Urdiales, un canto al toreo en Burgos en una tarde triunfal

Efe
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El diestro arnedano corta tres orejas y sale a hombros en el cierre de la Feria de San Pedro y San Pablo de la ciudad castellana

Diego Urdiales y Roca Rey salen a hombros de la plaza de Burgos. - Foto: Santi Otero (Efe)

El diestro Diego Urdiales protagonizó este martes una rotunda y magistral tarde de toros en el cierre de la Feria de San Pedro y San Pablo de Burgos, donde cortó tres orejas y salió a hombros en una tarde también triunfal del peruano Roca Rey, que cosechó el mismo balance artístico, pero con menor rotundidad.

Concluía la feria burgalesa y en el ambiente todavía había cierta estupefacción por la repentina retirada de Enrique Ponce. El valenciano dijo adiós en la víspera de forma inesperada y a través de un breve comunicado en las redes sociales. Una decisión que propició que ya hoy no hiciera el paseíllo en Burgos, donde estaba anunciado, y que hizo que fuera finalmente el riojano Diego Urdiales el encargado de sustituirle en el cartel estrella de estos "Sampedros". Precisamente fue Urdiales el que firmó el toreo más caro de la tarde. En su primero, un buen toro de Torrestrella, llevó a cabo una faena de esas que recuerdan a otras épocas por la pureza, por la verdad, por el tremendo clasicismo de interpretar el toreo. Además de dejar su sello a la verónica, lo mejor brotó por naturales, muy sentidos, muy naturales y hondos. Qué manera de torear la del de Arnedo, que, sin embargo, no pareció conectar lo suficiente con los tendidos a lo largo de una faena de mucho fondo, para aficionados. Cortó una oreja, pero la obra fue de canto grande. Y si esta fue de altísimo nivel, la faena al cuarto ya fue para quitarse el sombrero ante otro toro de excelsa calidad, al que Urdiales toreó como los ángeles en una faena en la que puso todo el corazón para torear a cámara lenta, abandonándose por momentos, dominando la situación por la tremenda naturalidad de su toreo, que brotó en Burgos como una auténtica obra de arte.

A derechas hubo mucha conjunción y al natural hubo mimo y hondura para dar y tomar, con las puntas de la yemas barriendo la muleta por el albero y sometiendo al burel, que acabó totalmente rendido a la maestría de Urdiales, que fue volteado en el epílogo de su labor y que esta vez sí que cortó las dos orejas tras una gran estocada. Roca Rey cortó una oreja de su primero, otro toro con notables cualidades de Torrealta al que instrumentó una faena de apabullante autoridad y en la que conectó con la gente por su quietud y ajuste en cada muletazo. Y algo parecido ocurrió con el gran sexto, al que Roca firmó una faena explosiva y muy comunicativa en los tendidos, que vivieron con auténtica pasión la obra del joven limeño, que alternó un toreo de mucho mando con sus consabidos alardes en la distancia corta que acabaron por prender la parroquia burgalesa. Dos orejas para él. A Emilio de Justo le tocó bailar con la más fea hoy en Burgos, pues a sus manos fue a parar el toro más deslucido del envío, el segundo, un animal descastado y poco colaborador con el que el que el extremeño se justificó a base de entrega. El quinto tuvo sobre todo mucha nobleza y De Justo lo aprovechó para cuajar una faena templada y ajustada sobre ambas manos y abrochada por bernadinas. Cortó una merecida oreja. f

Ficha del festejo: Seis toros de Torrealta, aceptablemente presentados y, salvo el descastado segundo, de buen juego en general. Diego Urdiales, de rioja y oro y que sustituía a Enrique Ponce: estocada (oreja con petición de la segunda); estocada (dos orejas). Emilio de Justo, de grana y oro: estocada y tres descabellos (ovación); estocada (oreja). Roca Rey, de catafalco y oro: estocada (oreja con petición de la segunda); estocada (dos orejas). La plaza rozó el lleno sobre el aforo permitido.