La Rioja espera una cosecha de oliva más corta y de calidad

Feli Agustín
-

Recta final de la recolección de un cultivo que en las dos últimas décadas ha pasado de elaborar aceite para el autoconsumo a exportar a Europa o Asia

Consideran que el sector atraviesa una situación de precariedad - Foto: Gobierno de La Rioja

f

Encaminándose al final de la recogida que, si las condiciones meteorológicas no dilatan concluirá con el año, la cosecha de aceituna se prevé más escasa -a inicios de campaña, la presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Aceite de La Rioja, Clara Espinosa, estimaba que serán entre 2,5 y 3 millones de kilos de aceituna, para una elaboración de unos 500.000 litros-, pero de  gran calidad.

«La aceituna llegó al momento de la recolección en un estado sanitario muy bueno, porque no se ha visto afectada ni por plagas ni enfermedades reseñables», informa Elvira Cantabrana, secretaria del Consejo Regulador de la DOP, que avanza que «con este estado, el aceite se prevé excelente», siempre con cautela, porque las lluvias o las heladas invitan a ser prudentes y no aventurar calidad, aunque sí se prevé menos cantidad «porque el año pasado fue un cosechón».

«El olivo es una especie vecera [un año da mucho fruto y poco o ninguno al siguiente]», explica Cantabrana, que informa de que el año pasado, bajo la Denominación, se recogieron 3,3 millones de kilos.

Iniciada en tiempo y forma, entre finales de octubre y principios de noviembre, la campaña comenzó con normalidad, aunque las lluvias registradas los últimos días  obligaron a parar [de hecho el puente de la Constitución, cuando se sitúa el pico de recogida, no ha sido tal], pues la oliva entraría en la almazara con mucha agua, lo que podría derivar en defectos, explica Cantabrana.

El sector ha experimentado a lo largo del milenio un importante proceso de transformación, al pasar de una producción de autoconsumo en el año 2.000 a convertirse en una alternativa comercial a través de las 74 marcas, frente a las dos de hace dos décadas. «El sector se va transformando», constata Cantabrana, que destaca que el mapa del olivar en La Rioja ha cambiado de terrenos pequeños y árboles antiguos, «que no son las más rentables», a plantaciones más modernas, dispuestas en seto.

Alternativa profesional. Esta evolución también es patente en el aspecto económico porque, de ser el complemento a otros cultivos, se ha convertido en la actividad exclusiva de varias familias, que cultivan la aceituna, producen el aceite y la comercialización. 

«Adoptan el modelo de empresa familiar que cubre todo el proceso», explica la secretaria del Consejo Regulador de Aceite de La Rioja, que añade que funcionan también varias cooperativas en Arnedo, Calahorra o Galilea.  El Consejo promueve las variedades redondilla y royuela, autóctonas de La Rioja, aunque es la arbequina la mayoritaria, al ser «más rentable» por las posibilidades que ofrece de cultivarse en seto, «cae con mayor facilidad a la hora de la recolección y da mucho aceite».  «Se ha extendido mucho por el norte de España», explica, al tiempo que incide en su apuesta por las variedades de La Rioja, «que dan matices diferentes, con las que se consiguen aceites distintos y es más fácil competir en el mercado».

Es un sector «muy complicado», afirma Cantabrana, que añade que está «continuamente expuesto a la subida y bajada de precios», pero muestra su satisfacción porque La Rioja produce aceite «de gran calidad, que crea fidelidad en quien lo prueba». De hecho, asegura que «se va abriendo hueco y posicionando en un mercado» difícil.

 La DOP Aceite de La Rioja cuenta con 1.400 hectáreas inscritas  de 700 olivicultores que, de media, producen en 14 almazaras medio millón de litros de aceite. Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Suiza, Japón y China son los principales mercados del Aceite de La Rioja en el exterior, donde el ecológico, que representa un 35 % de la producción, goza de gran demanda.

Su cultivo ha estado siempre más extendido por Rioja Media y Rioja Baja, y se «perdió completamente» a finales del siglo XX en Rioja Alta, donde se ha ido recuperando tras las creación de la Denominación , en octubre de 2004. «Ahora allí  hay también olivos, que producen aceites con denominación de origen muy buenos», apunta. «El cultivo del olivo forma parte de nuestra historia, cultura y gastronomía y de los paisajes», concluye la representante del aceite riojano, que destaca también su importancia como elemento vertebrador de ecosistemas, que contribuye a la fijación de población  y el desarrollo rural.