"Hay hombres delincuentes que atraen a mujeres instruidas"

Juana Samanes
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Realista. Este veterano cineasta suizo se siente muy cómodo rodando sus películas y cortometrajes acercándose a la realidad sin ningún tipo de tapujo

"Hay hombres delincuentes que atraen a mujeres instruidas"

Suizo de origen, pero instalado en Alemania, al cineasta Oliver Rihs desde su país natal le encargaron llevar a la gran pantalla la historia de Walter Stürm, un ladrón conocido en los años 70 y 80 como el rey de las fugas. Precisamente en una de sus escapadas conoció a una abogada de izquierdas, Barbara Hug, y ambos iniciaron una compleja relación que describe en su película Pájaros enjaulados, que trae a primer plano capítulos desconocidos de la historia de Suiza como las revueltas callejeras violentas protagonizadas por grupos de izquierda radicales. 

¿Qué le motivo a contar estos acontecimientos, quizás que Suiza es un país muy opaco para su historia?

Personalmente contar la biografía de este hombre no me parecía lo suficientemente interesante para hacer una película, pero sí encontré el argumento adecuado en su relación con esa abogada, Barbara Hug, algo inverosímil entre dos caracteres tan opuestos. Esa relación me parecía de interés universal no solo suizo.

En su película se demuestra que, a veces, determinados grupos sociales hacen icónicos personajes que nada tienen que ver con sus ideales. ¿Ese asunto también le intrigó?

Sí, es la ironía de la historia, que casi da para el argumento de una comedia. Ese grupo suizo radical añoraba personajes como los terroristas alemanes de la Baader Meinhof y acabaron idealizando a Walter como si fuera un Che Guevara.

Walter en la película no resulta nada empático porque no se sabe si es un loco o un niño de papá resentido con ganas de llamar la atención. Pero usted lo muestra, de alguna forma, como una víctima.

No hemos querido dibujar un personaje empático, porque no lo fue. Hemos querido destacar su naturaleza camaleónica, era un ser fascinante, muy inteligente para conseguir sus objetivos, pero hubiéramos distorsionado la realidad si le hubiéramos descrito como un hombre con el que el público se identificase.

¿Y qué destacaría de Barbara Hug? Al menos ella tenía ideales.

En un principio era un personaje secundario, pero luego nos dimos cuenta de que por su carácter y forma de actuar le teníamos que dar un peso más importante. Pero atención, también era una mujer con sus luces y sus sombras. 

En la película se describe la existencia de movimientos radicales de extrema izquierda en la Suiza en los años 70 y 80 del siglo XX. ¿Todavía perviven o desaparecieron?

No han sobrevivido con la intensidad de esos años, era una época que la gente no se atrevía a ir a las ciudades suizas por las revueltas diarias, pero lo que ha quedado es un cierto poso de cultura alternativa a través de determinadas instituciones como es la fábrica roja, es decir, que alguna huella ha dejado.

Esta película habla del concepto de libertad que perseguían los dos protagonistas y usted ha declarado que es algo intrínsecamente egoísta. ¿Podría aclararme esta idea?

Esto lo declaré desde la perspectiva de Walter, no con un foco universal, pero sí que estoy convencido de que uno mismo tiene que ser honrado, ver realmente que le hace falta a uno para sentirse y ser libre y no buscar simplemente el chivo expiativo en el malvado Estado. Hace falta coraje para ser libre y cada individuo lo debe encontrar en uno mismo.

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