Putín, en busca de la eternidad

M.R.Y. (spc)
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El referéndum constitucional al que se someterá el país el próximo 1 de julio decidirá si el presidente podrá seguir en el poder más allá de 2024 y alargar su hegemonía hasta 2034

Putín, en busca de la eternidad - Foto: ADRIANO MACHADO

Dicen que 20 años no son nada. Pero pueden ser toda una vida. Y otros 16, aún más. Y esos 36 años podrían ser los que Vladimir Putin podría permanecer en el poder en Rusia, siempre y cuando se cumplan dos premisas: que los ciudadanos avalen una reforma constitucional el próximo 1 de julio que permita al presidente optar a otros dos mandatos y que el propio mandatario, una vez aprobado ese cambio en la Carta Magna -de 1993-, decida postularse nuevamente en unas elecciones. 

Cualquiera de las dos opciones parecen posibles. En primer lugar, porque todos los sondeos coinciden en que una mayoría -amplia o ajustada, pero mayoría- de los ciudadanos de la potencia euroasiática se pronunciarán en este referéndum. Y, en segundo, porque el propio Putin ya ha dejado entrever su intención de volver a presentarse a los comicios, previstos para 2024. 

La consulta, inicialmente fijada para el 22 de abril, tuvo que aplazarse por culpa de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Desde el Kremlin, se dudó en cambiar la fecha y se llegó a hablar de motivar el voto por correo. Pero, finalmente, se pospuso hasta el 1 de julio, un tiempo perfecto para el dirigente, que ha aprovechado estos últimos días para hacer campaña a favor del sí. 

Realmente, la consulta constitucional -que no exige un mínimo de participación para que la reforma sea aprobada- abarca muchos temas. Presenta hasta 200 enmiendas, entre las que destacan la prohibición de ceder territorios, la indexación obligatoria de las pensiones, la prevalencia de la Constitución rusa sobre los tratados internacionales, un salario mínimo mayor que el índice mínimo de subsistencia o la prohibición expresa de que se lleven a cabo matrimonios homosexuales en el país. Pero todas ellas han quedado eclipsadas por la joya de las propuestas, la que permitiría a Putin perpetuarse en el poder. 

La reforma estrella se dirige a cambiar ligeramente el punto que no permite ejercer más de dos mandatos consecutivos como presidente -algo por lo que el actual inquilino del Kremlin tuvo que dejar su cargo tras dos legislaturas (2000-2008, entonces eran de cuatro años) para, después de un paréntesis como primer ministro (2008-2012) volver a la Jefatura del Estado, que revalidó en las últimas elecciones de 2018-. La idea es quitar ese concepto de consecutivos, de modo que el presidente en ejercicio en el momento de su entrada en vigor, es decir Putin, podría postularse a la reelección independientemente del número de mandatos que haya ejercido.

«Ya veremos»

Todo apunta a que la propuesta saldrá adelante. Pero, por si acaso, el mandatario no duda en hacer campaña apelando al discurso del miedo y al pragmatismo, pero también se hace querer, dejando en el aire la incógnita de si buscará un nuevo mandato en caso de que sea posible. 

«No he tomado una decisión todavía. No descarto presentarme a las elecciones si así lo estipula la Constitución. Veremos», señaló esta misma semana.

El dirigente avisó, asimismo, que, si no se adoptan las enmiendas al texto de 1993, que le permitirían seguir en el cargo hasta 2036 -siempre que, según lo previsto, se postule como candidato en 2024 (ahora las legislaturas duran seis años en Rusia)-, en apenas dos años tendría que comenzar la búsqueda de un posible sucesor -su hasta ahora delfín, Dimitri Medvedev, con el que alternó la Presidencia en 2008, renunció a principios de 2020 como primer ministro-. «Tenemos que trabajar, no buscar sucesores», enfatizó, ahondando en que la actual situación por la que atraviesa Rusia -no solo por la crisis del coronavirus, sino también por su pulso con Estados Unidos y Occidente- no permite relajarse en otros menesteres.

En su discurso también recurre al discurso del miedo, el miedo a la transición que se abriría si él dejase el poder, sin dudar en mencionar que, la última vez que se produjo un gran cambio, tras la desintegración de la URSS, se vivieron tiempos «salvajes».

«La actual Constitución fue adoptada en un período especial, cuando hubo la más grave crisis interna, cuando los tanques dispararon al Parlamento y se produjeron choques con víctimas en Moscú», indicó, refiriéndose a los violentos enfrentamientos en septiembre de 1993 en Moscú que culminaron con el cañoneo del Parlamento, una crisis que se cobró 160 vidas y acabó con el sistema de poder creado en 1917 por los bolcheviques.

Hace poco, le preguntaron si estaba «cansado», excusa utilizada por Boris Yeltsin para cederle el poder en 1999. Él respondió: «Cualquier persona que esté en mi lugar, estoy seguro de que no se lo tomaría como un simple trabajo, sino como un destino». Y, para él, ese destino está anclado al Kremlin, en el que quiere permanecer otros 16 años. En caso de conseguir permanecer en el poder hasta 2036, superará al dirigente soviético Josef Stalin, quien dejó el cargo con 75 años. Putin, que este año cumple 68, podría soplar sus 84 velas al frente del país convertido en un único referente para muchas generaciones y, desde luego, en un mandatario eterno.