El convento que declaró la guerra (de ventanas)

Bruno Calleja Escalona
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La actual plaza de San Agustín acogió la sede de las Agustinas hasta 1914. La apertura de vistas por parte de los monjes de La Merced originó la disputa

La fuente era un elemento característico añadido a los muros del convento y punto de reunión. - Foto: El Día

El crecimiento poblacional, pero también los cambios en los usos y costumbres sociales modelan las ciudades y las hacen evolucionar. Como les ocurrió a los cuarteles, los conventos, que antaño ocupaban céntricos espacios en las urbes, fueron abandonándolos, bien para trasladarse o en algunos casos para desaparecer.  Uno de ellos, el convento de las Madres Agustinas, asentó sus reales en pleno centro de Logroño, en el tramo final de la calle Portales, en donde se constituyó como un importante y destacado edificio, que permaneció en pie hasta la primera década del siglo XX.

Se tiene constancia de la presencia de las Agustinas en Logroño desde el siglo XIII, primero en un convento situado extramuros, dedicado a Santa María de Los Lirios, en el término de Lardero, y del que se conocen pocos detalles. Las religiosas de esa orden no entrarán en la ciudad hasta 1570, cuando Juan de Quiñones les entregó un nuevo asentamiento junto a la parroquia de San Pedro, enclavada en el barrio homónimo desde 1298. 

El 11 de octubre de 1608 se ordenaba derribar la parroquia de San Pedro y las monjas compraban el solar. El 5 de octubre de 1659 se consagró el nuevo convento e iglesia de San Agustín, que acogerían a las Agustinas hasta 1914. El complejo conventual fue amortizado y desamortizado varias veces en el siglo XIX para usarlo como cuartel. 

La foto muestra la cercanía de ambos conventos y la fuente, en lo que hoy es plaza de San Agustín. La foto muestra la cercanía de ambos conventos y la fuente, en lo que hoy es plaza de San Agustín. - Foto: El DíaDurante el siglo XVII, tuvo lugar un curioso episodio al que se bautizó como la ‘guerra de las ventanas’. La ‘pelea’, incruenta eso sí, entre religiosos de órdenes y sexo diferentes, vino dada por la cercanía de dos conventos. El de las Madres Agustinas tenía enfrente el de los monjes de La Merced, reconstruido en el siglo XVI. La espoleta que encendió la disputa fue la apertura de ventanas en el convento mercedario, que daban a la calle Portales, a la que también se abrían las ventanas de los dormitorios de las monjas. La cuestión se dirimió con la colocación de barrotes en las ventanas de los monjes.

En 1914, el convento se trasladó a un nuevo edificio en la calle Marqués de Murrieta. La sede anterior fue derribada y durante la demolición se encontró un antiguo cementerio con restos. El hallazgo causó gran revuelo entre la población. Una vez desaparecido el convento, se preparó el solar para la construcción del edificio de Correos, cuyas obras empezaron el 17 de mayo de 1927 y que hicieron aflorar, de nuevo, restos de enterramientos procedentes del convento.

El edificio de Correos, hoy en plena reconversión como hotel, se corresponde con el antiguo convento de las Agustinas.
El edificio de Correos, hoy en plena reconversión como hotel, se corresponde con el antiguo convento de las Agustinas. - Foto: Ingrid
Aquella sede postal que se levantó sobre los restos del viejo convento de las Agustinas, en la actual plaza de San Agustín, está hoy en plena reconversión como hotel de lujo.

Una fuente muy artística. Ligada a la parroquia de San Pedro de los Lirios, aparecía una fuente. Hay referencias a ella desde el siglo XVI. En 1570, se pedía su traslado a la actual Plaza del Mercado, aunque las monjas se negaron a ello. Volvemos a saber de ella en 1661, cuando fue restaurada. La fuente presentaba una forma muy similar a la que hay junto a la Iglesia de Santiago, con un arco rematando a la hornacina en la que se colocaba el caño de agua. Con el derribo del convento, se amplió el callejón de San Agustín, que dio lugar a la plaza que hoy conocemos.