La temporada 2019-20 es ya historia en Segunda B y ahora toca planificar la última temporada de la actual Segunda B. En la 21-22 la categoría, inamovible durante décadas, cambiará de formato.

La última es también la primera campaña poscovid. La Segunda B se amplía a cien equipos aunque aún no se conoce la identidad de todos. Falta por resolver al campeón vasco y asignar otras dos plazas más en la repesca.

Aunque todo apuntaba a que la competición iba a arrancar en octubre, la Federación Española ha deslizado una posible fecha de regreso: el 26 de septiembre. No es segura pero sí aproximativa toda vez que el plazo de inscripción de jugadores se abre el 5 de agosto y estará vigente hasta el 5 de octubre.

A la espera de la resolución de la repesca, los clubes riojanos y navarros tienen claro que quieren repetir experiencia y su configuración de grupo es clara. Eso sí, se trata no sólo de diseñar tu propio grupo de competición sino perfilar los cuatro restantes.

La propuesta por la que se apostará desde La Rioja y Navarra es conformar el mismo grupo junto con Aragón y País Vasco. 

Esta composición suma 19 equipos. Llegar a veinte no es difícil aunque implique nuevamente volver a disgregar a los equipos castellanos y leoneses:bien el Numancia bien el Burgos podrían sumarse nuevamente al grupo vasco, aragonés, navarro y riojano.

La distancia geográfica entre Burgos y País Vasco es mínima mientras que en el caso del Numancia sí que implicaría más kilómetros para el equipo soriano si finalmente no se validan sus pretensiones de readmisión en Segunda.

Con el Burgos (o el Numancia) se totalizan veinte clubes. Los subgrupos también son de fácil y geográfica concentración: Izarra, Mutilvera, Osasuna B, Tudelano, Ebro, Ejea, Tarazona, Calahorra, Haro y SDL, por un lado mientras que el otro subgrupo lo formarían los nueve equipos vasco (todos los que permanecen del año pasado más el Portugalete o el Sestao) junto a Burgos.

Es el momento de propuestas aunque la última palabra la tendrá la RFEF.