"Se pueden usar antibióticos pero es muy complicado curarla"

David Hernando Rioja
-

El ganadero riojano con terreno en Anguiano, Enrique Serrano, cuenta los efectos que su ganado ha sufrido debido a la mastitis

El ganadero Enrique Serrano junto a la vaca que padece mastitis - Foto: Óscar Solorzano

Estas especies de dípteros que ha identificado el CIBIR están causando enfermedades y transmisión de virus en varias zonas de La Rioja. Una de estas zonas es Anguiano, donde el ganadero Enrique Serrano tiene un pabellón y un terreno en el campan vacas y caballos.

Una de estas enfermedades es la mastitis, es decir, la inflamación de las ubres en las vacas. Serrano recuerda que esta región ha tenido un invierno cálido y sin heladas, entonces, «el vector o mosquito ha estado volando durante todo ese periodo estival, y pica a las vacas que han estado preparándose para el parto, por lo que les crea una infección».

Apunta que ahora el clima es diferente y no se ven mosquitos pero «días atrás ha habido 26 o 27 grados, así que el insecto que la transmite ya empieza a estar en circulación y a transmitir las enfermedades que afectan al ganado».

De hecho, este ganadero explica que la mastitis aflora más en las temporadas de septiembre y octubre, «que es cuando se viene del calor y las primeras lluvias, y se empieza a reproducir el mosquito». Aunque lamenta que ahora en invierno está notando que hay más vacas con esta enfermedad y «te das cuenta cuando ya han parido que no dan leche por alguna de sus mamas».

Existen varias formas con las que detectar esta enfermedad. Serrano señala que una de ellas es cuando se ve que la vaca está empezando a producir la leche pero «una mama se hincha más de lo normal y tiene un color brillante». «Esos son los primeros signos de que no va bien y de que se está creando una infección», indica.

Esta enfermedad se puede cortar con antibióticos pero «cuando ya ha entrado la infección dentro del canal de la mama, es muy complicada curarla», avisa este ganadero de Anguiano.

Otro de los problemas que provoca esta enfermedad, además del daño que sufre el animal, es que los terneros no van a poder utilizar las ubres afectadas para alimentarse. «Cuando la ubre afectada por esta enfermedad produce leche, también arroja una sustancia que se llama pus, por lo que el ternero no va debido al olor», detalla. 

Esta situación hace que siempre haya que quitar un porcentaje de vacas porque «al final son inviables debido a la pérdida de mamas». «No pueden suplementar al ternero y tampoco podemos tener a los terneros con biberones y cosas similares», reconoce.

Aparte, Serrano lamenta que haya que quitar siempre animales que son jóvenes porque «cada vez se ven más animales con cuatro o cinco años que han perdido las cuatro mamas que tienen».