Que no falte un plato de comida

Bruno Calleja Escalona
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Desde sus inicios en un viejo teatro a sus actuales instalaciones han cambiado mucho las cosas, pero la Cocina Económica sigue fiel, después de 127 años, a sus principios de garantizar el sustento diario a los más necesitados

Instalaciones y personas que atienden la entidad han cambiado, pero el espíritu benéfico se mantiene intacto. - Foto: Cocina Económica

La Cocina Económica es una de las instituciones más señeras y queridas de Logroño, con una trayectoria de 127 años de ayuda a los más necesitados en lo más básico: la comida. El germen de esta entidad benéfica hay que buscarlo el 10 de enero de 1894, de la mano de Augusto Plasencia y Farina, junto con Francisco Luis y Tomás, arquitecto municipal en ese momento, Brieva, Aguado y Zoilo Zorzano, presidente, este último, de La Fraternidad. Con el fin de crear un comedor para los más desfavorecidos, los fundadores ofrecieron al Ayuntamiento ubicarlo en la Plaza de San Bartolomé.

Fue Augusto Plasencia y Farina, conde de Santa Bárbara, quien dio el empujón definitivo al proyecto, inspirándose en lo que él mismo había llevado a cabo en Sevilla. Para crear la Cocina Económica, recurrió a las Hijas de la Caridad, que ya le habían ayudado la ciudad andaluza.

Finalmente, la institución encontró su primera sede en el Teatro Liceo, en la Ruavieja, bajo el nombre de Tienda-Asilo, aunque pronto se cambiará por el de Cocina Económica. Tras los trámites pertinentes, la Cocina Económica abrió sus puertas el 26 de septiembre de 1894, festividad de San Vicente de Paúl, patrón de las religiosas que la atendían.

El espacio constaba de un amplio comedor, con capacidad para 200 comensales, y un mostrador para servir las comidas en lo que había sido el escenario del teatro. En un edificio anexo, se situaban las cocinas. En la jornada inaugural, se repartieron más de 1.500 raciones de alimentos. Durante los años siguientes, la ciudad se volcó con la institución, que poco a poco, fue alcanzando un papel destacado.

En 1900, se creó la primera lista de socios, benefactores que dotaban a la Cocina Económica de los medios para atender a todo aquel que lo necesitase. En los primeros años de existencia, la Cocina dio servicio a la ciudad y fue un recurso fundamental en momentos de carencia. 

 

En 1914, a Rodríguez Paterna. En 1914, cambió de ubicación a la calle Rodríguez Paterna, a un nuevo edificio que acogía la residencia de las religiosas, capilla, cocina y comedor. La actual sede fue inaugurada el 3 de agosto de 1914, un día en el que repartió más de 350 raciones. 

Desde entonces, esta institución ha seguido fiel a sus principios. Sus primeras décadas de funcionamiento coincidieron con uno de los peores momentos del siglo XX. El 14 de marzo de 1936 tuvo lugar en Logroño la quema de conventos, de la que la Cocina Económica no solo se libró, sino que siguió dando de comer a los más necesitados. Durante la Guerra Civil, alimentó a refugiados y miembros de ambos bandos.

En la actualidad, la institución, sigue prestando el mismo servicio que cuando nació, a finales del siglo XIX, y además ha ampliado su actividad a otras necesidades sociales con distintos programas, como un alojamiento para familias, una residencia y un centro de primer ciclo de educación infantil, todos ellos orientados a personas necesitadas de Logroño y La Rioja.