"Existe riesgo de que el Ejército se apegue al poder en Brasil"

A. Torres del Cerro (EFE)
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La gestión de Bolsonaro al frente del Ejecutivo de Brasilia preocupa al expresidente Cardoso, quien confía en que las Fuerzas Armadas sigan acatando la Constitución y avisa que existe en el país un movimiento aislacionista semejante al de Trump

"Existe riesgo de que el Ejército se apegue al poder en Brasil"

«Cuando los Gobiernos se debilitan, nombran a militares», alerta el expresidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, quien mantiene intacta la preocupación por el país que gobernó entre 1995 y 2002, cuando tuvo que lidiar con graves tumultos económicos.

Cardoso, de 88 años y un histórico del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) -de centroderecha-, analiza el papel de las Fuerzas Armadas en el Gobierno, donde ocho de los 22 ministerios están bajo control de cargos del Ejército. Aunque deja claro que la institución castrense aprendió a respetar la Constitución después de los 21 años de dictadura militar en la nación (1964-1985), avisa que si «se coloca en la posición de apoyar incondicionalmente al presidente, eso es grave y la unidad democrática muere».

¿Cómo evalúa lo que está sucediendo en Brasil, con un presidente que no sigue las recomendaciones de la OMS para frenar la COVID-19?

Lo peor es que haya llegado a las zonas más populares. Para mí, no cambia nada, pero cuando una persona vive en la periferia de Sao Paulo, en la miseria, en una favela, con mucha gente en casa, sin comodidades... Las personas tienen que salir a la calle. Por más que haya recomendaciones de la OMS de que se queden en casa, para los más pobres es un castigo, porque es imposible. Pero aquí, además, hay una falta de liderazgo, no son coherentes. A veces, el presidente está con otras personas en la calle sin usar máscara como si nada... Se nota que la falta de coordinación perjudica, aunque Brasil tenga la ventaja de un sistema de salud gratuito y universal.

Algunos políticos consideran que Bolsonaro puede ser procesado por no seguir las indicaciones de la OMS, llevando el asunto hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. ¿Lo ve plausible?

No veo que tenga mucho que hacer (la Corte), se dejaron pasar otras oportunidades cuando había violencia, tortura... El actual presidente tiene esa visión de amigos y enemigos, lo que no ayuda para lo que se necesita ahora que hay más cohesión para combatir un enemigo común (coronavirus). Me parece un grave fallo político, pero no creo que de momento se resuelva con un impeachment. Va a depender de cómo actúe el presidente. Me preocupa mucho lo que vendrá después de la pandemia. Habrá mucha gente desempleada.

Usted llegó a pedir en las redes sociales la renuncia de Bolsonaro. ¿Sigue opinando lo mismo?

En la política interna, soy duro con él, porque exagera, no se puede permitir que haya agresiones contra el Tribunal Supremo o contra el Congreso, eso va contra la democracia. Cuando se nota que el Ejecutivo tiembla sin un rumbo definido, ¿qué sucede? Los otros órganos constitucionales, la Corte Suprema, los parlamentos comienzan a ocupar los vacíos de poder y eso es peligroso.

¿Cree que Bolsonaro está mal asesorado, tal vez por sus hijos? ¿Cuál es el problema con su Gobierno?

Él era diputado, yo era senador, ministro, presidente. Nunca lo vi, él me quiso matar una vez, aseguró que quería fusilarme -fueron unas declaraciones de Bolsonaro realizadas a finales de los años 90- porque me acusaba de neoliberal. No lo conozco ni a él, ni a sus familiares. Para los mandatarios, siempre hay un riesgo de que la familia comience a opinar demasiado. El pueblo escogió al presidente, no a su familia, que debe permanecer callada. En su caso, es más complicado, porque los tres hijos más mayores tienen su propia titularidad política (Flávio es senador, Carlos, concejal de Río de Janeiro y Eduardo, diputado federal).

Es importante mirar a lo que sucede en EEUU. Trump incentiva la posición de América First (América en primer lugar) y eso lleva a una actitud aislacionista. Y en Brasil hay un movimiento en esa dirección que creo que es peligroso.

Alguien mencionó que Brasil se parecería a la Italia de entreguerras de Mussolini. Pero Mussolini, con el que no tengo nada que ver, estoy en sus antípodas, era un tipo muy culto si se le compara con Bolsonaro. La situación es muy preocupante, pero el presidente tiene legitimidad porque fue elegido por los votantes.

¿Qué opinión le merece el ala militar del Gobierno Bolsonaro?

Los militares aprendieron con lo que sucedió en el pasado. Saben que deben respetar la Constitución y, por lo que yo sé, esa es la posición oficial de las Fuerzas Armadas. Ahora, todo Gobierno que empieza a ser débil, a no tener fuerzas, nombra a militares. Me acuerdo de Salvador Allende, en Chile, cuando empezó a nombrar militares. Aquí también, cuando los Ejecutivos no son fuertes, se apoyan en el Ejército y creo que eso es un riesgo para las Fuerzas Armadas, porque pasan a tener gusto por el poder.

Sin embargo, aquí todavía no ha sucedido eso, pero sí puede pasar, porque hay muchos militares en el poder y cada vez hay más. Y eso es una debilidad política del Gabinete, no una fuerza. Con la condición de que la fuerza regular se mantenga en una posición proconstitución, no pasa nada... Pero si las Fuerzas Armadas, independiente de lo que pueda pasar, se coloca en la posición de apoyar incondicionalmente al presidente, eso es grave y la unidad democrática muere.

Mi padre era general y mi abuelo mariscal, tengo un cierto conocimiento casi empático de los miembros del Ejército. En el pasado eran más políticos, después se profesionalizaron. Hay una cuestión que cualquier soldado, después de cierto punto, no acepta: el desorden. Entonces, ellos tratan de poner orden y eso es peligroso. ¿Puede suceder? La pandemia está sirviendo como vacuna para las manifestaciones de calle. 

¿Como ve la marcha del Gobierno de Bolsonaro del exministro de Justicia, el exmagistrado Sergio Moro?

A Moro lo vi dos veces en mi vida. Creo que se equivocó al aceptar ser ministro, no por ir con Bolsonaro, sino por dejar el ámbito de la Justicia en el que actuó toda la vida (se hizo conocido por sus acciones en la trama contra la corrupción Lava Jato y el responsable de meter en prisión al expresidente Lula da Silva). Y su renuncia ha sido una salida descabellada, irracional. 

 ¿Cuál es su apreciación del cerca del 33 por ciento de electores que todavía apoya la gestión de Bolsonaro?

El prestigio del presidente disminuye, aunque sean muchos los que le apoyan, aún no llegan a la mayoría. Su gran pilar es el ministro de Economía (Paulo Guedes), muy bien visto por empresarios y que tiene un proyecto que no puede aplicarse más. Tiene una visión que seguramente era la correcta en el pasado (ajuste de gastos públicos), necesaria, pero con la pandemia la visión es de gastar más y aumentar la deuda pública.