El virus no puede con la vendimia, pero castiga a las bodegas

M.H. (SPC)
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La recolección de la uva está finalizando con relativa normalidad en Ribera del Duero, La Mancha y Rioja a pesar de las restricciones de esta campaña motivadas por la pandemia

Las mascarillas han pasado a formar parte de la estampa de la vendimia este año.

El sector agroalimentario ha dado la cara desde que empezó la pandemia y sigue dándola sin arrugarse por rebrotes o confinamientos selectivos. Es esencial para que la población tenga acceso a la alimentación y ha sabido sortear las dificultades de estos últimos meses a base de esfuerzo. Un claro ejemplo de esto es la vendimia de este otoño, que se está desarrollando sin mayores problemas, más allá de las restricciones y recomendaciones sanitarias lanzadas por las autoridades y por el sentido común gracias, en gran parte, al buen hacer de los propios consejos reguladores de la denominaciones de origen.

Desde el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja, a falta de pocas parcelas para concluir, comentan que las medidas que ellos mismos se han autoimpuesto, como crear grupos burbuja de vendimiadores o tener EPIs siempre disponibles (en las bodegas, además, están dividiendo los equipos para reducir los contactos), han funcionado adecuadamente y no ha habido que lamentar problemas. En La Mancha, con la recogida finalizada en el Pilar, tampoco se han producido incidencias: se han seguido las recomendaciones de la Consejería de Sanidad evitando así casos positivos y los trabajadores, aunque un poco incómodos al principio a causa de mascarillas, distancias y demás, llevan a cabo su labor en buenas condiciones.

En la Ribera del Duero (también a falta de pocos majuelos para terminar), según el Consejo Regulador, han ido un paso más allá. En primer lugar, y por iniciativa de la Consejería de Agricultura de la junta de Castilla y León, se están realizando pruebas PCR gratis a todos los temporeros que se encuentren fuera de su zona de salud, si es que no se les ha practicado ya por parte del viticultor o de la bodega que los contrata, una práctica que se ha hecho habitual; hay tres puntos para realizar estas pruebas que se encuentran ubicados en San Esteban de Gormaz (Soria), Aranda de Duero (Burgos) y Peñafiel (Valladolid) y el día 1 de octubre, por poner un ejemplo, a media mañana ya se habían llevado a cabo 400.

Pero además de esto hay otra interesante iniciativa proveniente del hospital Santos Reyes de Aranda de Duero que consiste en habilitar un espacio en el recinto ferial de la localidad gracias a la colaboración de su Ayuntamiento para que aquellos vendimiadores que den positivo pero no requieran hospitalización puedan pasar la cuarentena y no se queden en la calle. La manutención, la higiene y otros gastos corren a cargo del Consejo Regulador, que deja así claro que lo principal es la seguridad y el bienestar de los trabajadores. Por suerte, con la vendimia casi acabada, tan solo una persona ha tenido que pasar por estas instalaciones. En cualquier caso, en la Ribera ha molestado más la lluvia, que paraliza las tareas, que el virus.

La producción aumenta respecto al año pasado (en Rioja, con 409 millones de kilos, la califican de «generosa»; en Ribera del Duero 123 millones). Y la uva, además, es buena. La primavera, lluviosa y sin heladas tardías, y el verano, con calor y agua puntual, han propiciado un fruto con muy buena calidad y excelente estado sanitario. Es cierto que las tormentas han hecho daño en áreas concretas, pero en general viticultores y bodegas están satisfechos.

Eso sí, el aumento generalizado en la cantidad de uva se ha notado en los precios. Eso aseguran las organizaciones agrarias en Ribera del Duero, donde el precio ha caído del euro que se pagó el año pasado a los 70 u 80 céntimos. Afortunadamente, se cubren gastos de producción.

 

El parón de la hostelería

Con lo que no están tan contentas las bodegas es con el confinamiento que se impuso durante tres meses. Iker Ugarte, presidente la Asociación de Bodegas de la Ribera del Duero, revela que en esta zona el 60% del vino que se produce está destinado a la hostelería, más o menos como en otras denominaciones. Esos tres meses de parón y la limitada actividad que ha ido habiendo después les ha perjudicado mucho (de la misma manera que a Rioja o a La Mancha), un daño que el aumento en las ventas digitales (sector poco más que testimonial) y en supermercados no ha conseguido paliar. Ugarte espera que la ventas en Ribera del Duero se desplomen un 20% este año, con el factor agravante de que son las bodegas pequeñas y medianas las más ligadas a bares y restaurantes.

Las ventas al extranjero tampoco van a ser ningún alivio. No se exporta más allá del 20% por ciento y, siendo la Unión Europea, que también sufre una importante caída en el plano económico, el destinatario más significativo de los vinos españoles, no cabe esperar que otros países solucionen la papeleta.