Camino...de La Rioja

El Día
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Tierra de paso...y de paseo. El territorio español más reducido en extensión, atesora la mayor diversidad de paisajes. Sendas, valles, cascadas, bosques y llanuras invitan a calzarse las botas y a descubrir tesoros naturales a la puerta de casa

Cascada en Sierra Cebollera. - Foto: Daniel Acevedo

Por sus tierras fluye el río más caudaloso de España al que ensanchan otros siete cauces que se deslizan desde las montañas hacia una vega codiciada y transitada a lo largo de la historia por celtíberos, berones, árabes, castellanos y navarros. La Rioja es tierra de acogida, pero también de paso, o mejor aún, de paseo, de Camino de Santiago, de valles (siete) y de mil y una rutas que invitan a caminar y a descubrir paisajes en una especie de gran jardín botánico en el que brotan desde bosques de ribera a praderas alpinas. Agosto anuncia su despedida, pero septiembre se presta a calzarse las botas y a adentrarse en parajes sorprendentes a menos de una hora de casa. Las cifras de la temporada estival ya apuntan el protagonismo de los viajeros nacionales en las visitas a la región, la más pequeña de España, pero tal vez la que atesora mayor variedad de riqueza natural en menos espacio. El verano es también la ocasión perfecta para que los propios riojanos y riojanas descubran que el paraíso vacacional puede estar a la puerta de casa.

A la espera de que el Alto Najerilla obtenga también el título de parque natural, el primer espacio de la región que goza de esa figura de protección medioambiental es Sierra Cebollera, una de las mecas riojanas para senderistas, amantes de la naturaleza o excursionistas ocasionales. A tan solo 50 kilómetros de Logroño, la geología del Camero Nuevo y la frescura que proporciona el alto valle del Iregua se coaligan para conformar un ecosistema de 23.640 hectáreas en los municipios de Villoslada de Cameros y Lumbreras, en el que es posible descubrir formaciones glaciares, como los ‘hoyos’, por encima de los 2.000 metros de altitud, adentrarse, montaña abajo, en la espesura de bosques de pino silvestre, haya y roble rebollo, o extasiarse ante saltos de agua y pequeñas cascadas.

A poco que agudicemos la vista y el oído, no será difícil encontrarse en Cebollera con alguno de sus habitantes. En sus cumbres y masas boscosas viven rapaces, perdices pardillas, corzos, ciervos y jabalíes, y en sus aguas crían las truchas, nutrias, desmanes ibéricos y el amenazado visón europeo.

Jardín Botánico de La RiojaJardín Botánico de La Rioja - Foto: Raquel Manzanares

También es posible detectar vestigios de la presencia humana en el aprovechamiento de tanta riqueza natural. Corrales, chozos de pastores y ermitas salpican la geografía de Cebollera, testigos de una intensa tradición ganadera y de la trashumancia en suelo camerano.

 

Por encima de 2.000 metros. Para quien aspire a llegar a lo más alto y a hacer cima por encima de los 2.000 metros, el parque ofrece cumbres interesantes, como Castillo de Vinuesa (2.083 metros), Peñón de Santocenarrio (2.058), Cebollera (2.164), La Mesa (2.163) o el Alto de Cueva Mayor (2.138). Quienes se conformen con un paseo más tranquilo, pueden recorrer un sinfín de rutas entre los mayoritarios bosques de pinos, hayas y robles, o los menos abundantes abedulares, pinares de pino negro, acebedas o robledales de roble albar, y las afamadas cascadas de estas montañas. La recompensa es una amalgama de colores, olores y sonidos de la naturaleza.

La presencia humana, en su faceta espiritual y festiva, ha dejado en estos parajes otro tesoro, la ermita de Lomos de Orios, desde donde parten o confluyen buen número de recorridos. El Centro de Interpretación, emplazado en Villoslada, proporciona más información sobre el parque.

De las sierras de Cebollera y la Demanda, techos de la Comunidad, a las tierras bajas, en el confín este, donde el Ebro conforma un paraíso fluvial en los Sotos de Alfaro, camino ya de las vecinas Navarra y Aragón.

Septiembre, con buen tiempo y días aún largos, se presenta como el momento ideal para visitar un ecosistema de ribera tan valioso que ha merecido la catalogación de reserva natural. Río y vegetación, moldean en este entorno un paisaje cambiante de meandros, islas y playa y dan cobijo a uno de los atractivos de los Sotos, un catálogo faunístico en el que es posible contemplar sin gran esfuerzo el vuelo de cigüeñas, garzas, cormoranes, mirlos, milanos, abubillas y martines pescadores, o los movimientos más esquivos de visones europeos, nutrias, zorros, conejos y jabalíes. Vida a raudales que encuentra cobijo en un vergel tapizado de chopos, álamos, sauces, fresnos y alisos. La visita es sumamente sencilla y ofrece recorridos cómodos y atractivos por parajes como los sotos de La Duquesa y el de Morales, o el camino circular por el soto inundado de El Estajao. Un área recreativa permite comer en la zona y la cercanía de Alfaro ofrece el reclamo del Centro de Interpretación de la Reserva Natural de los Sotos y de su famosa colegiata de San Miguel, con sus tejados colonizados por más de cien nidos de cigüeñas.

 

Agua en la tierra del vino. El agua es una constante en las tierras riojanas, desde los vivaces torrentes que se despeñan desde las sierras al calmo fluir del Ebro que riega feraces huertas. El líquido elemento ha conformado durante miles de años un ecosistema de alta montaña, el conjunto de humedales del Urbión, desconocido para muchos riojanos y riojanas. De nuevo unas botas y una pequeña mochila bastan para sorprenderse ante otro de los tesoros ‘domésticos’. A los pies del Urbión, en su vertiente riojana, los fenómenos glaciares modelaron durante miles de años diez lagunas, que desde 2006 se inscriben en la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Ramsar), que reúne a los ecosistemas acuáticos de este tipo más valiosos del mundo. Los largos días de verano garantizan tiempo de sobra para el disfrute de los entornos naturales riojanos, que también guardan interesantes planes para las plácidas noches estivales. La Rioja puede presumir de contar con un espacio declarado Reserva Startlight en el ámbito de la Reserva de la Biosfera, que certifica la calidad de sus cielos nocturnos para la contemplación de las estrellas y la observación astronómica. Es posible disfrutar de ese firmamento deslumbrante desde rincones de los valles del Leza, Jubera, Cidacos y Alhama, que además exhiben otros atractivos, como el dolmen del Collado del Mayo en Trevijano, las dolinas de Zenzano, los yacimientos de huellas de dinosaurios, especialmente en el valle del Cidacos, el Castillo de los Luna de Cornago o la ciudad celtíbera de Contrebia Leucade en Aguilar del Río Alhama. Para conocer más detalles sobre estos destinos y otros muchos es muy recomendable entrar en la página web de La Rioja Turismo (lariojaturismo. com).

 

El edén está en Hormilla. Si toda la Comunidad autónoma es un buen compendio de los principales ecosistemas peninsulares, el Jardín Botánico de La Rioja conforma en Hormilla una especie de edén en el que crecen árboles, flores y plantas procedentes de todo el mundo.
El recorrido por este recinto, otro de los posibles planes para una jornada veraniega por tierras riojanas, ha sido planteado para que las visitas se realicen de forma autónoma con información adicional en folletos que acompañan al turista durante el recorrido.
Indicadores, caminos de hierba o senderos acotados por setos, guían sin problemas. Especialmente preparado para ser disfrutado por los niños, es posible realizar la visita descalzo, lo que le hace único entre los jardines botánicos del mundo.
El Jardín Botánico de La Rioja es un proyecto desarrollado y tutelado por la Fundación El Botánico, que abrió sus puertas al público en 2005, con la conservación, investigación y divulgación de la vida vegetal como objetivos.
¿Qué atractivos ofrece este vergel en tierras de la comarca najerana? El jardín se configura en¡ diez espacios temáticos diferentes,
cada uno con sus particularidades y sorpresas. En La Arcería, el reino de los arces crea un entorno de ensueño y aire romántico.
En la zona 2, el nombre de Los Manzanos recuerda lo que fue una manzanera e invita a caminar bajo sombras elegantes de flores colgantes. La Rosaleda es el reino del color y las fragancias que destilan los pétalos de las rosas y La Laguna recrea los entornos
acuáticos, en un hábitat donde crecen, entre otras, las orquídeas.
El recorrido lo completan El Olivar; La Alameda; la zona de Hábitats Riojanos, con un espacio dedicado a las plantas carnívoras europeas; el área denominado Aromas; el Pinetum, paraíso para las coníferas; y el centro de interpretación.
Para llegar hasta el Jardín Botánico, si se acude desde Logroño es preciso tomar la salida 114 de la autovía A-12 y entrar en Hormilla siguiendo luego los carteles indicativos.Si se viaja desde Burgos o Santo Domingo de la Calzada, hay que acceder por la salida 117 de la A-12.
La visita dura de 90 a 120 minutos y las entradas cuestan 3 euros para niños de 3 a 11 años, 6 euros para adultos y 5 en el caso de grupos de más de 20 personas.
Más información en la web jardinbotanico.net

 

Senderos GR, vías verdes... De norte a sur y de este a oeste, La Rioja centenares de caminos, senderos y vías entretejen el paisaje e invitan a lanzarse vereda arriba o dejarse llevar por recorridos menos exigentes. La red de recorridos es infinita; desde los senderos de gran recorrido (GR) que permiten largas caminatas, como el denominado Sierras de La Rioja (GR-93), con 11 etapas posibles, el de los Altos Valles Ibéricos (GR-190) o el propio Camino de Santiago (GR-65), a itinerarios más llevaderos como las vías verdes del Oja o el Cidacos. El listado de itinerarios es extenso, pero bien podría completarse con los senderos de Sierra Cebollera y los de San Millán, los paseos por los Sotos de Alfaro, el Camino Verde del Alhama y los senderos de La Degollada (Calahorra), Monte Vico (Arnedo), Valvanera y Salto del Agua (Matute).

 

Con vistas al valle. El valle del Ebro es la columna vertebral de La Rioja. Desde distintos puntos de la región hay miradores naturales que regalan a la vista el sinfín de paisajes que flanquean al gran cauce hispano. El Valle de Ocón no tiene, en teoría, el pedigrí de otras comarcas de mayor renombre turístico, pero esconde mucho más de lo que aparenta, y desde luego merece una visita a conciencia. Enclavado entre el río y la Sierra de la Hez, incluida en la Reserva Mundial de la Biosfera, ofrece amplias vistas de buena parte de la vega del Ebro, y singularidades como el yacimiento visigodo de Parpalinas o el molino de viento harinero, el único existente y visitable en el norte de España. Más al noroeste, otra balconada sobre el Ebro permite la contemplación más vertical y abrupta. Los montes Obarenes dan entrada desde la vecina Burgos al paisaje del vino. Desde los escarpes de Cellorigo, Galbárruli y San Felices, a casi 1.000 metros de altitud, la vista sobre el valle es casi de pájaro. Lo mismo que desde las cumbres del Toloño o Bilibio, los famosos riscos donde se libra la Batalla del Vino, o río abajo, desde los altos paredones de roca