A René Descartes se le conoce por lo de «Cogito, ergo sum» (pienso, luego existo), aunque la más aplaudida debería ser «todo problema complejo puede dividirse en partes simples». Explicar por qué ha ganado la Liga el Atlético en una sola frase es algo complejo, sin duda, pero una de esas partes simples, una de esas explicaciones que conforman el todo, es porque le han funcionado a las mil maravillas aquellos jugadores que sus grandes rivales por el título no quisieron aprovechar. O sea: los descartes.
Real Madrid y Barça, como en el 'meme' de Spiderman señalándose a sí mismo, se ríen el uno del otro: «¿Cómo pudiste desprenderte de él?». Hablan de Luis Suárez y de Marcos Llorente, hablan del goleador insaciable que ha terminado con 21 goles y del prodigio físico que ha marcado 12 y dado 11 asistencias, del uruguayo de 34 años que apura su jubilación en una eterna pelea de área y del madrileño de 26 años por el que el United, por lo visto, prepara ya una oferta cercana a los 90 millones de euros, del Suárez que costó siete millones y del Llorente que costó treinta.
Vivir de los descartes no es una mala estrategia si sabes pescar bien y jugar tus cartas con inteligencia. Donde comen pan caen migas, nos enseña el refranero, y en no pocas ocasiones los directores deportivos más ágiles consiguen chollos en algunas decisiones torpes o inexplicables de los clubes más poderosos. A comienzos de año no parecían tan horribles esas operaciones (desprenderte de un jugador de 33 años con una ficha estratosférica o de un eterno suplente por el que te daban treinta 'kilos'), no tenían una clara definición como «errores clamorosos»… Así que, acudiendo a la filosofía, formularemos el aforismo: «Todo descarte será acertado o fallido según su rendimiento». Y éstos les han ganado la Liga en las narices…