Los danzadores de Anguiano vuelven a bajar la cuesta

Sergio Jiménez Foronda (Efe)
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La localidad riojana ha vivido este sábado la festividad de Acción de Gracias con las valientes y coloridas vueltas que realizan los ocho danzadores, encaramados a unos zancos de madera, quienes descienden girando por una empinada calle

Uno de los ocho danzadores, en plena bajada. - Foto: Raquel Manzanares (Efe)

La localidad riojana de Anguiano ha vivido este sábado la festividad de Acción de Gracias con las valientes y coloridas vueltas que realizan los ocho danzadores, encaramados a unos zancos de madera, quienes descienden girando por una empinada y empedrada cuesta.

Los vibrantes colores del vestuario de los danzadores han brillado de forma especial entre la multitud de anguianeros y visitantes que los han arropado y animado mientras se lanzaban por la cuesta subidos a sus zancos.

Un danzador ha sufrido una aparatosa caída de espaldas en las escaleras junto a la iglesia, pero se ha quedado en un susto, ya que ha podido cumplir este ritual con el resto de sus compañeros.

Las vueltas de los danzadores sirven de antesala a la conclusión de las fiestas de Gracias de Anguiano 2023, que acabarán mañana, 1 de octubre, con una nueva exhibición de la bajada de la cuesta.

Vertiginosos giros

La jornada de este sábado se ha iniciado con un pasacalles a cargo de los danzadores y gaiteros de esta localidad riojana, y, a continuación, se ha realizado una procesión hasta la ermita de María Magdalena, santa de Anguiano, donde han trasladado su imagen.

Después, se ha podido disfrutar de una breve exhibición a cargo de la Escuela de Danza en las inmediaciones de la ermita, organizada por la Asociación de la Danza de este municipio, y se ha celebrado una misa cantada por el Coro de Anguiano.

Una vez llegado el turno de la bajada por la cuesta, los ocho danzadores han girado valientes por las escaleras ataviados con una falda amarilla de altos vuelos y un corpiño de colores, mientras tocaban las castañuelas al son de dulzainas y tambores, confiando en que el público pudiera pararles al final de la cuesta tras sus vertiginosos giros.

El tradicional vestuario de los danzadores siempre llama la atención, y destacan, junto a la colorida falda que les hace asemejar una peonza humana con las vueltas, sus vertiginosos zancos de 50 centímetros, realizados con madera de haya en Nájera.

Paso a las nuevas generaciones

Tras la bajada de la cuesta, se ha celebrado un acto de reconocimiento y agradecimiento a los danzadores salientes, entre los que se encuentra Daniel Sáenz, quien colgará los zancos cuando concluya su danza mañana, 1 de octubre.

Sáenz (Logroño, 1991) ha explicado a EFE que, tras 16 años de danzar, "hay que dar paso a las siguientes generaciones", ya que "hay una cuadrilla bastante maja de chavales, y aunque todavía son jóvenes y tardarán unos añitos, hay un buen relevo".

Ha indicado que siente "una mezcla de ganas de que todo salga bien y de disfrutar de las fiestas", pero también de "pena porque son muchos años dedicado a esto, danzando en el pueblo, y da nostalgia".

"Ha sido algo muy bonito, siempre se me va a quedar ahí, porque es un orgullo poder representar a la danza de Anguiano", ha precisado Sáenz, quien ha destacado la cuadrilla de amigos hecha con los que danzaban antes, con los que empezó, y también con los que ha acabado.

A los futuros danzadores, recomienda, para no caerse en su descenso por la cuesta, "no tener miedo, subirse a los zancos con confianza y convicción, intentar mirar a un punto fijo y mantenerte lo más estable posible".