La falta de relevo amenaza a transporte y construcción

Feli Agustín
-

La ausencia de atractivos disuade a los jóvenes. En hostelería reclaman trabajadores en todos los ámbitos. Los fondos europeos exigirán 4.900 trabajadores en la obra;el camión también necesitará conductores

Albañiles en un edifico en construcción. De momento, no hay carencia de trabajadores, aunque su falta será patente ante la falta de relevo generacional. - Foto: Óscar Solorzano

La recuperación económica pospandémica está sacando a la luz pública una serie de dificultades, algunas de carácter estructural y otras coyuntural, que obligan a repensar algunas circunstancias que se daban por sentado. Entre estas cuestiones, resalta la falta de profesionales en algunos sectores de carácter estratégico, de importancia fundamental en la economía, como transportes y construcción que en La Rioja tienen, aunque no por mucho tiempo, resuelto este problema.

Juan Ramón Liébana, secretario general de la Asociación de la Construcción, Promoción y Afines de La Rioja (CPAR), señala que, por ahora, los alrededor de 8.500 trabajadores del sector de la comunidad -5.500 asalariados y 3.000 por cuenta propia- responden a las necesidades de la construcción, aunque la falta de relevo generacional aparece como un grave problema en el futuro inmediato. 

Ello se debe, entre otros factores, a la cuantía que se espera que el sector reciba para ejecutar acciones dentro de los planes de transformación; de hecho, la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) ha advertido de que faltan unos 700.000 trabajadores para aplicar los fondos europeos Next Generation, una cifra que en La Rioja  rondará los 4.900.

«Hay en el sector trabajadores con mucha experiencia, pero de una edad muy avanzada, cerca de la jubilación», explica el representante de CPAR, que avanza que esta circunstancia, «sin ningún genero de dudas», se va a notar.

Para intentar solventar las carencias que se van a generar, la Fundación Laboral de la Construcción ya imparte un curso de Formación Profesional que, con 20 titulados, aparece como insuficiente. «Vamos muy despacio», asegura Juan Ramón Liébana, que informa de que los empleos que más demanda van a registrar van a ser encargados de obra y albañiles;además de perfiles más específicos, relacionados con la transformación digital o la sostenibilidad, como personal especializado en automatización o trabajo con estructuras moduladores.

 Reconoce el escaso «atractivo» social del sector que, quiere reivindicar, es algo más que ladrillo y carretilla. «Eso ya pasó la historia», afirma el representante de la patronal de la construcción, que afirma que están inmersos en un proceso de digitalización, industrialización y profesionalización a través de una formación mayoritariamente práctica. Con ella, «la implantación en el mercado laboral es rapidísima», asegura Liébana, que también explica que desarrollan acciones formativas con los trabajadores más veteranos para dotarles de nuevas competencias.

Dignificar la profesión. Una situación similar a la construcción le sucede al transporte, afectado también por una falta de relevo generacional, aunque, de momento, no sufre la acuciante falta de conductores que aqueja a otros países europeos como Reino Unido.

 «En España se calcula que se necesitan unos 10.000», informa Santiago Gutiérrez, presidente de la Asociación de Transportistas Discrecionales (ATRADIS), que añade que son diferentes los motivos que justifican esta escasez, una lista que encabeza, al igual que en el caso de la construcción, la falta de vocación en las nuevas generaciones. 

«Antes existía el halo romántico de ser transportista y viajar con el camión», recuerda el responsable de esta asociación de la Federación de Empresas de La Rioja (FER), que reflexiona que los jóvenes de hoy «buscan calidad de vida y trabajos más cómodos». A ello, añade la «barrera económica», porque Gutiérrez eleva hasta más de 3.000 euros la factura para sacarse el carné, «muy caro para algo si no sabes si te va a gustar», aspecto en el que  llama a la ayuda de la administración. 

Las condiciones de vida es la tercera causa que disuade a las nuevas generaciones, pues «estás fuera de tu casa, duermes en el camión;es un trabajo duro y la gente joven busca otra calidad de vida», razona Gutiérrez que,  con una huelga del sector anunciada para las jornadas previas a Navidad, menciona en último lugar, «pero no menos importante», el trato que reciben los conductores en «muchos sitios donde cargan y descargan;no se les trata como seres humanos;a veces esperan más tiempo que el que están conduciendo para cargar y descargar, algo que les obligan a hacer, cuando no es su cometido».  «Todos deberíamos colaborar para mejorar las condiciones laborales y hacerla una profesión atractiva y dignificarla», apela.

Javier Cámara, secretario de la  Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), coincide en la falta de relevo generacional para una profesión envejecida, con una media de edad entre los 50 y 60 años, y estima que será necesarios unos 300 profesionales en un periodo de cinco años.

Cámara menciona circunstancias similares a Gutiérrez para explicar esta falta de relevo generacional,  afirma que los sueldos «no son muy elevados, ente 1.800 y 2.000 euros» para un sector con costes fijos muy altos; y añade que el comercio electrónico está empleando a «muchos conductores profesionales», un trabajo «más cómodo». «Hay que cambiar la imagen del conductor del camión, que parece el responsable de todos los males, cuando son claves en el desarrollo económico», concluye Cámara.

En hostelería, ya. Donde sí necesitan ya trabajadores es en el sector hostelero.  Francisco Martínez Berges, presidente de Hostelería Riojana de la FER, confirma la falta de personal de todos los ámbitos, ayudantes de cocina, cocineros, personal de sala o de barra...,  una circunstancia que achaca a varios factores, detonados por la pandemia. En primer término, señala que los cierres producidos a consecuencia de las medidas restrictivas adoptadas para combatir el covid llevaron a muchos trabajadores a  buscar otros gremios y empleos «para poder trabajar y facturar para su casa». Pero, además menciona que durante la pandemia muchas personas se «han dado cuenta de que la vida se vive día a día», y han optado por alejarse de un empleo que se realiza cuando el resto de ciudadanos descansa y divierte.

«Reconozco que la hostelería es bonita y, a la vez, muy sacrificada y la gente ha decidido que sábados y domingos son para estar de fiesta», indica Martínez Berges, que critica que «tal cual están las ayudas, la gente se ha habituado a ganar un poco menos y vivir sin trabajar» y rechaza las afirmaciones vertidas desde ciertos sectores sobre la precariedad salarial. «No sé si son bajos o no, pero una persona que llega a trabajar, que justo sabe poner un café, se lleva limpio de polvo y paja 1.186 euros, sin ninguna otra cualificación ni carné profesionalsi eso está mala pagado, ¡qué venga Dios y lo vea!», exclama el hostelero, que añade que el coste para la empresa asciende a 1.880 euros.