Isabel Díaz Ayuso, segunda parte

Pilar Cernuda
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La madrileña es hoy la mujer española en la que convergen todas las miradas por el protagonismo político alcanzado en los últimos meses

Isabel Díaz Ayuso, segunda parte

Inicia su segundo mandato. Le quedan por delante dos años de una legislatura que inició en precario porque tuvo que negociar con Ciudadanos y Vox para formar Gobierno, ya que Gabilondo había ganado las elecciones, y empieza el nuevo capítulo con una mayoría aplastante y el PSOE convertido en la tercera fuerza madrileña. Isabel Díaz Ayuso, casi una desconocida cuando Pablo Casado la designó candidata al Ejecutivo regional, es hoy la mujer española en la que convergen todas las miradas por el protagonismo político alcanzado en tan poco tiempo; provoca, incluso, más expectación que las cuatro vicepresidentas del Gobierno de Pedro Sánchez.

No hay que llamarse a engaño, ella misma admite que son muchos los factores que han determinado su éxito. Su forma de ejercer la política, desde luego, pero también el rechazo tan profundo que provoca Pedro Sánchez, que no afecta solo a los votantes tradicionales de centro y derecha, sino también a un porcentaje de antiguos seguidores de izquierda que no se sienten representados por un presidente que ha formado coalición con Podemos y buscado como socios a partidos que siempre habían sido contrarios al ideario socialista. Sin embargo, su principal atractivo es su defensa a ultranza de los intereses de los madrileños aunque eso suponga mantener una postura permanentemente enfrentada a la del Gobierno central. Cuanto mayor era la confrontación con Sánchez, más eran los apoyos que sumaba Ayuso entre los ciudadanos de Madrid.

Por otra parte, entre los votantes del PP no acaba de cuajar Pablo Casado, que no ha cumplido las expectativas que habían puesto en su figura. Falto de propuestas y de energía, ha dado bandazos ideológicos para distanciarse de Vox que a menudo tuvieron consecuencias negativas para el PP. Pero Casado, que hace solo dos meses vivía una situación complicada, con un futuro incierto, ha capitalizado personalmente el triunfo de Ayuso el pasado 4 de mayo, hasta el punto de que las encuestas publicadas desde entonces le sitúan como ganador de unas elecciones generales si se celebraran en este momento.

La relación entre Ayuso y Casado afectarán al día a día del segundo Gobierno de Díaz Ayuso. No porque vengan condicionadas por el presidente del PP, ya que la madrileña ha demostrado sobradamente que tiene criterio propio y lo mantiene contra viento y marea, como se ha visto cuando se empeñaba en tomar decisiones contrarias a Moncloa; pero sí afectarán a su forma de ejercer el gobierno porque se analizarán con lupa las iniciativas que tome que no sigan escrupulosamente las consignas emanadas de la calle Génova.

 

Cómplice 

Ayuso no se ha sentido concernida por el discurso de ruptura absoluta de Casado con Vox, dialoga con Rocío Monasterio sin complejo sin que eso signifique que abrace sus políticas o, en los últimos días, ha provocado una situación incómoda con Pablo Casado con unas declaraciones sobre los indultos en las que decía que el Rey se convertiría en cómplice del Gobierno si firmaba el decreto de los indultos. Casado salió de inmediato para tratar de corregir a la presidenta, pero le faltó tiempo a Ayuso para mantener su posición, aunque señalando a Sánchez como responsable de esa situación.

En la Puerta del Sol, sede del Gobierno madrileño, aseguran que a pesar de las discrepancias políticas entre el presidente del partido y ella, la relación entre ambos es constante, diaria, y casi fraternal; impensable que se produzcan tensiones porque cambian impresiones permanentemente sabiendo los dos en qué discrepan y respetando cada uno la posición del otro. Pero sí admiten que no tienen relaciones especialmente estrechas con algunos de los principales colaboradores de Casado, y éste lo sabe.

En esta segunda parte de legislatura, con un Gobierno tan fortalecido que no tendrá ningún problema para sacar adelante sus propuestas, la popular quiere seguir marcando su propia agenda política más allá de lo que decida Génova. Piensa dirigir un gabinete muy pegado a las cuestiones más cotidianas, lo que en economía se considerarían políticas micro en lugar de macro, con prioridad para los sectores que más influyen en la calidad de vida, como la sanidad y educación, promoviendo la excelencia en la educación, más profesores y menos alumnos en las aulas, promover la natalidad con importantes cheques bebé para las madres menores de 30 años; promover también la lucha contra el cambio climático, políticas fiscales menos gravosas, así como menos gasto público que incluye la reducción de consejerías y altos cargos. Un total de 47 medidas muy concretas que se ha comprometido a poner en marca en lo que queda de legislatura.

Se trata de una mujer que huye del término medio y provoca entusiasmo desbordante al igual que un rechazo inconmensurable, si ya fue una presidenta con personalidad propia en su primer Gobierno, ahora inicia su nueva etapa libre de ataduras, como repite desde que ganó casi con mayoría absoluta y provocó el abandono de la política de dos destacadas figuras como Pablo Iglesias y Ángel Gabilondo.

Desde el socialismo tratan de debilitar a Pablo Casado dando a entender que Ayuso aspira a la presidencia del PP. Durante un tiempo lo desmentía sistemáticamente, pero ya no lo hace, sino que cree que la mejor manera de desmentir esas ambiciones es mostrarse cada día más madrileña -hasta el punto de confesar a Bertín Osborne que es madridista pero que siente gran simpatía por el Atlético-, seguir con su vida muy apegada a la calle, a los barrios, a la gente, pero sin dar respiro a quienes tratan de marcarle el paso. Por ejemplo, quiere ser la presidenta del PP madrileño en contra del criterio del secretario general del partido, Teodoro García Egea, y parece que ese triunfo lo tiene garantizado. El salto nacional, ni se lo plantea.

En política, sin embargo, nada es eterno ni inamovible. No se lo plantea porque su objetivo es ser una gran presidenta de Madrid y porque su lealtad a Casado es incuestionable y será la primera en apoyarle como presidente del PP y candidato a la Presidencia. Pero, si Casado no fuera candidato o presidente del PP, sin ninguna duda, Ayuso estaría abierta a ser la líder en un proceso para elegir a un nuevo jefe nacional.