La obra más íntima de Hijón

Bruno Calleja Escalona
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La morada del notable arquitecto, responsable del urbanismo logroñés y proyectista también en Navarra, agoniza hoy en la calle Herrerías, lejos del esplendor de las fiestas y tertulias que animaban la casa en sus momentos dulces

Imagen de la casa de Maximiano Hijón tomada hace varias décadas. El deterioro del edificio ya era palpable. - Foto: Federico Soldevilla

El legado más personal de un genio de la arquitectura no presenta hoy su mejor cara. La casa que construyó como su propia morada Maximiano Hijón Ibarra, arquitecto municipal de Logroño y provincial de Navarra, entre otros notables títulos, presenta un estado de abandono alejado del lustre que tuvo, algo que incluso se ha traducido recientemente en desprendimientos de parte de la cornisa superior del edificio. 

Enclavada en la castiza calle Herrerías, estamos ante una las casas más señeras de Logroño. Su proyectista, promotor y propietario, Maximiano Hijón Ibarra, nació en 1825 en Logroño, donde vivió los primeros años de su vida. Cursó sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y durante toda su carrera se dedicó a la conservación del patrimonio histórico artístico español, como miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos.

Entre 1866 y 1868 fue nombrado arquitecto provincial de Navarra. En ese periodo desarrolló en Pamplona importantes proyectos públicos, en los que dejó su impronta, imbuida de la arquitectura clásica, de inspiración italiana. Quizás su obra más emblemática en la ciudad del Arga fue el salón de trono, en el interior del Palacio de Navarra. 

Además de diseñar los espacios, Hijón eligió a los artistas encargados de las pinturas. Entre los cuatro seleccionados para el proyecto estaba su cuñado Constancio Corona. Su huella quedó también en edificios tan notables como el 44 de la Plaza del Castillo, en cuyos bajos se asienta el famoso Café Iruña o el Instituto Provincial, actual sede del Instituto Navarro de la Administración Pública, frente a la catedral. 

En Logroño también dejó su sello como arquitecto municipal, al trazar en 1869 el Plano de Alineaciones Urbanas, que se convirtió en el primer ensanche de la ciudad en la actual avenida de Navarra y calles aledañas. Pero no fue su única obra. Abrió una puerta en la muralla para dar salubridad a la calle San Juan, reconstruyó la Casa del Pozo y construyó viviendas en las calles Bretón de los Herreros, Ollerías y Calle del Peso, entre otras.

La más reseñable es sin duda la que fue su casa en la calle Herrerías 5. Se trata de un edificio de tres alturas, realizado en piedra, con su fachada salpicada con yeserías con forma de ménsulas, cabezas y motivos vegetales. La puerta tiene aldabas de cabeza de león, firma de Hijón en sus obras. Tras cruzar el umbral aparece un zócalo, y detrás una escalera doble de acceso a la parte superior. En el interior se conserva una cocina original de la época de construcción y varios frescos. 

Fiestas y tertulias. En su época floreciente, la casa acogió las multitudinarias fiestas que Maximiano Hijón ofreció durante sus años en Logroño. Sus salones fueron escenario también de tertulias literarias y reuniones de intelectuales. Todo ello con gran aceptación en la prensa de la época. 

A la muerte de su dueño, en 1891, la casa se dedicó a escuela de niños de familias con pocos recursos, dirigida por la Fundación de Rosa López Corona, segunda mujer de Maximiano Hijón. Aquella fundación recogía igualmente la preocupación de Hijón por el patrimonio y la historia. 

Desaparecida la fundación en 1935, el inmueble pasó a manos particulares, para posteriormente ser dividido en pisos y acabar convertido en un almacén de cestería. En los últimos años, parte de su ostentosa decoración se ha degradado, de forma que algunos fragmentos se han desprendido. Hace unos años, Federico Soldevilla rescató la historia del arquitecto y su obra.