"Siempre supe que no quería hacer una película contra nadie"

Juana Samanes
-

La cineasta zaragozana demuestra tener un talante especial dentro del cine español al no criticar su educación, recibida en un colegio religioso

"Siempre supe que no quería hacer una película contra nadie"

Flamante ganadora de la Biznaga de oro, el máximo galardón del Festival de Málaga recientemente celebrado, por su primera película, Las niñas, la joven directora Pilar Palomero ha trazado un ajustado retrato del paso de la infancia a la adolescencia de las españolas que nacieron en los años 80, totalmente extrapolable incluso a dos generaciones anteriores. 

 

¿Su primera película como directora es autobiográfica? 
No, porque mi situación familiar fue totalmente diferente, pero nada es inventado. He recreado vivencias de mi entorno, de ese universo del 92 y de todos los referentes de ese año e, incluso, algunas situaciones sí que las he tomado de mi propia vida. Es una mezcla, y en toda la historia de Celia, la protagonista, con su madre retrato una realidad que conocí de cerca.

 

¿Cree que su generación ha sido la que ha vivido más contrastes entre la educación recibida en el colegio y lo que se encontraban fuera?
Esto lo puedo responder por las impresiones que suscita la película. Yo no tengo hijos, no estoy tan involucrada en el mundo educativo pero sí es verdad que las cosas han cambiado. El colegio al que yo fui era de chicas. Ahora es mixto. Mis profesoras eran religiosas. Ahora son laicos la mayoría. Yo creo que la educación ha cambiado porque hay más opciones para elegir y, también la mentalidad de la sociedad. Pero lo que comento siempre, la película habla de la educación pero no solo del colegio porque también recibíamos mensajes de lo que veíamos en televisión, de lo que te contaban tus compañeras, de lo que nos aportaban nuestros padres y abuelos. De esa mochila que pasamos generación tras generación.

 

Su largometraje nunca carga las tintas sobre el colegio religioso en el que se educó. ¿Qué tuvo para usted esa etapa de positiva?
Yo desde el principio tuve claro que no quería hacer una película contra nadie, ni de denuncia. Lo que quería era contar el viaje de iniciación de una niña. Todos tenemos algún trauma con algún profesor de nuestra infancia. A mí una monja me hizo la vida imposible, pero no creo que sea una cosa circunscrita a las religiosas sino de esa persona en concreto. No me hubiera perdonado hacer una caricatura de las monjas. Lo que quería transmitir es que cada uno intenta hacerlo lo mejor posible, nadie está educando mal a propósito. El hecho que la madre le oculte cosas es porque cree que es lo mejor para Celia. 

 

El casting es fantástico. ¿Fue complicado encontrar a las niñas adecuadas y trabajar con ellas?
Tardamos entre seis y siete meses en encontrar el reparto adecuado. Lo hicimos entre Zaragoza y Barcelona y  vimos a casi mil chicas. Buscábamos que fueran auténticas, que no se cortaran. Fue largo y duro, pero llegué a estas últimas seis niñas porque entendí que si a mi me transmitían, y me conmovían, al público también. De Andrea me enamoró desde el primer momento su mirada y su capacidad de empatizar con el personaje. La única indicación que les dimos a todas es que nos lo pasaríamos bien.

 

En esta película se habla mucho de lo que se calla ante los niños, de secretos familiares. ¿Crees que esto sigue ocurriendo?
En el proceso de investigación y preparación, vi la película de Truffaut La piel dura, que me encantó porque habla de cómo los adultos tratamos injustamente a los niños, como si fueran tontos mientras están pidiendo información, cuando son inteligentes, entienden y pueden empatizar más porque son más abiertos y tienen menos prejuicios. Por ejemplo, hace años por parte de los padres había una protección innecesaria en temas como explicar como la sexualidad. Yo creo que ahora se habla más, y se utilizan términos como inteligencia y educación emocional.