Ritmo: lo que le falta a LaLiga

Diego Izco
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El miedo a la derrota se ha instalado como patrón mayoritario en la competición... y apenas hay uno o dos partidos que se salvan en cada jornada. Golpe de mano del Barça en Sevilla, donde podía perder LaLiga

Ritmo: lo que le falta a LaLiga - Foto: MARCELO DEL POZO

Estamos mirando nuestro fútbol como miraríamos un extraño artefacto caído del cielo, dándole vueltas y analizándolo por todos lados, intentando ver por dónde le llega este aroma a cerrado, a podrido. Lo miramos con pena, porque anteayer era la envidia del planeta entero y hoy un despojo cogido con pinzas. El sábado se marcó el gol 600 de la competición en el partido 240, cuando antes nos hacían falta cuatro o cinco jornadas menos para alcanzar esa cifra. Y podríamos ser tan cegatos de echarle toda la culpa a que Cristiano se fue y Messi se apaga, sin darnos cuenta de que en la Liga se ha impuesto el miedo a perder 1.000 veces por encima del vértigo por la victoria, que es a lo que juega casi todo el mundo. A LaLiga le falta ritmo, mucho ritmo:tuvimos un Cádiz-Betis solucionado en un zarpazo esporádico en el 85, un Alavés-Osasuna que fue una tortura para los sentidos, algo similar al Celta-Valladolid o a un Levante-Athletic resuelto con dos penaltis, uno que fue y otro que no... Apenas quedan partidos decentes a los que agarrarse. 

De prestigio

De lo poco potable de la jornada (sin contar con el duelo de anoche... o contando con él) estuvo en las botas del Barça, que logró en Sevilla un triunfo de prestigio, de los que refuerzan ideas y proyectos. Podía perder media Liga o una Liga entera ante un equipo que no encajaba y que dos lunas atrás le había hecho un 2-0 en Copa... y el Barça dominó de cabo a rabo el duelo y se llevó un 0-2 para seguir apretando y creyendo:la Copa de Europa es ya una quimera, así que las posibilidades de darse alguna alegría este año pasan por mantenerse vivos de fronteras adentro. 

La efectividad

El Villarreal-Atlético no se quedará en ninguna videoteca del mundo, pero sí en el imaginario colectivo para reforzar la idea de qué es el ‘cholismo’: hacer el 0-1 a balón parado, recibir 19 disparos sin gol, hacer el 0-2 en un error rival, poner el partido a dormir desde la defensa. Lo que quiso hacerle al Chelsea, claro, pero le salió rana.