Una industria que cambió zapatos por mascarillas

Víctor Zurrunero
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Empresas de Arnedo se reinventaron para fabricar materiales de protección que donaron a sanitarios y residencias de mayores.

Una trabajadora cose mascarillas en una fábrica de Arnedo. - Foto: La 7 de La Rioja

Con la llegada del coronavirus la mascarilla se ha convertido en un complemento más del día a día.  Un año después, los ciudadanos se han acostumbrado a usarla en todas las situaciones y hasta combinarlas con el resto del vestuario. Pero durante esas primeras semanas de la epidemia, encontrar mascarillas se convirtió en tarea imposible. Ante esta situación, empresas de Arnedo se pusieron manos a la obra y su histórica industria del calzado se reinventó para ponerse a fabricar equipos de protección, llegando a producir más de mil mascarillas al día. Una decisión, que por un lado ayudó a palia la escasez del mercado y por otro sortear el cierre que sufrieron muchas empresas durante el confinamiento. 

Basilio García, director general de Callaghan recuerda como su hermano le propuso fabricar mascarillas, «al no poder conseguirlas de ninguna manera» y en la fabrica cambiaron los zapatos por los equipos de protección. 

Con un patrón básico y los materiales de fabricación de calzado que tenían «a mano» consiguieron producir un modelo muy primario, pero que les permitió «en 24 horas tener mascarillas para todo el personal de la fábrica», explica García.

«Nuestro primer objetivo era protegernos», detalla el director general, «pero luego fabricamos 40.000 unidades para donar». Su destino fueron centros de salud, residencias de mayores y hospitales.  

Un cargamento que en muchas ocasiones sustituyó los rudimentarios equipos que elaboraban, a la desesperada, los sanitarios con bolsas de basura entre otros materiales. 

Este gesto solidario de la industria arnedana recibió el agradecimiento de toda la sociedad y especialmente de los  profesionales de la sanidad que se enfrenaban día a día al virus. 

Así, Basilio García recuerda emocionado como algunos médicos o enfermeras entraban en la tienda para darles las gracias porque con esa decisión «nos habéis ayudado a salvar vidas».