Una Ribera llena de emociones

Bárbara Moreno
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La plaza de toros de Logroño cuelga el cartel de No hay billetes, con sus 1.000 espectadores entregados y deseosos de ver toros por fin

Una Ribera llena de emociones

 

No hay billetes. Ese es el resumen de una de las tardes de toros, en este caso de rejones, más esperada de los últimos tiempos. Porque La Ribera estrenó ayer su temporada gracias a la gira de la reconstrucción de la Fundación Toro de Lidia que ha elegido esta plaza para dar tres corridas. Y el público ciertamente tenía ganas de ver toros, eso sí, con toda la seguridad.

Un total de 1.000 personas, las máximas permitidas,pudieron asistir a un espectáculo de los rejoneadores navarros Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza, padre e hijo, precisamente en un mano a mano que ya no van a volver a hacer, según ha asegurado Pablo. Y es que no había más que ver el nerviosismo que siente en el callejón cuando ve torear a su hijo.

Eso sí, lo único que se puede destacar como positivo de esta limitación de público es que se respira silencio. La tarde comenzó con un minuto de silencio por las víctimas de coronavirus, y tras este momento, sonó el himno de España mientras el que el público se quedó de pie y rompió el silencio con un gran aplauso.

Y salió Pablo con su caballo Jibaro, y el rejón de castigo, pero con Arsenio en las banderillas y las piruetas el público se entusiasmó mucho más también cuando el rejoneador ejecutó sus particulares mendocinas o hermosinas e hizo esas salidas de banderillas llevando el toro de costado. Luego el turno fue de Deseado, después Corsario con unas banderillas más cortas con las que el público se anima mucho más, y tras el rejón de muerte, el público pidió con insistencia la oreja. Y resulta hasta ‘extraño’ como una plaza en la que caben unas 11.000 personas se pide la oreja con vehemencia y de forma mayoritaria con solo 1.000.

Le tocó el turno al hijo, Guillermo, un joven de 21 años que anima al público pidiendo expresamente ese ánimo que quizás en temporadas de ferias y ferias es necesario, pero ayer no lo era, el público estaba entregado, deseoso de volver a La Ribera. Guillermo alegró más al público, gracias también a que el bravo salió con más brío, a lomos de Alquimista, Ecuador, con el que al quiebro en banderillas entusiasmó al público, con Índico el público aún aplaudió más fuerte cuando los pitones del bravo se acercaron al caballo, o con Esencial, cuando el rejoneador puso banderillas cortas a dos manos, pero el fallo en el rejón de muerte le robó la oreja.

Pablo volvió a salir para levantar al público con una de sus especialidades, el trincherazo con la grupa en tablas, y con Donatelli hizo corbetas. Y Guillermo entusiasmó bailando con Disparate el pasodoble de Nerva, entre muchos otros adornos con una preciosa cuadra, y esta vez con el rejón de muerte en su sitio que le valió una oreja, y la petición de la segunda, q el presidente no quiso conceder y se llevo los únicos pitos de la tarde. Una tarde sin duda para recordar, aunque sólo sea porque hasta el rejoneador Guillermo salió con mascarilla al ruedo para hacer un guiño a estos momentos que se están viviendo y recordar que ellos también son parte del sistema y que quieren trabajar y que con seguridad se puede disfrutar de una tarde de toros,  a la que a muchos les sirvió también para estrenar su particular mascarilla confeccionada con tela de capote, para reivindicar también ¡que siga la fiesta!