El ocaso de un clásico

EFE
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Las pocas cabinas de teléfono que aún quedan repartidas por el país se extinguen tras 93 años activas al registrar una llamada a la semana

Los locutorios han vivido un total abandono ante la llegada de los móviles. - Foto: Reyes Martí­nez

Quién no ha buscado alguna vez en su vida una cabina de teléfono para hablar con su familia o con su novia. Estudiantes, militares, comerciales... Casi todo el mundo recuerda, aunque los más jóvenes no poseen esa referencia, meter unas monedas para hablar  en la distancia desde la calle, en un hábito que prácticamente ha desaparecido.

Con un promedio de una llamada semanal y un uso que se diluye año a año, las 14.824 cabinas de teléfonos que están desplegadas por toda España dejarán de ser un servicio universal obligatorio a la «vuelta del verano», siete años antes de cumplir su primer centenario, en 2028.

A partir de que se apruebe la nueva Ley estatal de Telecomunicaciones, «en septiembre u octubre», tanto cabinas como guías de teléfono dejarán de ser consideradas como un servicio obligatorio, aunque «se mantendrán seguramente» en funcionamiento hasta el 31 de diciembre, según asegura el secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Roberto Sánchez.

Telefónica es el operador que está obligado a mantener este servicio tras un concurso convocado por el Ministerio de Asuntos Económicos y de Transformación Digital y que habitualmente queda desierto. Ningún operador puja por esta prestación. La última adjudicación se produjo hace dos años, en diciembre de 2019, y expirará el último día de este año. «Lo que no se hará será renovar», explica el secretario.

La operadora no desvela sus planes de desmantelamiento de las cabinas, ni tampoco los costes de mantenimiento de unos equipos en desuso, aunque recuerda un proyecto piloto que está llevando a cabo en Andalucía, donde estas estructuras se usan como puntos de recarga o de información turística. 

La irrupción de la telefonía móvil ha sido la causa principal de la caída en desuso de estos teléfonos. Ya en 2006, se registraron más líneas de celulares móviles que habitantes. De hecho, más del 88 por ciento de la población reconoce no haber usado nunca una cabina.

Los tiempos cambian y se llevan el romanticismo y la nostalgia de lo que suponía la práctica de descolgar un teléfono público que, como en la película de La Cabina, su protagonista José Luis López Vázquez es trasladado ante la imposibilidad de abrirla, quedando en el olvido.