El reto tecnológico

Feli Agustín
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El propietario del bar Isasa de Préjano, donde se ha instalado uno de los dispositivos más activos, califica la idea como «muy buena», pero constata la barrera que supone la tecnología para el colectivo de mayores, al que se dirige

Los productos se muestran en la pantalla. - Foto: Óscar Solorzano

Los bares, donde late, ahora más que nunca, el corazón de los pueblos [funcionan no solo de lugar de reuniones y centro social y recreativo, sino que en algunos municipios dispensan pan y productos envasados] han sido, mayoritariamente, los puntos elegidos para ubicar los totems digitales. Su funcionamiento no es difícil, una vez en la pantalla principal, se puede elegir entre las distintas categorías de productos, carne, pescado, fruta, alimentos procesados o de limpieza. Para comprar, hay que pulsar sobre la categoría precisa y se elige el producto deseado, de la misma manera que se pesa la fruta y verdura en los supermercados.  Una vez concluido el proceso de selección, se paga con tarjeta y se imprime un tique, que servirá como justificante de compra. Los proveedores, tiendas de comercio local de Murillo o Arnedo, recogen la petición de compra y la llevan al día siguiente.

«La idea es muy buena y va funcionando bien», cuenta Carlos Bobadilla, propietario del bar Isasa de Préjano, donde se ha instalado uno de los totems, que señala que el perfil del cliente que hace uso del dispositivo no se corresponde, al menos en su pueblo, con el que va indicado.

«En teoría, el objetivo son personas que no pueden desplazarse, gente mayor y que carece de transporte y, aquí, quien lo utiliza son personas de mediana edad que no sufren estos problemas de movilidad, pero que están comprometidos con los servicios que se ofrecen en el medio rural», explica el hostelero.

Reflexiona que esta falta de atracción para las personas de más edad obedece a varias circunstancias, entre ellas que a este colectivo «les gusta comprar lo que ven;la digitalización para ellos es una barrera, un muro».

En Bergasa, donde su utilización  está siendo testimonial, explican que en una ocasión una mujer mostró su intención de realizar una compra, que no pudo materializar debido a que carece de tarjeta bancaria.

En Préjano, esto no supone un problema porque Bobadilla hace uso de la suya propia para el pago, cuantía que después le abona el cliente en efectivo. «Hay que dar todas las facilidades del mundo, pero aun así, la barrera digital supone un obstáculo que es difícil de superar», reitera el hostelero, que informa de que los pedidos se realizan de manera desigual y ha habido semanas en las que se han realizado pedido a diario y otras en las que han sido muchos menos.