Oposición del comercio al proyecto de República Argentina

Feli Agustín
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La crítica, a la que se suman los vecinos, se dirige, entre otros aspectos, a la actuación del Gobierno local, que ha obviado sus quejas sobre la supresión de aparcamientos, que disuaden a los clientes

República Argentina, cuyas obras de remodelación no comenzarán antes de mediados de enero de 2022, se prolongarán durante seis meses - Foto: Óscar Solorzano

La futura remodelación de una de las vías más céntricas de Logroño, donde no se ha ejecutado obra civil en cuatro décadas, sigue sin convencer a la cuarentena de comerciantes del tramo de República Argentina entre Gran Vía y Pérez Galdós que mantienen una oposición frontal al diseño al que el equipo de Gobierno dio el miércoles el visto bueno. Este descontento profundiza el malestar que levantó la intervención provisional de Calles Abiertas, que redujo la calle a un carril, y que se va a consolidar con una intervención que no comenzará hasta el año próximo. 

El anteproyecto, presentado en abril para someterse a exposición  pública y la presentación de alegaciones, no ha respondido a las principales demandas de los comerciantes que, proclives a una actuación en la calle, rechazan de plano la planeada por el Ayuntamiento, que, insisten, limita los estacionamientos, lo que disuade a clientes de otras zonas y municipios a efectuar sus compras en esta calle.

María Govantes, cuyo establecimiento, Croqueta y Presumida, se encuentra en las inmediaciones de Gran Vía, señala que los comerciantes comparten con el Ayuntamiento el deseo de arreglar la calle, «que se va a ver más bonita, limpia y quizá más cómoda para el peatón», aunque apela a que se tenga en cuenta la necesidad de aparcamientos. «Logroño es una ciudad muy comercial, donde acuden a comprar muchos clientes de municipios vecinos y quieren aparcar en las zonas de compra», argumenta. «Adelante con la obra, pero con aparcamientos», reitera Govantes, que recuerda que el coche se va a seguir usando, como es su caso, pues habita en Fuenmayor.  «Hay clientes que expresan esa queja de forma permanente; mientras uno compra, el otro da vueltas a la manzana», comenta.

«La obra no me parece nada buena», señala Raúl Ruiz, propietario de la Carnicería Sofi, que argumenta que la actuación debe beneficiar a todos. «Solo hay prioridad para el peatón, no se acuerdan de los vecinos ni de los comerciantes», asegura Ruiz, muy crítico con la actuación municipal desde que acometió la obra de Calles Abiertas «Los clientes no pueden venir con el coche a comprar, y tampoco pueden parar las ambulancias o los vehículos que desplazan personas a los centras de día», señala este comerciante, que piensa que todo es «un caos». «Vamos a pasar de las 60 plazas que había antes a las 10 que van a quedar;nos perjudica totalmente»,  resalta el carnicero, que entiende que el Ayuntamiento está llevando a cabo una «gestión pésima». Además, lamenta que las numerosas reuniones no han desembocado en un mayor acercamiento porque entiende que no ceden «para nada».

No es menos crítica Ana Martínez Lázaro, responsable del centro de estética Piel con Piel, que, al igual que sus colegas, defiende la intervención en la vía, pero lamenta que la actuación municipal no recoja las demandas de todas las partes afectadas.  «Entendemos que deben tener cabida peatones y ciclistas, pero también el automóvil, que debe poder ser estacionado durante tiempo suficiente», señala, a la vez que censura la falta de escucha por parte de las autoridades municipales.  De haber sido así, señala, las aceras se hubieran ensanchado «3,5 metros en vez de 4,5», de tal manera que esa ganancia de un metro hubiese permitido el estacionamiento de vehículos.  

«Si nos quitan los coches, la calle se va a morir», asegura la esteticista, que detecta «crispación» en los afectados», además de una minoración en las ventas.  Martínez, que asistió a la presentación del proyecto que el concejal, Jaime Caballero, realizó en el Colegio de Arquitectos, ya compartió su opinión con el edil, «aunque no nos escucha; él está a su proyecto».

«La calle se hunde». Cristina Cuartas, propietaria de Bacalaos y más, es del mismo parecer y asegura que la actuación ya les supone perjuicios económicos. «No se puede aparcar, la gente de los pueblos no baja, se forman unos atascos tremendos;esto nos está hundiendo», afirma Cuartas, que destaca que el Ayuntamiento «no escucha». Reitera que el proyecto no les gusta a «ninguno» y argumenta que la calle «va a morir», como le ha sucedido a Duquesa de la Victoria. «Es una calle comercial y con lo que van a hacer la van a hundir», afirma la comerciante, que calcula la bajada de ventas en un 40% al perder clientes de otros municipios que están yendo a centros comerciales porque «no tienen donde aparcar».  «Tal cual están las cosas en esta calle, donde los alquileres son tan caros y donde hemos cogido los negocios por el flujo de gente, voy a tener que cerrar», lamenta.

Roberto Esteban, de Don Marco, coincide en que «ningún comerciante está de acuerdo», más aún cuando van a colocar 20 contenedores, que van a  hacer parecer a la calle «el basurero del centro». Explica que presentaron un proyecto con aceras de 3,5 metros, una hilera de aparcamientos y un carril ancho, «como el caso de Múgica», y reitera que se dificulta el acceso de clientes de otros municipios, una ausencia «que se está notando». Marimar Alegre, empleada en la tienda de regalos- ferretería López Suberviola muestra su «indignación» por la actuación en la calle porque «no han contado con nosotros para nada». «No estoy de acuerdo con los  aparcamientos y los contenedores, de los que a mi me van a poner nueve», se queja, al tiempo que apunta que en Pilar Salarrullana y Gil de Gárate «están indignados porque no tienen contenedores y a mi me ponen nueve». «Que los pongan, pero no todos a mi», exclama Alegre, que menciona la caída de ventas. «Fatal», concluye.

 

Los vecinos, en contra. La Asociación de Vecinos del Centro comparte la opinión de los comerciantes y su presidenta, Inés Lerena, afirma que no les gusta «nada» el proyecto decidido para una calle a la que «ya le toca» someterse a una remodelación. «Ya le hemos dicho [al concejal Jaime Caballero] cómo queríamos que fuera y a todo nos ha dicho que no», afirma Lerena, quien defiende aceras un «poco» más estrechas de lo previsto para permitir un carril más que evite los «tremendos» embotellamientos. «Dijo que no y que no; aparcamientos de superficie, tampoco;sobre el soterramiento de los contenedores aseguró que dan muchos problemas y los están quitando;se le pidió un punto de carga de coches eléctricos y dijo que de ninguna manera porque no quería ver allí ningún coche aparcado», enumera las negativas del edil Lerena, que no cree necesaria una plazoleta en la entrada de Pilar Salarrullana, que ya es peatonal, y que creará «un tubo» en el carril de circulación. «Tal como ha quedado no nos gusta a nadie», asegura la presidenta de los vecinos del centro, que reitera que «se le dicen las cosas [al responsable municipal de urbanismo] y no escucha». «No escucha», reitera y contrapone el ejemplo de Múgica, actuación que se realizó teniendo en cuenta a los vecinos y ha deparado una  calle «a gusto de los que están para vivir, que son los que están para disfrutarla», mientras que esta obra la va a hacer «para capricho suyo». Destaca que van a desaparecer los aparcamientos «y no todo el mundo tiene ni 20.000 ni 30.000 euros para comprarse una plaza y el coche también es necesario para trabajar».