"Nunca es tarde para reinventarse"

Juana Samanes
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Sensata. La bella actriz tiene claro que supone mucha complejidad que una comedia parezca natural y es preciso cuidar hasta los más mínimos detalles

"Nunca es tarde para reinventarse" - Foto: Quique Garcia

Sin duda, Belén Rueda es de las actrices españolas con una fisonomía más elegante. Aunque a los intérpretes siempre les gusta asumir retos muy diferentes, lo cierto es que el personaje de mujer acomodada, Lucía, que encarna en La familia perfecta, le va como anillo al dedo. Se trata de su tercera comedia cinematográfica tras La noche que mi madre mató a mi padre y Perfectos desconocidos.

Su personaje es una mujer que vive pendiente de su familia, a la que cree perfecta, hasta que hace aparición la novia de su hijo, una chica de barrio de modales algo rudos. ¿Opina que Lucía es un buen retrato de una generación actual o pasada?

Por desgracia, no está tan pasada la imagen de Lucía. Aquí se ha llevado a un extremo para provocar el humor, porque las dos familias, la de Lucía y la de Sara, la novia de su hijo, forman parte de universos diferentes. Se hace tan extremo para que se entienda perfectamente ese contraste. 

¿Y ve creíble ese cambio del personaje, que se transforma a una edad madura?

Yo creo que Lucía hace un camino que se puede apreciar en muchas. Una mujer puede decidir, en un momento dado, hacer un cambio muy radical laboral o en la dedicación que prestaba a sus hijos o el apoyo a su marido. Lo maravilloso de esta historia es animarnos a que nunca es tarde para reinventarse y, hay una frase que ha dicho José Coronado que está muy bien: «El espectador saldrá con una sonrisa en la boca y una reflexión en la cabeza».

Hasta 2016, cuando trabajó en La noche que mi madre mató a mi padre, no había hecho comedia pero, desde entonces, ¿es el género donde se encuentra más cómoda?

Cómoda no sé si es la palabra. Cada personaje es una nueva aventura y cuesta, pero deja de hacerlo cuando lo has trabajado. La comedia, que parece algo tan natural, tiene bastante complejidad. Creo que para que funcione tiene que tener algo más que provocar la risa, debe de tener un buen director, ritmo...

La directora ha hecho una elección muy acertada con usted porque resulta creíble cien por cien dentro de su personaje. ¿Es consciente que da la talla como una mujer de clase acomodada, con estilo?

Creo que Arantxa Echevarría, la directora, lo que pretendía es que actuando me pasara mucho de un lado para que luego se notase el cambio. 

El último trabajo de Eva Arretxe en el vestuario, antes de su muerte, es maravilloso. En concreto, con respecto a cómo la ha vestido. No sé si aportó usted ideas o se lo dio hecho.

Lo genial de la relación con Eva Arretxe y su equipo fue que nos entendimos muy bien. No queríamos exagerar el vestuario, es elegante pero discreto. Lo bueno es que trajeron muchísimas opciones y casi todo lo que propusieron me pareció bien. Un ejemplo es la escena que voy en el coche con el perro y llevo un pañuelo en la cabeza. Me pareció, en principio, que podía parecer excesivo pero, en pantalla, ofrece perfectamente la imagen del estatus social de esa mujer. 

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