuando el esfuerzo físico acabó por tumbar a un Darío Gómez que resistió heroicamente. Mientras le aguantaron las fuerzas, devolvió todo lo posible hasta que Altuna dijo basta.

El estelar de Eibar arrancó de la mejor forma posible.  Darío se puso 0-3 sin mucho sacrificio:saque-remate, un resto de saque elevado de Altuna y un tremendo pelotazo bastaron para abrir hueco.

Sin embargo, el primer error de Darío de los diez que firmó, propició la reacción del delantero colorado. Al riojano se le cayó a la chapa el intercambio y Altuna firmó una tacada de siete tantos (3-7). Darío defendió mucho pero la potencia del peloteo acabó desarbolándole.

Recuperó la iniciativa y ahora fue él quien le devolvió la tacada (10-7). El primero llegó de un pelotazo larguísimo, el segundo pilló a contrapié a Altuna que, a continuación, entregó un saque sibilino en el colchón superior. Así, hasta el referido 10-7, firmado con un violento dos paredes de Darío que demostró que, además de defender, también podía ejercer de artista. La genialidad del ezcarayense contrarió a Altuna, que comenzó a desgastar a su rival. Primero le cosió a pelotazos, después le obligó a restar mal para firmar el empate a diez con un saque muy largo mal visto por Darío.

La contienda era pareja. Altuna apuntillaba con arte. Darío tiraba de resistencia numantina para firmar abrazos a once y catorce, tras un gran saque del riojano. La última ventaja azul llegó a continuación (15-14), tras una titánica defensa que Altuna no acertó a quebrantar. La final, insospechada, aguardaba a siete tantos. Pero las fuerzas escaseaban. Altuna percutía, dominaba y no cedía. Darío defendía y, cuando pasó al ataque, su dejada fue vista por Altuna que le superó. Fue el 15-15 y fue el anticipo del desenlace. Altuna firmó su cuarto saque y Darío, con todo a favor, erró su dejada. Del 16-16 al 15-17. Quedaba mucho pero Darío estaba muerto. Resistió por encima de lo esperado. Llevamos 67 años aguardando. Toca seguir haciéndolo.