La Covid se ceba con los más vulnerables

Gustavo Basurto
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Cáritas y Cruz Roja no detectan tanto un perfil nuevo de pobre como el agravamiento de trabajadores en precario e inmigrantes en situación administrativa irregular

Una profesional de Cruz Roja atiende a un usuario en la sede de Logroño. - Foto: Clara Larrea

La pandemia no ha creado, de momento, un nuevo tipo de pobres, como sí ocurrió en la crisis de 2008, pero ha agravado las condiciones de vida de miles de personas que ya sobrevivían en situaciones de precariedad y de otras que se recuperaban tímidamente del duro golpe de ese crack económico de hace 12 años. Es el diagnóstico provisional que hacen organizaciones benéficas como Cáritas y Cruz Roja, que se ven desbordadas en este nuevo tiempo para atender las necesidades sociales más acuciantes y que miran al futuro con incertidumbre, porque de prolongarse la crisis sanitaria, el empeoramiento de la economía podría empujar a la pobreza a otros grupos que resisten aún gracias a los ERTE o al apoyo familiar.

¿Se percibe un nuevo perfil de pobres por culpa del coronavirus? «Fundamentalmente lo que vemos es un agravamiento de las situaciones de precariedad que ya existían», explica Juan Antonio Meléndez, coordinador general de Cáritas La Rioja. Algo similar sostiene Jaime Caballero, coordinador autonómico de Cruz Roja: «En 2008 notamos un cambio grande en el perfil de las personas a las que atendemos; ahora no vemos ese cambio tan drástico, aunque quizás es porque primero ha sido la crisis sanitaria y ahora viene la económica».

Que por ahora no se perciba esa nueva tipología de pobres no quiere decir que la situación que deja la pandemia no tenga tintes dramáticos. Los damnificados son principalmente personas que se recuperaban tímidamente de la crisis de 2008 o bien inmigrantes en situación administrativa irregular, que trabajan en la economía sumergida, ya sea la venta en la calle o el cuidado de mayores en casas, viven de alquiler en habitaciones o en pisos sin contrato y que no pueden acogerse a los ERTE ni a la mayoría de ayudas y prestaciones, describen desde Cáritas.

En Cruz Roja recuerdan que antes de 2008, la ayuda iba en mayor  medida a mujeres e inmigrantes, y a partir de ese año, con la crisis, llegaron muchos trabajadores, sobre todo de la construcción, que perdieron su empleo. En estos años, el destino de muchos de los reinsertados laborales del estallido de la burbuja inmobiliaria ha sido la hostelería, en la que ahora aguantan gracias a los ERTE, lo que hace que muchos de ellos aún no hayan acudido en busca de ayuda.

 

Alimento y vivienda. Las cifras dejan clara la gravedad de la situación. A Cáritas han llegado en lo que va de 2020 en busca de alimento o de ayuda para pagar el alquiler unas 500 personas más que en un año normal, y por su Centro de Reparto de Alimentos han pasado ya 1.500 personas, cuando en todo 2019 fueron 900.

 Cruz Roja tuvo que poner en marcha el programa ‘Responde’ específico para la pandemia, con el que ha atendido desde el 1 de marzo a 56.233 personas, que reciben kits de alimentos y de higiene, pero también apoyo en materia escolar o para desplazamientos para hacer pruebas PCR a temporeros. Predominan las mujeres (34.337), con un perfil de edad de entre 25 y 50 años. 

La solicitud de ayudas para pagar el alquiler de la vivienda ha aumentado muchísimo por la pandemia. De marzo a mitad de septiembre, Cáritas ha entregado 141.000 euros en ayudas, cuando lo normal son 100.000 para todo un año.

El zarpazo del virus se nota también en los solicitantes al Fondo de Solidaridad de Cáritas, creado en 2008 y orientado a familias con hijos a cargo que reciben de 300 a 550 euros de ayuda durante un periodo de 3 a 5 meses. La ‘mejora’ percibida hasta el año pasado, con 25 casos atendidos, se ha ido al traste y 65 las familias han recurrido ya al Fondo en lo que va de pandemia.

Otro ayuda que cita Juan Antonio Meléndez es el apoyo para optar al nuevo Ingreso Mínimo Vital, inicialmente dirigido a orientar a los solicitantes, pero que se ha ampliado a la tramitación de la ayuda por el colapso que hay en la Administración y por la brecha digital.

De momento, ese respiro tan esperado no ha insuflado demasiado oxígeno entre los más necesitados. Meléndez apunta que en La Rioja se calculaba que el Ingreso Mínimo Vital podría llegar a unas 8.000 personas, pero estima que hasta ahora no estarán cobrándolo mucho más de 400, que ya percibían prestación por hijos a cargo y ahora se han derivado a la nueva ayuda. Como el Ingreso Mínimo Vital establece más posibilidades de acogerse que la Renta de Ciudadanía, que percibían unos 2.400 riojanos, lo lógico es que muchos soliciten la nueva ayuda.

Cruz Roja ha realizado durante la pandemia un seguimiento telefónico a personas habituales de sus programas de ayuda social y a mayores, y ahora las llamadas, que alcanzan ya las 27.000, se dirigen a informar sobre el Ingreso Mínimo.

A todos las ayudas ya citadas, las organizaciones benéficas suman otras acciones y sus programas fijos. A Cáritas, además de inmigrantes ‘sin papeles’, acuden también familias monoparentales y ‘trabajadores pobres’ españoles, además de programas fijos, como las 15 viviendas de alojamiento temporal o la acogida de presos. También se presta apoyo escolar, ayudas para la compra de libros que no entran en las becas oficiales. 

Lo mismo ocurre en Cruz Roja, que además de los damnificados por la Covid, mantiene programas de empleo o de mayores, entre otros. De todo ello, se encargan 160 trabajadores y 3.200 voluntarios, de estos últimos 873 incorporados durante la pandemia. Cáritas, cuenta con 17 empleados y casi 700 voluntarios, que en el caso de los más mayores han tenido que ejercer su apoyo por teléfono, desde casa, para no exponerse al virus.

Hay además una aportación de 100.000 euros concedida por el Ayuntamiento de Logroño a Cáritas y a Cruz Roja para atender a personas vulnerables que no puedan optar ni a la Renta Básica de Ciudadanía ni al Ingreso Mínimo vital.

Todo este sobreesfuerzo descuadra las cuentas. Cáritas ya ha reajustado su presupuesto de este año, que era de un millón de euros, con un extra de 300.000 euros, un déficit que deberá afrontar con fondos propios. De cara a 2021, el horizonte es «oscuro» a los ojos de Juan Antonio Meléndez, que teme que si los ERTE se acaban, habrá que ayudar a muchos trabajadores de sectores como la hostelería, cuidado de personas e incluso autónomos. Por ello, hace un llamamiento a la solidaridad de los ciudadanos en forma de ayuda económica, para lo cual pueden dirigirse a la dirección caritaslarioja.org o bien buscar las cuentas bancarias en la web.

El programa ‘Responde’ de Cruz Roja tiene vigencia en principio hasta el 31 de diciembre, «y a partir de ahí veremos qué pasa», comenta su coordinador autonómico, que pide a las administraciones y a las empresas para que mantengan su colaboración con la entidad, «porque si no, nosotros solos no podremos afrontar todo».