Una vendimia de «nervios» aspira a los 400 millones de kilos

R. Muro
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Concluye una campaña "en la que se han tomado decisiones muy duras". A falta de algún viñedo, se han recogido ya 370 millones de kilogramos de uva. Se han detectado focos de botritis, aunque "no ha sido un problema generalizado"

Un trabajador se emplea en labores de vendimia - Foto: Ingrid

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja cierra una campaña de vendimia 2023 «llena de emociones y nervios» con la previsión de alcanzar una producción de alrededor de 400 millones de kilos. El fin de vendimia decretado ayer por el propio Consejo supone más un cierre de campaña de carácter técnico que real, ya que el propio organismo habilita, previa comunicación, la recogida de uva en las parcelas que queden aun sin vendimiar. Broche, casi final, para una campaña que ha traído unos cuantos quebraderos de cabeza en la viña y que se sumergió en pleno periodo estival sin prácticamente reservas hídricas.

En cualquier caso, hasta la fecha de ayer, cuando el Consejo Regulador oficializó el cierre de vendimia, las bodegas ancladas en el ámbito de la DOCa habían introducido ya 370 millones de kilos de uva (50 millones de kilos de blanca) y las previsiones apuntan a que en estos próximas días se puedan recoger aproximadamente otros quince millones con lo que, de no alcanzar los 400 millones, la producción en viñedo andará muy cerca. 

En términos comparativos, por debajo de los 486 millones de kilos que trataron las tolvas en bodega en el año 2018, y por encima de los 350 millones de kilos que se recogieron en 2017, año de la «maldita helada» que mermó producciones en plena campaña de vendimia en algunas zonas de la Denominación de Origen Calificada.

Todo ello en un año complejo y marcado por las variaciones meteorológicas, como explica Pablo Franco, director técnico del Consejo Regulador de la DOCa, «lleno de emociones, nerviosismos y de continuas decisiones durante la campaña, y alguna de ellas muy duras». 

Una prueba de fuego tanto para el sector productor como para el elaborador, como coinciden también desde las organizaciones agrarias Uagr y Arag-Asaja, que pone sobre la mesa «la experiencia y el buen hacer de viticultores y enólogos» de Rioja.

Adelantos y retrasos. Sin ir más lejos, la vendimia arrancó en Rioja Baja con un adelanto de entre nueve y diez días en relación a otros años y, sin embargo, concluye con otros diez días de adelanto en comparación con otras campañas. Una circunstancia que habla por sí misma de las variaciones de la meteorología en un verano que como recuerda Franco no ofreció «temperaturas extremas hasta finales de agosto». Un momento en el que una parte de la Denominación había cerrado la vendimia pero restaban zonas de Rioja Alta y Alavesa. Zonas «tensionadas con colores más amarillos y apagados de lo habitual». 

Cambio brusco a comienzos de septiembre con unas precipitaciones intensas, en momentos, en forma de DANA, que sumergían al viñedo en riesgo de sufrir brotitis. De hecho, «ha habido focos» del hongo si bien «no se dio de forma generaliza». Y de nuevo «las labores de viticultores y los controles en la entrada en bodega han permitido combatir al enemigo», señala el director técnico del Consejo. 

En términos similares se expresa también Íñigo Torres, director general de Grupo Rioja, quien considera que «se ha intentado maximizar la calidad en el marco de una vendimia compleja». Desde luego, avanza Torres, «no se va a recordar como la campaña y habrá vinos de mucha calidad, otros de calidad buena y otros de menor». 

Todo ello en un contexto de por sí complicado. Igor Fonseca recuerda que los viticultores llevan «realizando un gran esfuerzo desde hace cuatro años con un descenso en los rendimientos de producción». En definitiva, «una vendimia para olvidar», como señalan desde Arag-Asaja, y «una campaña en general rara», como define la Uagr.

¿Por debajo de costes?

La otra cara de una campaña compleja en todos los sentidos, se ubica más en los despachos que en el propio viñedo. Tanto Arag-Asaja como Uagr han interpuesto «varias» denuncias contra bodegas por el incumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria, y en concreto, por el pago de la uva por debajo de los costes de producción. 

En ambos casos, los sindicatos agrarios no quieren aportar datos en relación al número de denuncias. Tan solo concretan que han sido trasladadas tanto a la Agencia de Información y Control Alimentaria (Aica), organismo dependiente del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, como a la propia consejería de Agricultura del Ejecutivo regional.

Hay que tener en cuenta que las denuncias pueden ir dirigidas a «varias» bodegas o a una sola con demandas interpuestas por varios proveedores de uva. 

Desde el Grupo Rioja, no tienen constancia de que «ninguna bodega pague por debajo de los costes de producción». Ahora bien, «si se detecta algún caso, para eso están las administraciones públicas», señala su director Íñigo Torres.

Igor Fonseca, por el contrario, asegura que su organización agraria ha trasladado a Agricultura «varios contratos con precios alejados de los costes de producción». De hecho, «a principios de campaña también se hizo llegar a Delegación del Gobierno los contratos de un conjunto de proveedores de una única bodega». 

Hay que tener en cuenta que el precio medio marcado desde el área de Gobierno que lidera Noemí Manzanos para la presente campaña es de 0,70 céntimos, dos céntimos menos que en la vendimia de 2022.