El Haro, tras un error impropio, se deja remontar

ADG
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El Ebro sale líder de El Mazo mientras que el conjunto de Aitor Calle es colista y sigue sin ganar

Loscos ve pasar el balón a las redes en el 1-0. Pero el Ebro remontó. - Foto: Antonio Corral

Ficha técnica:

Haro: Fermín Sobrón; Kevin, Martín Gómez (Urrecho, 69), Echaide, Javi Duro; Borja García, Manjón (Butzke, 48), Iván Garrido (Joseba, 69), Jon Iru, Eizmendi (Yoshimura, 72); y Gaizka Martínez (Barcina, 72). 

Ebro: Loscos, Palomares (Carri, 46), Royo, Xiker (Blas, 46), Espín, Carlos López, José Ramón, Jairo (Guti, 63), Vidal, Sebas Moyano (Leira, 89) y Juan Gutiérrez.

Árbitro: Fuente Martín (Cántabro). Amonestó a Fermín Sobrón, Butzke y Urrecho, así como a los zaragozanos Carri y Vidal.

Goles: 1-0, M. 34: Iru; 1-1, M. 50: Espín; 1-2, M. 56: Jairo.

Incidencias: 1.200 espectadores en El Mazo.

 

Una chispa de acierto y un error de incalculables consecuencias. El Haro sufrió ese doble varapalo ante el Ebro y encajó una nueva derrota después de haber logrado, por primera vez en lo que va de temporada, que el equipo aragonés se viese por debajo en el marcador durante un puñado de minutos. La mejora de los blanquinegros en la primera mitad no sirvió para derrumbar el muro que levantaron esas dos circunstancias y con ello se hace más necesaria aún la victoria en la siguiente cita, por imperativo legal. 

Lo cierto es que el desarrollo de la primera parte no hacía presagiar, ni por asomo, un giro tan sorprendente. El choque demostró el enorme equilibrio que se plasmó en el tanteo táctico inicial. Durante esa fase del encuentro, el reparto de roles favoreció el planteamiento del Haro que, con el cuero en su poder, no pasaba apuros y se permitía, muy al contrario, el lujo de asomarse al balcón del área del Ebro, sin encontrar vías que condujesen con claridad al interior y forzado en muchos casos a probar fortuna con lanzamientos desde larga distancia.

Fue así cómo Iván Garrido culminó un eslalon que le condujo, después de deshacerse de varios contrarios, hasta la frontal para largar excesivamente alto a los once minutos. Y como maniobró por el otro lado Gaizka Martínez para optar por un lanzamiento lejano, blando y sin opciones que acabó en las manoplas de Loscos poco antes de cumplirse la media hora de partido.

Sólo de esa manera, o a balón parado, como en el saque de esquina que colocó Jon Iru al primer palo para que Echaide se lanzase de cabeza y en plancha cruzando en exceso su remate, parecía posible generar peligro sobre el marco maño que se sentía, sin duda, resguardado por la enorme presión, uno contra uno, a la que se enfrentaban los jarreros cuando conseguían superar la primera línea de contención plantada sobre el centro del campo.

Iru trazó poco después un pase horizontal al limbo que se escurrió por banda. Pero, lejos de desorientarse, mantuvo el pulso y, tras recibir de Iván Garrido, que ganaba metros por la izquierda, miró hacia el fondo, atizó a la bola de lo lindo y la llevó a la escuadra, el espacio hacia el que voló el cancerbero visitante acariciándola con la yema de las manos sin evitar, no obstante, un tanto que alentaba al bloque blanquinegro. Corría el minuto 34.

El gol no alteraba lo más mínimo la dinámica del juego. El Haro seguía ejerciendo mayor dominio territorial. El Ebro mantenía el tipo, sembrando cierta sensación de peligro con balones aéreos sobre la olla riojalteña, y se acercaba al descanso decidido a no conceder más ventaja. Pero obligado a revisar lo sucedido.

Tampoco la reanudación del choque dio pistas de lo que acabaría sucediendo. No después de ver que el Haro apretaba de salida y rozaba otra campanada con un caracoleo de Iván Garrido sobre la línea lateral del área para girarse y ganar ángulo de disparo con la derecha, duro y al segundo palo, pero fuera de marco.

Una anécdota, en realidad, Manolo Sanlúcar ya había dado entrada a Carri, el mejor enlace en las salidas al ataque, y Blas sustituyó a Palomares para ganar proyección por el lateral derecho. Llegaban así más servicios al área, creció la presión mucho más arriba que en la primera parte, y legó un saque de esquina que ponía en juego el primero para que Espín la colocase junto a la cepa del poste izquierdo, sin que Fermín Sobrón pudiese hacer nada por evitar el empate. Una y otra andanada, la local y la forastera, en cinco minutos, el tiempo que tardaba en recuperar el equilibrio, que parecía algo más ajustado a derecho, el marcador.

El duelo se abrió, ya en ese escenario, en canal porque ambos equipos se lanzaban sin prejuicios a por la victoria. El Haro con un centro de Aizmendi que no encontró rematados a renglón seguido o la conexión Butzke y Garrido que no acabó de concretarse. El Ebro sacando máxima rentabilidad a una pifia de la zaga local que acabó de sentenciar el cruce. Martín Gómez recogió un balón suelto que intentó llevar a manos de Fermín Sobrón con la cabeza, pero el cuero quedó manso a medio camino y Jairo Morillas la colocó con el interior de su pie y en vaselina, fuera del alcance del guardameta blanquinegro.

Era el minuto 56 y quedaba un mundo por delante. Pero, ahora más agazapado y con espacio por delante, el equipo visitante cerró filas para afrontar todo un aluvión de asaltos en la fase más alocada de la tarde, salpicada de cambios que no condujeron a nada, entradas a destiempo que fueron castigadas con tarjetas amarillas y contras de Guti que llegó a enfrentarse a cuatro jugadores del Haro sin ver la compañía libre de un compañero al otro lado.El desesperado esfuerzo de los riojanos por romper el cerco se difuminaba en zona de tres cuartos, sin poner en riesgo a Loscos. Y el tiempo se encargó de consumirse para hacer inevitable una derrota que complica la situación de los jarreros en la tabla.