Los pilares de Sánchez

Agencias
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El líder socialista blinda la cúpula de su nuevo Gabinete y recupera la fórmula de las cuatro Vicepresidencias, todas ocupadas por mujeres

Los pilares de Sánchez - Foto: Marta Fernández Jara

Pedro Sánchez se ha pertrechado para encarar una legislatura de alto voltaje, con un Ejecutivo que mantiene caras ya conocidas, sin nuevos tecnócratas ni fichajes estrella, y que asienta sus pilares en un póquer de damas: Nadia Calviño, Yolanda Díaz, Teresa Ribera y la mencionada Montero. El presidente apuesta así por una fórmula con cuatro Vicepresidentas, las tres de su Gabinete anterior más Montero, recuperando una figura que él mismo suprimió en la remodelación de su entonces Gabinete en julio de 2021 y que ocupó la ministra Teresa Ribera.

Este nuevo equipo de Gobierno, que Sánchez presentó como «de alto perfil político», está integrado por 12 mujeres y 10 hombres al frente de 22 carteras, y será comandado por «personas capaces de gestionar pero también de llegar a acuerdos y de explicarlos públicamente».

Una de ellas es Calviño, que continúa al menos de momento y a expensas de ver qué ocurre con su candidatura para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), como vicepresidenta primera y titular de Asuntos Económicos. 

La sigue de cerca en la Vicepresidencia Segunda Díaz, líder del socio de coalición Sumar, de nuevo ministra de Trabajo y Economía Social. Ribera continúa como vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica, y Montero pasa a ser vicepresidenta cuarta, reteniendo el departamento de Hacienda.

Sánchez ha querido mantener a Calviño, pero eso podría obligarle a una remodelación de su Gabinete si es elegida el 8 de diciembre para presidir el BEI. Tiene bastantes posibilidades, pero dejarla fuera podría debilitar su candidatura.

En cuanto a quién podría sustituirla, se ha puesto sobre la mesa el nombre del ex secretario de Estado de Economía David Vegara, lo que permitiría reforzar la cuota del PSC en el Gabinete y que ahora solo con un representante, el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu al frente de Industria. Otra de las opciones más comentadas en caso de necesitar un relevo para Calviño es el exministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. Su perfil tecnócrata -ganado a pulso por su anterior cargo como primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF)- dotó la cartera que lideraba de una gran carga numérica.

En cuanto a Díaz, la vicepresidenta segunda presenta en el listado de logros en la anterior legislatura los acuerdos con patronal y sindicatos, primero para hacer frente a la pandemia y luego para actualizar el Estatuto de los Trabajadores, que han supuesto una transformación del mercado laboral.

Por su parte, Ribera, que repite como vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, se centrará en los temas de cambio climático y el medio ambiente, con desafíos también en las cuestiones energéticas.

Finalmente, Montero, titular de Hacienda y Función Pública, asciende a vicepresidenta cuarta, un cargo que la consolida como parte del núcleo duro de Sánchez, y al que llega aupada por su conocida pericia negociadora. Ese será uno de los puntales de una ministra muy política. Entusiasta con los suyos y feroz con las derechas, la andaluza es, sobre todo, socialista.

Nadia Calviño. Vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos

La tecnócrata que se convirtió en política

Nadia Calviño se mantiene como ministra de Economía y vicepresidenta primera, aunque con la aspiración de marcharse en enero al Banco Europeo de Inversiones (BEI) después de más de cinco años en un Ejecutivo al que llegó como tecnócrata y del que saldrá como política consumada, pero sin renunciar a su independencia.

Nosotros tenemos a Nadia y ellos tienen a... nadie, fue uno de los eslóganes de la última campaña de los socialistas, que atacaron al PP por no tener ninguna figura destacada que confrontara con Calviño sus propuestas económicas. No está afiliada al PSOE ni ha querido ir en sus listas, pero no dudó en ponerse en primera línea participando en la elaboración del programa de Sánchez y rindiendo cuentas de la gestión económica del Gobierno de coalición, en el que algunos llegaron a considerarla una amenaza por su ortodoxia económica.

Su perfil técnico y el haber sido directora general de Presupuestos de la Comisión Europea en época todavía de austeridad despertó recelos dentro del propio partido socialista, donde ahora le reconocen su papel en la gestión de la crisis económica provocada por la pandemia y la crisis energética derivada de la invasión de Ucrania.

Entre sus mayores logros están la coordinación del plan de recuperación, transformación y resiliencia por el que ya se han recibido más de 37.000 millones de euros en fondos europeos, la mitad de lo que le corresponde a España en transferencias no reembolsables.

Menos sintonía ha tenido con el socio de coalición. Sonados han sido los desencuentros con Yolanda Díaz respecto a la subida del salario mínimo, el alcance de la reforma laboral o por la entrada de capital saudí en Telefónica, aunque ambas se abrazaron aliviadas cuando la reforma laboral fue aprobada tras una votación de infarto.

Su vena más política la ha sacado precisamente en el Congreso, donde la gallega empezó leyendo sus intervenciones y terminó ovacionada por una encendida respuesta al portavoz de Vox a quien reprochó no conocer a ningún «español real», tras ser criticada por querer erradicar la riqueza a golpe de impuestos. Y es que los tributos especiales a las energéticas y a la banca es lo que más desencuentros le ha traído con los empresarios.

El mayor enfrentamiento público lo ha tenido con Ferrovial, a la que hizo rectificar tras haber cuestionado la seguridad jurídica en España, aunque no logró evitar que trasladara su sede a Países Bajos.

El cargo también le ha supuesto sinsabores en el ámbito personal, después de que su marido renunciara a incorporarse como alto cargo a Patrimonio Nacional por las presiones de la oposición, que denunció trato de favor en el proceso de selección.

Pero, pese a fajarse en la política nacional, su ambición es internacional.

En 2019 España presentó su candidatura a liderar el Fondo Monetario Internacional, pero la retiró en aras de conseguir un candidato europeo de consenso.

A mediados de 2020, estuvo cerca de encabezar el Eurogrupo, que finalmente perdió pese a contar con el apoyo del eje francoalemán, un respaldo que ahora previsiblemente le permitirá alcanzar la Presidencia del BEI.

Yolanda Díaz. Vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo

De delfín de Iglesias a tándem de la coalición 

Y olanda Díaz llegó al primer Gobierno de coalición de Pedro Sánchez empujada por Pablo Iglesias, pero se ha hecho su hueco propio, al frente de Sumar y tras desactivar a Podemos, y con el aval de las medidas que ha desarrollado en el Ministerio de Trabajo. Se ha ganado con ello mantener una Vicepresidencia en el nuevo Ejecutivo, en el que pretende diseñar su relación con el PSOE desde la cooperación, lejos de la confrontación de los anteriores ministros morados.

Al frente de Trabajo, Díaz cree haber cumplido prácticamente con sus deberes una vez que sacó adelante la reforma laboral, a la que atribuye el buen comportamiento de los datos de empleo y la reducción de la temporalidad por debajo del 20 por ciento. Su cuenta de resultados incluye tres subidas del Salario Mínimo Interprofesional, haber puesto en marcha los ERTE durante la pandemia, la ley rider, la ley del teletrabajo y haber pactado 17 acuerdos con los agentes sociales.

Los acuerdos con patronal y sindicatos han sido los logros que le han granjeado más peso dentro y fuera del Gobierno. Y ahora, con afinidad con los representantes de los trabajadores, pretende apuntarse otro tanto y subir el Salario Mínimo Interprofesional a 1.500 euros desde los 1.080 en los que se sitúo con el último alza y reducir la jornada laboral a 37,5 horas, además de mantener los impuestos a la banca y las energéticas, ampliar el parque público de viviendas o abordar un nuevo Estatuto de los Trabajadores.

Como líder de Sumar, ha aglutinado en una coalición de lo más diversa a múltiples organizaciones de izquierdas que aún tienen que aprender a conciliar intereses, y aunque no cumplió con sus expectativas electorales el 23-J -pasó de 38 diputados de Unidas Podemos y Más País a 31 con su nuevo proyecto-, sí logró el apoyo suficiente para formar Gobierno con Sánchez con el que desde el primer momento mostró sintonía. Y los dos han llegado a este segundo Ejecutivo de coalición tras una complicada negociación con los independentistas que Díaz trató de capitalizar siendo la primera ministra en reunirse con Carles Puigdemont para despejar la investidura del socialista a través de una ley de amnistía que no ha tenido ningún reparo en defender.

A esta coruñesa licenciada en Derecho se le ha reprochado ponerse de perfil en momentos clave, como el cuestionamiento de la ley del solo sí es sí y de Irene Montero, a quien no incluyó en sus listas. La armonía que mantenía con Iglesias se perdió en ese momento tras demostrar que no se deja tutelar, como alguno pretendía.

El talante de Díaz, que se proclama defensora del acuerdo y el diálogo con discreción y reacia al ruido, no ha encajado nada con Podemos, pero parece ajustarse bien con el de Sánchez, lo que la coloca como una de las piezas fuertes en su nuevo Ejecutivo.

Diputada desde 2015, mantiene la militancia en el Partido Comunista de España tras descolgarse de IU por discrepancias con Alberto Garzón en 2019. Y de sus momentos más personales, guarda «con mucho cariño» el recuerdo del día en que Santiago Carrillo le besó la mano cuando apenas tenía cuatro años. 

Teresa Ribera. Vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico

La encargada de pilotar la transición ecológica

Teresa Ribera repite como vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica y Reto Demográfico en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, lo que la confirma como parte del núcleo duro del Ejecutivo, del que forma parte desde 2018.

Nacida en Madrid en 1969 y licenciada en derecho en 1992 por la Universidad Complutense, Ribera fue directora ejecutiva del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), con sede en París, hasta ser reclutada en junio de 2018 para hacerse cargo del entonces nuevo Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Anteriormente fue directora de la Oficina Española de Cambio Climático desde 2004 a 2008 y ocupó la Secretaría de Estado de Medio Ambiente desde 2008 hasta 2011. Así, como gran conocedora de las negociaciones internacionales en materia de cambio climático, su participación en la consecución del Acuerdo de París y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fue reconocida internacionalmente.

En 2018, fue nombrada ministra para la Transición Ecológica en el primer Gabinete de Sánchez, legislatura en la que impulsó una ley de cambio climático y transición energética en España, además de presentar el Plan Nacional de Energía y Clima y apoyar la descarbonización.

En 2020, pasó a ser vicepresidenta cuarta en el segundo Ejecutivo del actual líder del PSOE. Ese mismo año, abandonó su escaño en el Congreso para centrarse en su actividad gubernamental y Sánchez la designó para comandar el plan de desescalada por la pandemia.

En julio de 2021, el presidente llevó a cabo una remodelación en su segundo Gobierno en el que eliminó la Vicepresidencia cuarta, con lo que pasó a ser vicepresidenta tercera, en sustitución de Yolanda Díaz, desde entonces vicepresidenta segunda.

Ribera iba de número dos de Sánchez en las listas del PSOE por Madrid a las elecciones del 23-J y durante la campaña el presidente ya avanzó su voluntad de que siguiera al frente de la política energética en España. Por ello, la voluntad ahora de la madrileña para esta legislatura es centrarse en los temas de cambio climático y el medio ambiente y no tanto en el reto demográfico.

Precisamente, tendrá la ocasión de centrarse en la acción contra la emergencia climática en la XXVIII Cumbre del Clima de la ONU en Emiratos Árabes Unidos, la COP28, una cita en la que se moverá como pez en el agua, dada su larga experiencia en cumbres internacionales, y donde su capacidad de negociación y trabajo son año a año elogiados por otros países. 

En el ámbito nacional, encarará la aprobación definitiva de la revisión del Plan Integrado de Energía y Clima, que eleva los objetivos de reducción de emisiones de CO2, la eficiencia energética y el impulso de las renovables.

En materia energética, ya dejó clara su línea a seguir de apoyar las energías verdes, con la inmediata derogación del conocido como impuesto al sol y estableciendo un calendario, tras una dura negociación, para el cierre ordenado de la nuclear.

María Jesús Montero. Vicepresidenta cuarta y ministra de Hacienda y Función Pública

Una negociadora al frente de las Cuentas Públicas

La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, asciende a vicepresidenta cuarta en el nuevo Gobierno, un cargo que consolida a esta médica de profesión como parte del círculo más cercano del presidente, Pedro Sánchez, y al que llega aupada por su conocida pericia negociadora, que necesitará ahora más que nunca.

Lejos del tradicional rol discreto y burocrático de los titulares de Hacienda, Montero (Sevilla, 1966) ha compatibilizado en este lustro impuestos y presupuestos con mítines, cargos cada vez más altos dentro del PSOE e incluso, durante algo más de un año, la portavocía del Ejecutivo en plena pandemia.

En su cara más tecnocrática, ha logrado aprobar tres Presupuestos en plazo y ha cumplido con las previsiones de déficit remitidas a Bruselas, aunque sus detractores la acusan de tener bastante ligereza a la hora de cuadrar las Cuentas Públicas y de permitir graves deficiencias legislativas en algunos de los impuestos avalados por interés político.

Precisamente, la cara más visible de la ministra es la de política. Entusiasta con los suyos y feroz con las derechas, la sevillana es, sobre todo, socialista: «de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades», repite siempre que tiene ocasión para defender un sistema fiscal más justo.

En este sentido, su vehemencia le ha jugado alguna mala pasada -memorable fue el episodio en el que las cámaras grabaron parte de su discusión con el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias, a quién le pedía que no fuera «cabezón» con la subida del Salario Mínimo-, pero también le permite ganarse a sus interlocutores.

No es de extrañar, pues, que la actual vicesecretaria general del PSOE celebrase más que nadie el resultado de las elecciones del 23 de julio en el improvisado escenario montado a las puertas de Ferraz, pese a que no era una victoria, sino solo una posibilidad de mantener a Sánchez en el Gobierno.

Y esa opción se hizo realidad en parte gracias al trabajo de Montero, quien fue elegida por el líder socialista junto al ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, y al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, para formar el equipo encargado de las negociaciones con otros partidos que llegaron a buen puerto y permitieron finalmente la investidura por 179 votos, cinco más de los necesarios.

Esa capacidad para alcanzar acuerdos a varias bandas ya quedó demostrada con tres Presupuestos consecutivos. Quienes se han sentado con ella a negociar coinciden en destacar su trabajo minucioso y la capacidad de diálogo.

Montero, que forma parte del grupo de ministros que acompañan a Sánchez desde la moción de censura, necesitará ahora su habilidad conciliadora más que nunca, tanto para sacar adelante las Cuentas de 2024 como para cumplir con los compromisos fiscales en un momento en que Bruselas exige bajar el déficit.