Cuando Logroño tuvo playa

El Día
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Hoy los logroñeses disfrutan del Ebro paseando por sus orillas y contemplando su plácido fluir desde puentes y miradores. Durante años, el río bullía en verano de gente bañándose en las piscinas fluviales y remando en barca

El final de la playa del Ebro llegó con la construcción del complejo de Las Norias en 1993. - Foto: El Día

El verano es tiempo de sombra y de chapuzón en piscinas, pozas...o a la orilla del mar. Logroño no tiene playa, pero la tuvo en el siglo pasado. O al menos así se denominaba a una peculiar zona de baños a la orilla del Ebro que contaba con piscinas fluviales de tres tamaños, una más pequeña, destinada al público infantil, una mediana y otra grande, la más profunda y de mayor tamaño. Un sistema de regulación con canales permitía que el agua entrase desde el Ebro y saliese de nuevo al cauce. 


Las populares piscinas de Logroño se convirtieron durante mucho tiempo en lugar de reunión de cuadrillas de amigos y familias de la capital y las cercanías, que acudían a comer, merendar y hasta cenar en la zona, atraídos por las apacibles sombras de los chopos y por la cercanía del agua. 


Junto a las piscinas de la playa se situaba un embarcadero, en el que se podían alquilar barcas de madera a remo que permitían navegar por el tramo del río que lo permitía, desde la presa de la Guillerma hasta la del molino de Sarasa. 

Las barcas de ‘El Pasti’ fueron un clásico de los veranos logroñeses durante años. Las barcas de ‘El Pasti’ fueron un clásico de los veranos logroñeses durante años. - Foto: El Día

 

las barcas de ‘El pasti’. El encargado de su buen funcionamiento era Pablo Rodríguez, apodado ‘El Pasti’. La popularidad de este entretenimiento veraniego hizo que las barcas adoptasen el nombre de barcas de ‘El Pasti’.


El contacto de Logroño con su río se remonta hasta el surgimiento de la ciudad. El puente de piedra y la ribera del Ebro siempre fueron un símbolo para la capital riojana. El Ebro ayudó a Logroño a resistir el asedio del general francés Asparrot en 1521. Durante mucho tiempo, el río resultó clave para la vida cotidiana de muchos logroñeses. 


Como zona recreativa, la playa se inauguró el 18 de julio de 1967. En este momento se acababa de construir la primera de las piscinas. La popularidad que adquirió llevó al Consistorio del momento a ampliar y adaptar la zona para todos los públicos, añadiendo dos piscinas nuevas. A partir de entonces, ese entorno se convirtió en el lugar de recreo de Logroño. Junto a este espacio se ubicaba el complejo de La Hípica y pronto se construyó el Adarraga. El final de las piscinas llegó cuando en 1993, se inauguró el complejo deportivo de Las Norias.