Construir un nexo hacia el futuro

Feli Agustín
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El director de las Jornadas de Patrimonio defiende dotar de incentivos a los promotores que actúen en edificios históricos para facilitar su conservación

Fachada del antiguo colegio de Maristas, que se ha de mantener durante la futura intervención. - Foto: Ingrid Fernández

La Rioja acoge desde mañana la XXI edición de las Jornadas internacionales de intervención en el patrimonio histórico, un encuentro para mostrar las diferentes maneras de trabajar sobre edificios o entornos del pasado y que concitarán el interés de renombrados arquitectos,  entre los que destaca Rafael Moneo.

Una cita bienal que tuvo que suspenderse el pasado ejercicio y que se retoma sin un hilo conductor común como ha sido habitual para recalcar, precisamente, esa recuperación del contacto personal. «De ahí su título, Reencuentro, que supone la vuelta para entre todos, arquitectos, ciudadanos, administración y políticos, debatir sobre patrimonio, que es algo que nos concierne a todos», explica el director de las jornadas, Octavio Pérez Monfort.

Entre los objetivos de este foro  se encuentra dialogar acerca de la continuidad de la historia de los edificios, de su mantenimiento, conservación y transformación arquitectónica y, ente otros, se analizarán los ejemplos del Hotel Casa Grande de Grañón y el Centro Psiquiátrico de Pamplona.  «El patrimonio es historia, de dónde venimos; si lo derribamos, estamos destruyendo parte de nuestro pasado», razona Pérez, que insiste en que su conservación no es solo tarea de los arquitectos, sino también de una «ciudadanía comprometida» y de la administración.

Se refiere a edificios emblemáticos, como el colegio de Maristas o el convento de Albelda, y entiende que al constructor que vaya a intervenir en inmuebles similares hay que dotarle de incentivos  para que no los derribe. «Mantener algunos edificios les resulta antieconómico a los promotores, de tal manera que hay que darle algún tipo de beneficio para que los conserven y así ganamos todos», señala.

«La burocracia no ayuda; hay que pasar por varios organismos, que a veces dictaminan desde fuera y creo que es necesario hacerlo con el arquitecto que realiza la intervención», reflexiona Pérez, que pide «mayor diálogo, conexión e implicación» entre todas las partes.

Sin situarse en una postura maximalista, porque señala que no todo es susceptible de perdurar, estima que hay que realizar un análisis del valor patrimonial del objetivo de la actuación y valora la realizada en el edificio de los juzgados, que ha mantenido la  entrada y se ha compaginado con un interior moderno.

«Lo que no puede ser es lo que está sucediendo con el Centro de Cultura del Rioja (CCR), donde se ha invertido una enorme suma y no se le da utilidad», constata, al tiempo que destaca que ese tipo de rehabilitaciones se establecen como polos de atracción turística y, consecuentemente, económica.

En este contexto, menciona el papel de las empresas vinícolas que, en algunos casos, han construido bodegas en vez de haber mantenido instalaciones antiguas, que podrían haberles conferido un acabado de mayor valor.   No obstante, Pérez defiende la validez de la reconversión de edificios en desuso para otras utilidades. «Haciendo un análisis previo del edifico, podemos cambiar la función para la que se levantó», señala el director de las Jornadas de Patrimonio, que cita a los monasterio en Ribera de Duero convertidos en hoteles, que «cuentan un poso que no tienen los tabiques de pladur.» Sin embargo, se muestra contrario a las copias porque «si estamos en el siglo XXI no vamos a usar técnicas del siglo XVI, como tampoco vamos en carruaje», apunta el arquitecto, que apuesta por «darle una continuidad al edificio», pero dejando una huella actual. 

Uno de estos edificios que van a contar con una función diferente para la que fue concebido es Maristas, sobre cuya reconversión no alberga muchas esperanzas. «Soy pesimista viendo lo que se está haciendo con el patrimonio, porque pesa más la economía que la conservación», opina Pérez, que insiste en la necesidad de realizar el estudio previo sobre cualquier edificio en el que se desea intervenir, aunque no desecha un derribo sino tiene otra solución. 

Sobre la ampliación del teatro Bretón, para la que ya se ha convocado un concurso de ideas, apunta que debe «mirar la relación que guarda con la calle» para dar una «respuesta a la ciudad».