Satisfacción y críticas en el barrio de El Cortijo

Feli Agustín
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«No somos un barrio igual que Logroño», lamentan los vecinos, que se quejan de la «discriminación» que opinan que sufren por la falta de servicios y la escasez de prestaciones para niños y jóvenes

La piscina de El Cortijo abrirá finalmente este verano pese al anuncio inicial del Ayuntamiento de dejarla cerrada. - Foto: EDR

Satisfacción y enfado. Estos dos términos, aparentemente contradictorios, pero en este caso coincidentes, son los que definen la postura de los vecinos de El Cortijo ante la rectificación del equipo de Gobierno municipal de Logroño que, tras afirmar en un primer momento que no iba a permitir la apertura de las piscinas del barrio durante el verano, anunció este lunes una posición contraria. Rubén Antoñanzas, concejal de Deportes, justificó este cambio de postura en el hecho de que la normativa anterior solo permitía que 45 personas usaran el vaso de la piscina, mientras que en la actualidad lo podrán utilizar 112 bañistas.

«Es lo único que tenemos, si te lo quitan, te quedas sin nada», se queja Arantxa Bargo, coordinadora de la Asociación de Vecinos de El Cortijo, que explica que la ausencia de  piscinas les había llenado de temor ante la posibilidad de que los más jóvenes se acercaran a bañarse al río Ebro, con el peligro que eso entraña.

Confiesa un estado de ánimo de alegría, sin que ello le impida denunciar «la discriminación» de la que se sienten objeto, y censura que no disponen de los mismos servicios que el resto de la ciudad. Para justificar esta afirmación, relata la lucha que el barrio emprendió a principios de año por el mantenimiento del transporte público. «Sin avisar, de los seis autobuses que nos unen con Logroño, nos iban a quitar dos, peleamos y conseguimos dos más, hasta ocho», relata Bargo, que se lamenta que El Cortijo «no es un barrio igual que Logroño». La coordinadora de la Asociación de Vecinos relata avatares propios de la España vacía, como la falta de infraestructuras para niños y jóvenes. «Es una vergüenza cómo está el pueblo», resalta, al tiempo que cuenta los más pequeños no tienen donde acudir, «solo el frontón, y han estado a punto de atropellar a dos chavales». «No hay ludotecas, no hay instalaciones deportivas y el frontón es la pared de la iglesia; los jóvenes no tienen donde ir», se queja amargamente la vecina, que espera el arreglo de calles o caminos.